Revista europea de historia de las ideas políticas y de las instituciones públicas
ISSN versión electrónica: 2174-0135
ISSN versión impresa: 2386-6926
Depósito Legal: MA 2135-2014
Presidente del C.R.: Antonio Ortega Carrillo de Albornoz
Director: Manuel J. Peláez
Editor: Juan Carlos Martínez Coll
LA CORRESPONDENCIA CIENTÍFICA E IDEOLÓGICA ANOTADA DE UN JURISTA GENIAL ÁLVARO D’ORS Y PÉREZ-PEIX CON UN ADMIRADOR DEL SABIO
Manuel J. PELÁEZ
Resumen: Recogemos en las presentes líneas la correspondencia remitida por Álvaro d’Ors y Pérez-Peix, afamado catedrático de Derecho romano, probablemente el más significativo que ha habido en España en el siglo XX en su disciplina, con teorías no solo sobre el Derecho romano y el civil, sino igualmente sobre la Política, la Religión, el Derecho canónico y la evolución de la Universidad española, y un sinfín de comentarios sobre los romanistas españoles y, en menor medida, sobre los historiadores del Derecho de nuestro país en los años en los que le tocó vivir con ellos e intercambiar ideas y correpondencia. Algunas de estas ideas han podido ser ya reproducidas. Se hizo eco de ellas Jean-Louis Hague Roma en su pequeña semblanza de Enrique Ramos Ramos, pero sobre todo por Clara López Sánchez al editar su artículo, de gran relieve, sobre la tesis doctoral de Ramos, bajo el título “Publicación y edición crítica de la tesis doctoral inédita de Enrique Ramos Ramos, jurista y ministro de varias carteras durante la Segunda República: De Savigny a Jhering, pasando por Stammler y Merkel. Un repaso de la doctrina jurídica alemana del siglo XIX”, que se editó en Revista Crítica de Historia de las Relaciones Laborales y de la Política Social, nº 11 (diciembre 2017-noviembre 2018), pp. 241 a 272. D’Ors menosprecia a Ramos Ramos como romanista, y por el hecho de haberse formado en la Universidad de Heidelberg con juristas que no son del aprecio de Álvaro d’Ors. Las ideas de d’Ors sobre la preparación romanística de Ramos se pueden ver en la página 242 del artículo de López Sánchez, así como sus críticas a Luis Jiménez de Asúa. Es decir, las mismas que se recogen en la publicación de la carta de 13 de agosto de 1994. También otorga D’Ors una desproporcionada atención a su discípula Dolores García Hervás en cuya formación como romanista y canonista intervino decisivamente. Cuando a García Hervás ya no le hacía falta el apoyo de Álvaro d’Ors, se distanció de él. El mismo D’Ors lo señala con claridad, tras años de haber escrito, añadido, corregido y cambiado muchas líneas y párrafos de varios trabajos de García Hervás, excediéndose como maestro de dicha profesora. En 2002, D’Ors comentaba en una carta suya: “A García Hervás hace años que no la veo”. A la discípula ya le sobraba el envejecido sabio y genio honesto, a la vez que católico a machamartillo, Álvaro d’Ors. En la correspondencia d’Ors sale en una ocasión en defensa de las ideas de su progenitor, respondiendo a un artículo de Vicente Cacho Viu.
Palabras clave: Álvaro d’Ors, José Orlandis Rovira, Juan Miquel González de Audicana, Pablo Fuenteseca Díaz, Antonio Ortega Carrillo de Albornoz, Antonio Fernández de Buján, Fernando Betancourt Serna, Emilio Valiño, Rogelio Pérez Bustamante, Rafael Gibert y Sánchez de la Vega, Patricia Zambrana Moral, Parerga historica, Dolores García Hervás, Rafael Domingo.
Para citar este artículo puede utilizar el siguiente formato:
Manuel J. Peláez (2018): «LA CORRESPONDENCIA CIENTÍFICA E IDEOLÓGICA ANOTADA DE UN JURISTA GENIAL ÁLVARO D’ORS Y PÉREZ-PEIX CON UN ADMIRADOR DEL SABIO», en Revista europea de historia de las ideas políticas y de las instituciones públicas, n. 13 (diciembre de 2018).
[Nº 1]. Carta de Álvaro d’Ors y Pérez Peix a Antonio Ortega y Carrillo de Albornoz
Pamplona, 7 de junio de 1975
Querido amigo:
Muchas gracias por el envío de su separata sobre la custodia venditoris, que ya he visto con el mayor interés. Cuando nos veamos, me gustaría preguntarle su opinión sobre algunos problemas complementarios.
Ya están en vísperas de las oposiciones, que creo puede Vd. afrontar con optimismo.
Le saluda con todo afecto
Álvaro d’Ors
Arxiu Nacional de Catalunya, Sección Valls Taberner, Subsección Álvaro d’Ors.
[Nº 2]. Carta de Álvaro d’Ors a Antonio Ortega y Carrillo de Albornoz
Pamplona, 10 de junio de 1978
Querido amigo:
Le agradezco el envío de su artículo sobre D. 19, 1, 43, que no había leído, me llegó “oportunamente”, pues estoy hace tiempo con las “quaestiones” de Africano –un trabajo empezado hace muchos años, pero muchas veces interrumpido, y estaba precisamente con el frag. 44, que los compiladores unieron extrañamente a ese texto de Paulo, haciendo mención (45 pr.) de que Juliano/Africano se habían ocupado de la cuestión. Veo que sigue Vd. a Albertario (y Calonge) en la crítica del final, por lo demás, de interés marginal para el propósito de su artículo. Yo también me inclino a pensar en el reparto que veía Albertario entre impensas abonables por el propietario y por el vendedor, pero en este caso de libertad fideicomisaria no hubo propiamente evicción con posible abono de impensas, y sólo queda como posible la indemnización por el vendedor. ¿Cree Vd. que esto puede tener alguna consecuencia? Porque, francamente, el frag. 44 no pudo ser “enteramente” interpolado: “algo debía de decir Africano”. No lo del “duplum” que “suena” a eco de CJ. 7, 47, 1 (del 531); tampoco lo de las “facultades mediocres…” ¿Qué queda? – Si ha pensado Vd. en ello, o piensa una solución será bien recibida.
Muchas gracias, pues, y enhorabuena. (Estoy ocupado ahora también con los fideicomisos al arbitrio del fiduciario).
Un cordial saludo, con recuerdos para Don Pablo [Fuenteseca Díaz], de
Álvaro d’Ors
Arxiu Nacional de Catalunya, Sección Valls Taberner, Subsección Álvaro d’Ors.
[Nº 3]. Carta de Álvaro d’Ors a Manuel J. Peláez
Pamplona, 26 de junio de 1987
Querido amigo,
Supongo que le debo el envío del número 4-5 de los “Cuadernos informativos…”. Me honra mucho que se haya acordado Vd. de este viejo jubilado –“emérito” por poco tiempo, espero–, y veo en esa iniciativa editorial una manifestación más del rumbo que están tomando los estudios eruditos. El “Rechthistorisches Journal” de Selb está en la misma línea. Uno queda algo perplejo ante este nuevo estilo, pero reconozco que tiene su “razón de ser”, hoy en día.
En este número hay muchas contribuciones interesantes, y le felicito por lo que le toca como codirector.
Sin dejar de reflejar las debilidades ideológicas de nuestros días, el conjunto presenta un cuadro muy variado de interés, incluso para el derecho romano. La misma coincidencia de instituciones responsables de la publicación de la serie corresponde a esa visión compleja; incluso el título e ilustración de la cubierta preparan al lector frente a posibles sorpresas.
Supongo que el homenaje a José Orlandis seguirá su marcha. Por si hay pruebas en el verano, le doy mi dirección hasta comienzos del curso: Salvador Moreno 54, 36001 Pontevedra.
Le saluda cordialmente
Álvaro d’Ors
Arxiu Nacional de Catalunya, Sección Valls Taberner, Subsección Álvaro d’Ors.
[Nº 4]. Carta de Álvaro d’Ors a Manuel J. Peláez
Pamplona, 24 de noviembre de 1987
Querido amigo,
Le devuelvo corregidas las pruebas, a vuelta de correo, y agradecería que me mandaran segundas pruebas –que devolvería con la misma celeridad–, pues ya puede Vd. ver que hay muchas erratas, y alguna tan grave como un salto de línea, lo que me muestra que la imprenta no tiene el habitual corrector que facilita la corrección del autor. Gracias.
El artículo a que me refiero al final y que se ha publicado, es en honor a Don Ismael Sánchez Bella, también historiador del Derecho y recién jubilado por la ley de jubilación anticipada.
Un cordial saludo de
Álvaro d’Ors
Arxiu Nacional de Catalunya, Sección Valls Taberner, Subsección Álvaro d’Ors.
[Nº 5]. Carta de Álvaro d’Ors a Manuel J. Peláez
Pamplona, 29 de marzo de 1988
Mi querido amigo:
Muchas gracias por el envío de ese nuevo libro –nadie ha tenido mejores “memorias” que Valls y Taberner [1888-1942], que es muy interesante–. Admiro la capacidad de Vd., también como promotor de publicaciones, cosa poco frecuente en nuestra familia de universitarios generalmente sin agilidad ni empuje para este tipo de empresas. Espero recibir ahora el volumen de Don José Orlandis [Rovira], que como Vd. sabe, está en Roma, y yo no sé si vendrá a España en fecha previsible. Esto debe tenerlo Vd. en cuenta ya, pues la celebración de ese acto es en el próximo abril.
Lo que yo lamento es que me encuentre tan torpe para viajar que me sea imposible aceptar esa honrosa invitación de Vd. de hacer en Málaga la “laudatio orlandina” que me pide. Vd. ya sabe la admiración que tengo por él, y el afecto que desde hace muchos años nos une, pero la edad impone a veces limitaciones, y a mí especialmente, la de que me agobian los viajes; puede haber influido en ello el haber vivido en una ciudad tan mal comunicada como es Pamplona. Así, me apresuro a comunicárselo, para que tenga tiempo de buscar otra persona que se encargue de ese elogio.
Le saluda cordialmente,
Álvaro d’Ors
Arxiu Nacional de Catalunya, Sección Valls Taberner, Subsección Álvaro d’Ors.
[Nº 6]. Carta de Álvaro d’Ors a Manuel J. Peláez sobre el homenaje a José Orlandis Rovira dirigido a romanistas e historiadores del Derecho, diferente del organizado en Pamplona por canonistas e historiadores de la Iglesia. El tono de la misiva de Álvaro d’Ors hay que situarlo en el seno de un debate científico entre amigos. Rafael Gibert y el editor del presente epistolario manteníamos un aparente enfrentamiento, que no existía en la realidad, era una especie de debate científico, en el que siempre tanto D’Ors como Gibert aparecían situados en un pedestal, y que trasladábamos la discrepancia, en realidad inexistente, a un mundo en el que a Gibert y Sánchez de la Vega le gustaba moverse y aparentar lo que no era o lo que era solo en un 25%, si es que lo alcanzaba. De hecho, hubo que abrir una revista donde Gibert pudiera explayarse, y en la que escribió 37 colaboraciones entre artículos, notas, comentarios y debates con gente de lo más variopinta, que era lo que a él le gustaba. Tanto Gibert como D’Ors hablaban de sus “enemigos” y tenían ese concepto que con seguridad no se correspondía en nada con la realidad. Gracias a Dios, D’Ors y Gibert, al redactor de las presentes líneas lo tenían entre sus amigos. Esa mentalidad era de ficción y además de estilo o inspiración propia de la que se recoge en las obras de Carl Schmitt, quien mantenía muy buena relación con D’Ors, y Gibert lo citaba con ocasión y sin ella. El problema de leer a Schmitt es que uno puede crearse un imaginario colectivo lleno de intelectuales enemigos, cuando en realidad se trata de pajaritas de papel. D’Ors se extralimita al hablar de la altura intelectual de Gibert y de la “mediocridad de nuestros colegas”. Gracias a Dios no sabemos quienes son esos colegas. Solo hubiera hecho falta que dijera sus nombres en una carta suya.
Pamplona, 5 de abril de 1988
Querido amigo:
Gracias por el envío de Orlandis ’70 encuadernado. Ha quedado muy bien, y yo me honro –se lo digo una vez más– de haber colaborado en su iniciativa. Admiro de verdad su empuje, y solo quisiera contar con alguien como Vd., que me animara en estos momentos “decaídos” de mi vida académica. Pero yo le pido dos favores: 1) que no le dé más vueltas a la informalidad de los teólogos de aquí. Todo lo que Vd. diga –con razón, y es lo peor– sólo servirá para los que yo supongo enemigos de Vd., mío y de la Universidad de Navarra. Haga vd. el sacrificio de olvidar eso. ¿Es mucho pedir? ¡Gracias!. 2) Gibert. Le conozco desde hace años. Yo no sé en qué puede el haberle ofendido, ni entiendo eso de la “cátedra feudal”, que me parece no sale a relación en el “Correo académico” –mi contribución al homenaje hispalense a Gibert es sobre su “Correo académico”, pero Rafael Gibert es, para mí, “intocable”–. Piense Vd. que él suele decir: “Si me entero de que Álvaro [d’Ors] ha cometido un homicidio, yo diré: “por algo será”. ¿Cómo quiere que yo me adhiera a sus querellas contra él? [Añadimos que ni había querellas, ni había discrepancias. Era todo un simple montaje triangular]. ¡Una fortuna contar con personas que le defiendan a uno contra la Justicia! ¿Se puede pedir más? Así, no espere Vd. que yo diga nada a Gibert de sus agravios contra él. Antes bien haré un elogio de Vd. ante él, y creo que él lo aceptará, pues viene de mí. ¿No es esto mucho mejor? Si él se adhiere al homenaje a Orlandis en Pamplona –del que yo tengo noticias; el tomo sí ha salido será por fidelidad, y también por mí– [Rafael Gibert escribió en Orlandis 70, un artículo largo de 48 pp. sobre “Acusaciones y maleficios o Derecho penal en las Partidas”, pp. 299-347].
Póngalo Vd. en la columna del “haber” de su contabilidad de amistades-enemistades. Gibert es un escritor excepcional, hombre sabio, arbitrario, de reacciones inesperadas, hasta el punto de que le llaman “loco”, pero ocurre incluso con los santos. ¡Qué diferencia entre él y la mediocridad de tantos de nuestros colegas! Es imposible que Vd. no lo perciba. Si tiene Vd. algún agravio contra él, dígaselo directamente, y verá como todo sale mejorado. Estoy seguro de que Vd., a pesar de todos los agravios, es capaz de ver que Gibert es un hombre excepcional, y superior a la gran mayoría de nuestros colegas. Ya le digo, para mí: “Gibert es intocable”. Esto. A pesar de las muchas diferencias que nos separan y de algunos sinsabores que él me da con muchas de sus “salidas”…
Ya tenía noticia de que Camacho [Fermín Camacho Evangelista] tenía un vástago romanista, y… ¡Qué Dios los mejore! En algunas ocasiones el “senior” se ha portado de manera increíblemente perversa, como en las oposiciones últimas de Valencia, pero también comprendo que no perdona, no a mí, sino a mis discípulos, por el desprecio que han sentido por él. Yo nunca hice nada contra él. Es un granadino como otros…
No me desprecie las dos peticiones que le hago. Le entreveo temperamental y muy independiente, pero capaz de sacrificio.
Un saludo
Álvaro d’Ors
Arxiu Nacional de Catalunya, Sección Valls-Taberner, Subsección Álvaro d’Ors.
[Nº 7]. Carta de Álvaro d’Ors a Manuel J. Peláez
Pamplona, 15 de abril de 1988
Querido amigo:
Recibí su carta del 6, y luego el esperado paquete, que aquella anunciaba, de “Orlandis ‘70”, con mis separatas, más el número 6-7 de los Cuadernos informativos. Enhora buena y gracias. Todavía no veo con claridad el conjunto de esas publicaciones –todas ellas interesantes que está Vd. llevando adelante– con admirable eficacia, competencia y felicidad. Pero la verdad es que en todas ellas se encuentran lecturas valiosas. Y este homenaje a Orlandis ha salido muy bien, y creo –dejando mi nombre aparte– que ha hecho Vd. muy bien en seguir un criterio selectivo, pues, en general, “estos escritos en honor” pecan de falta de selección en las colaboraciones.
Del libro homenaje de la Facultad de Teología de aquí no tengo noticias, pero no creo que sea de inminente aparición, ni mucho menos.
No aclara Vd. que el homenaje personal a Orlandis iba a ser en Pamplona. No hubiera yo puesto reparos a escaparme de la laudatio, pero no lo sabía.
Comprendo su disgusto por el fallo en la previsión de ese homenaje conjunto de las dos Facultades. Si yo hubiera tenido noticia de esa iniciativa, quizá le hubiera disuadido de intentarlo. Sin duda que Don J. Ignacio Saranyana se comprometió precipitadamente para ese acto y esa fecha. No se trata, en realidad, de defecto de “curas” como dice Vd., sino de que todas las decisiones de gobierno –y esa celebración requería una decisión de ese tipo se toman, en esta Universidad, por votación de la Junta de Gobierno–, nunca por una persona, ni siquiera por el Rector. Así, todavía menos quienes no forman parte de esos órganos de decisión puede asumir un compromiso como ése. Eso explica que yo no tuviera la menor noticia del proyecto, pues, probablemente, no se había tomado la decisión, y no sé todavía si ésta será positiva o no, si llega a haberla. Este sistema de gobierno evita el arbitrio de los accidentales gobernantes, pero tiene, ad extra, el inconveniente de que no se pueden asumir compromisos medianamente firmes. Es cuestión, pues de forma de gobierno y no del estado de clérigo.
En fin, yo comprendo que Vd. esté disgustado por el resultado, pero he querido explicarle la causa de esa aparente informalidad, que estoy seguro sabrá Vd. entender y excusar.
De nuevo le felicito por su fecundidad admirable, y agradezco su envío.
Suyo affmo.
Álvaro d’Ors
Arxiu Nacional de Catalunya, Sección Valls-Taberner, Subsección Álvaro d’Ors.
[Nº 8]. Carta de Álvaro d’Ors a Manuel J. Peláez
Pamplona, 7 de junio de 1988
Mi querido amigo:
No me demoro en contestar su carta del 29 de mayo porque no quiero dejar de suplicarle que re-piense su decisión de volver al asunto de la incoordinación de su acertado homenaje a Orlandis con el de la Facultad de Teología de esta Universidad. Si tiene Vd. en algo el consejo de este viejo –y creo conocer los datos para poder darlo en este caso–, no publique nada que pueda ser entendido como una queja. Hay un dato fundamental, que es la imposibilidad de Orlandis, que se hallaba en Roma, de poder venir para la fecha que Vd. deseaba; él mismo me lo ha dicho, y siente que Vd. se haya disgustado por ello. En su discurso en el homenaje que le tributó en el Aula Magna, que fue un modelo de ponderación y medida, le dedicó a Vd. unas palabras muy elogiosas y agradecidas por el homenaje que Vd. promovió y llevó felizmente a término. Como ve, a pesar de conocer su disposición contraria, no dejó de ser Vd. invitado, como era obligado hacer. En cambio, creo que fue un mal gesto el excluir a [Ismael] Sánchez-Bella del homenaje de los historiadores del Derecho –“por razones técnicas y científicas” no me parece justificarse esa exclusión–, pero Sánchez Bella en ningún momento se ha lamentado de este desprecio, pues es hombre virtuoso y de gran dominio de sí mismo. No conozco las discrepancias que pueden haber surgido entre Vds. dos, pero yo creo que debemos esforzarnos por superarlas. Yo le dediqué –puesto que no se hablaba de estudios con ocasión de su jubilación– un artículo en “Verbo” (que se relaciona, en cierto modo, con el de Málaga dedicado a Orlandis).
Es curioso que yo tenga que dar consejos parecidos a estos que le doy a Vd. –y que supongo no los tomará a mal– a mi querido Jesús Burillo, con el que –no sé si se conocen– veo que tiene Vd. cierta afinidad “temperamental”, aunque él no haya realizado la enorme obra de promoción científica que está Vd. llevando a cabo. Y, a propósito de esa censura de mi admirado colega Miquel, a la tesis de Burillo. He de decirle que lo ocurrido fue exactamente así (lo sé yo por ser el director de esa tesis): el trabajo de Albanese nos llegó (a Santiago) cuando Burillo había terminado su manuscrito, y, en buena parte, los dos autores entonces habían llegado a conclusiones parecidas independientemente; hubo que introducir las citas de Albanese –que aparece citado en la tesis (quizás esto no lo hayan dicho)–, y el único defecto consistió en que, al referir el pensamiento de Albanese, lo hizo sin el debido “entrecomillado” de citas literales, de lo que parecía haber aparente plagio, que resulta no serlo, evidentemente, cuando se lee la tesis, que, por lo demás, puede Vd. leer en el AHDE. Esto lo vió así el tribunal unánimemente, y por eso no se atendió la acusación de plagio del contrincante.
Yo conozco a Miquel desde hace años. Estuve en el tribunal, de Valencia, de su tesis doctoral, que también publicamos en el AHDE, cuyas puertas siempre estuvieron abiertas para él. Tuvo una formación romanística, con Kunkel, superior a la de todos los otros romanistas españoles. En unas oposiciones no salió –creo que se retiró– por una razón formal –no sé si por no llevar la memoria encuadernada o algo así–, pero yo “no” estaba en ese tribunal. Sí estuve en el siguiente, por el que salió, naturalmente, con mi voto; pero nunca me ha perdonado que se le diera La Laguna (2º puesto), donde él vivía entonces con su familia, y saliera Burillo, con el primer puesto, para Murcia. Como suele ocurrir conmigo, siempre resulto ser –de los cinco del tribunal– el único responsable. Esto explica que él no me corresponda en la buena querencia que yo tengo por él. Es cierto que yo me puedo equivocar y tengo muchos defectos, pero Miquel ha tenido la mala suerte de un carácter que ha impedido el brillo de su talento y excelente formación.
Respecto al asunto de [Enrique Manuel] Guerra Huertas, es natural que Vd. sintiera que mi amigo Gibert informara favorablemente su trabajo (quizás había sido él quien le estimuló a hacerlo, en un primer momento), pero no es, después de todo tan insólito que un candidato busque “informes” donde fuesen, para que luego decida una comisión. Lo que yo hecho de menos en este asunto es que no haya habido más relación entre Gibert y Vd. a propósito del traslado de ese doctorando. Pero no debe Vd. molestarse por ello –en todo caso, fue la comisión, supongo, la que decidió, y no el solo informe de Gibert–; –y le contaré que, hace años causé yo, con un informe mío, la retirada de una tesis doctoral, en los dos días en que suelen depositar las tesis en el Decanato o sala de Profesores–, pero luego, su director consiguió que saliera en Madrid, esa misma tesis, con la máxima calificación. Yo no me enfadé por ello, pues admito que cada Universidad pueda tener su nivel de exigencia.
Así, pues, no hay que “mantenerse alejado” de nadie –“por razones de prudencia” como Vd. dice. De estos alejamientos es de donde surgen luego los malentendidos y hasta rencores. Crea Vd. que yo he pasado, como es inevitable, por trances menos correctos, en mi larga vida, pero que no tengo rencores. Ni incluso contra aquellos que obstinadamente se oponen a mí, sobre todo en cabeza de los que pueden parecer mis discípulos. Me da pena su obstinación, pero nunca haría nada malo contra ellos; perdono como deseo ser perdonado también.
En el tema de la hostilidad a la Universidad de Navarra, creo que es Vd. excesivamente optimista, quizá por tener una información insuficiente. Pero también es verdad que cada día tiene más amigos –gracias a cuyas aportaciones económicas ella puede sobrevivir–, y que –eso es lo más importante– esta Universidad es un “milagro”. Quizá solo los que estamos dentro de ella podemos ver que es un milagro, sin explicación humana posible. Si tiene Vd. dudas sobre ello debería venir algún día.
Quizá cuanto le he dicho en esta carta le parezca no corresponder a la confianza que ha podido haber entre nosotros, que vivimos en ciudades tan lejanas, y no hemos tenido un contacto personal como yo hubiera deseado, pero me he permitido romper esa barrera, con la esperanza de poder, quizás, influir algo en su ánimo, y evitar esa nota de protesta [no hubo ninguna nota de protesta, ni se pasó por la imaginación de nadie, como no fuera la de d’Ors] contra nuestra Universidad.
Un abrazo,
Álvaro d’Ors
Arxiu Nacional de Catalunya, Sección Valls-Taberner, Subsección Álvaro d’Ors.
[Para el verano –desde fines de junio hasta principios de noviembre–] puede escribirnos a Salvador Moreno, 54, 36001 Pontevedra. (Ya estoy definitivamente jubilado)].
[Nº 9]. Carta de Álvaro d’Ors a Manuel J. Peláez
Pontevedra, 11 de julio de 1988
Querido amigo:
Le agradezco el envío de la nueva revista AAVT. Me causa admiración, ante todo, su capacidad para abarcar zonas distantes del pensamiento, y el mismo título –¡tan largo!– de su revista, y en inglés, a pesar de ser castellanos la mayoría, casi la totalidad de las contribuciones, ponen de manifiesto la amplitud de su horizonte personal. Como mi capacidad de recepción, aunque debilitada por los años, es también grande, su revista es para mí una catarata de estímulos –catarata más que fuente o cauce– que no sé cómo voy a poder resistir. En mi juventud, recuerdo, paseando por Coimbra con el gran [Manuel] Paulo Merêa [1889-1977], me decía: «No quiera Vd. coger la luna con las dos manos». No sé si esto es un dicho conocido, que él repetía, pero ¡cuantas veces he sentido el eco de aquella sabia advertencia del viejo maestro! En efecto, ¿seré capaz de leer todas las páginas, todas ellas interesantes y hasta excitantes para mí? ¿Podrá Vd. resistir el peso de ordenar esa cantidad de voces y formas? Deseo que tenga Vd. fuerzas para ello.
Supongo que habrá recibido Vd. mi carta anterior, en la que le hablaba del acto en homenaje a Orlandis, y de cómo este tuvo un justo recuerdo de la iniciativa de Vd. para el volumen de Orlandis ’70. Tambien le volvía a hablar de Gibert. Cuando pienso en el infortunio del accidente ocurrido entre Vds., me reafirmo en la idea de que, si Vd. le tratara personalmente, encontraría en él un alma afín, y pasaría muy buenos ratos charlando de todo. ¿Por qué no intenta Vd. romper el hielo en uno de sus viajes a Madrid? Creo que sería para Vd. un gratificante descubrimiento. También yo desearía tener ocasión de hablar con Vd. largamente, pero lo veo difícil.
Un cordial abrazo de
Álvaro d’Ors
Aunque pasaré la mayor parte del tiempo –hasta finales de octubre– en Carballedo, vale siempre mi dirección de Pontevedra.
Mi dirección en los meses estivales: Salvador Moreno, 54, 36001 Pontevedra. Su doble dirección – Palmeras del Limonar y av. de la Estación– me desconcierta. ¿Cuál es la buena?
Arxiu Nacional de Catalunya, Sección Valls-Taberner, Subsección Álvaro d’Ors.
[Nº 10]. Carta de Álvaro d’Ors a Manuel J. Peláez. En la corrección de pruebas de imprenta al uso se pone de manifiesto que no solo corrige Álvaro d’Ors, sino que añade multitud de cuestiones nuevas que fueron incorporadas al texto del largo artículo, tecleado por José Luis Cambil, y que escritas con la propia letra a mano de Álvaro d’Ors patentizan que la autoría de Dolores García Hervás no es nada clara; sí que lo es, sin embargo, la del propio Álvaro d’Ors. Es decir, que es un trabajo de co-autoría, no de dirección científica. Obviamente Álvaro d’Ors se abstiene de hacer referencia a que es él el verdadero inspirador y escritor de este estudio sobre la teoría del creditum, en buena parte de su extenso contenido. Sin embargo, Álvaro d’Ors reconoce una contribución mayor a García Hervás, como se deduce de su afirmación siguiente: “El esfuerzo que ha hecho la autora [García-Hervás] por presentar ordenadamente lo que había escrito yo en una larga serie de artículos dispersos, me ha liberado de tener que hacerlo yo, que nunca hubiera podido llevarlo a cabo con la misma objetividad con que ella lo ha hecho. De este modo, ha ofrecido a la romanística un trabajo por el que todos debemos sentirnos agradecidos, y que, como es comprensible, ha sido para mí causa de singular satisfacción”. Damos las gracias a Álvaro d’Ors por este artículo tan amplio como complejo e interesante, que se publicó en los “Cuadernos informativos de Derecho histórico público, procesal y de la navegación”, Barcelona, Promociones Publicaciones Universitarias, Barcelona, nº 9-10 (enero 1989), pp. 1887-2038. Álvaro d’Ors fue un hombre muy generoso.
Pontevedra, 19 de septiembre de 1988
Mi querido amigo:
Me acaba de llegar –“urgente”– su envío de las pruebas del artículo (no ya “tesina”) de Dolores García-Hervás, y quiero escribirle, sin demora, para acusarle recibo y decirle que me pongo, como trabajo preferente, a la corrección de este artículo, que veo que viene ya en pruebas compaginadas. Creo corresponder a su solicitud y admirable dinamismo con mi mejor disposición para colaborar. No escluyo, naturalmente, colaborar en su revista –creo, sinceramente, que debe Vd. encontrar una forma más sencilla de referencia abreviada que la impronunciable de “Cidhppn”, impronunciable e imposible de retener en la memoria–, aunque debo decirle que su arte para cambiar cosas aparentemente heterogéneas no me desconcierta en modo alguno. Por lo que a las nuevas revistas que me anuncia se refiere, quiero decirle que … “del dicho al hecho hay mucho trecho”. Es absurdo que los dos catedráticos [de Derecho romano] de la Complutense, por no llevarse bien –el más hostil a mí es Torrent, antiguo “obsequioso” becario de mi Instituto de Roma…–se empeñan en sacar revistas; creo que fracasarán. Mi hijo Javier, hombre de pocas palabras y de nula propaganda, va a sacar en Santiago unos Cuadernos Compostelanos de Derecho romano, que no serán una revista, sino separatas seriadas de artículos de 100 páginas como máximo. Creo que es una buena idea. El primer número que está en la imprenta es una edición de la Lex Irnitana, suya y mía. El retraso se debe a los cambios en el Secretariado de publicaciones de la Universidad de Santiago. Vendrá luego un avance de una tesis (calificada cum laude) de una discípula de Javier, y seguirán otras cosas. Debo decirle que él deseaba sacar lo del creditum de Dolores García-Hervás, pero yo le convencí de que se cediera a Vd. por la mejor esperanza de celeridad que Vd. ofrecía. Esta Dolores es una joven excepcional. Tras licenciarse en Valencia, hizo, ya en Pamplona, la carrera (eclesiástica) de Derecho Canónico (esto ya le dice bastante de su condición personal), y allí se doctoró con una tesis doctoral sobre “colegialidad” que el difunto y bien recordado Pedro Lombardía (que estaba en el tribunal) dijo que había sido la mejor tesis doctoral de aquella Facultad); pero no se ha publicado todavía, pues es muy extensa, y algo no-conformista con ciertas rutinas de los canonistas, aunque ya hoy, para más tranquilidad como director de esa tesis, han sido superadas. Tras un año de trabajo interno de responsabilidad, vuelve ahora a la Universidad en Canónico, no ya en Romano. Yo sigo cuidando de ella, y ha estado hace pocos días aquí para enfocar su futura preparación como canonista. Quiero decir con esto que está Vd. apostando por un “ganador”. Pero yo le agradezco mucho que haya tenido Vd. el rasgo de admitir como artículo uno tan largo. Como le digo, me pongo ahora al trabajo de corrección y le haré llegar las pruebas corregidas cuanto antes. Calculo que no tardará una semana.
Me habla Vd. de “un artículo suyo sobre el “creditum” (que no ha llegado)”. Me sorprende. Betancourt que me habló de todo esto, nada me dijo de un “artículo mío”. Lo que sí le dijo a Dolores (por teléfono, estando ella en casa) es que deseaba que yo hiciera una “presentación” del artículo de Dolores que no fuera excesivamente breve. De acuerdo con esto, yo escribí esa presentación, que le mandaré con las pruebas. La misma Dolores escribió un breve “prólogo” (que, como verá, yo retoqué), de forma que lo que, en las pruebas, figura como “prólogo” se convierta en “Introducción”: me parecía necesario que la autora, ahora canonista, explicara por qué publicaba un “artículo” romanístico de hace años. Así, como ya indicaré en las pruebas, debería preceder a la “Introducción” (antiguo prólogo) de Dolores, mi “presentación” y el breve “prólogo” de la autora. Esto siempre que a Vd. le parezca bien, pero creo que no pasa nada por aumentar un par de páginas en el comienzo. Quiero añadir que, como tenemos que doctorar a Dolores en Derecho Canónico en la Facultad de Derecho (de Navarra), para que pueda presentarse a unas oposiciones de titulares de Derecho Canónico (de Santiago), voy a retocar la nota del primer asterisco poniendo –lo que no es falso– “doctora por la Universidad de Navarra”.
Me alegro de que Fernando Betancourt le sirva para la sección romanística de su revista. Francamente, los romanistas con los que Vd. ha venido contando no podían dar mucho más de lo que dieron. Por mediación de Fernando, al que quiero bien, yo quisiera ayudarle a llenar ese hueco del derecho romano, pero me gustaría saber cuáles son exactamente sus deseos, en cuanto a temática, extensión y periodicidad. Como le decía, hay que favorecer esos Cuadernos Compostelanos de mi hijo Javier, pero creo que eso no impide en modo alguno la colaboración con su revista. Yo estoy “viejo” –no me amarga decirlo– y no soy capaz de producir mucho, pero sí puedo orientar las publicaciones de mis antiguos colaboradores empezando por Rafa Domingo –tome nota de este nombre– que es quien se va a responsabilizar de la cátedra de Pamplona. Acabo de recibir una carta suya –llegada después de su envío “urgente”– desde Múnich y me dice que se dispone a asistir al congreso romanístico de Salzburgo. Su tesis doctoral fue sobre la auctoritas, y, por su talento y actividad, creo que puede hacer buen papel. Sobre él recayó “la faena” de cuidar de mi libro homenaje, por haber muerto el vicedecano que había tenido la iniciativa. Tuvo que hacer un papel superior a su actual madurez, pero lo desempeñó con mucho garbo, y, aunque yo era contrario a la iniciativa de ese homenaje, él lo hizo lo mejor posible. Ahora me habla Vd. de una “minibiografía” mía “con opiniones varias”. No puedo ocultarle mi temor ante esa iniciativa suya que agradezco, pues me halaga, pero tampoco mi temor de que no acabe de salir bien: es complejo consultar a las personas que conocen tantas facetas diversas de mis esfuerzos. Pertenezco a esa generación que tuvo que multiplicarse para llenar el vacío que dejó nuestra guerra. Como Vd. puede bien ver esos escritos en mi honor, que hicieron en Pamplona, sólo corresponden a una faceta o poco más. Esto ha causado disgusto en muchos no invitados. Vd. ya sabe que eso de organizar homenajes es siempre causa de disgustos.
Pero vuelvo a importunarle quizá con mi ruego vehemente de que lo que sea Vd. en momentos de contradicción como el que se refleja en su “Prólogo” de “Orlandis 70”. Hay que tener en cuenta la posición de muchas otras personas bien intencionadas, aunque luego puedan fallar en sus actuaciones. Créame: hay que ser muy comprensivo. Que ese admirable dinamismo de Vd. y espíritu independiente –yo lo comprendo muy bien–, no llegue a manifestarse en giros despectivos. En otras palabras: que su obra no le desborde. Es difícil, lo reconozco, pero debemos siempre tener bien sujetas las riendas de nuestra obra, de nuestra actuación. Que el centro de nuestra alma no deje nunca de gobernar todo lo que hacemos.
Y ahora ¡manos a mi faena de corregir las pruebas! He tenido que recoger los papeles de mi “Introducción civil al Derecho canónico”, que es el trabajo que me viene ocupando: la revisión de mis cursos, ya escrita en la Facultad de Derecho Canónico, para pasarlos a máquina, y ver si algún día se puede publicar ese muy extenso libro sobre todo lo humano y lo divino.
Extensa carta, ésta, pero escrita con toda la cordalidad que Vd. merece
Un abrazo
Álvaro d’Ors
Arxiu Nacional de Catalunya, Sección Valls-Taberner, Subsección Álvaro d’Ors.
[Nº 11]. Carta de Álvaro d’Ors a Manuel J. Peláez, donde Álvaro d’Ors vuelve a hablar sobre los muchos méritos de su discípula García-Hervás. Alude al discurso de inauguración de curso escrito por Antonio Ortega Carrillo de Albornoz, que en su versión impresa le fue remitido a D. Álvaro. Sin embargo, D’Ors no estuvo en el acto celebrado en un teatro de Málaga, como es imaginable, y lo que allí escuchamos fue sorprendente, con una capacidad extraordinaria de poner de relieve por parte de Antonio Ortega el tema que expuso. Magnífico, excepcional. El público se maravilló de las genialidades de Ortega. ¿Qué no le gustara a dos grandes juristas como D’Ors y José María Martín Delgado, importa, pero no tanto? El público quedó muy gratificado, y allí había mucha gente muy reconocida académicamente.
Pontevedra, 12 de octubre de 1988
Querido amigo:
Con este correo le mando, certificado, mi artículo –una conferencia de La Coruña–como ya le dije –sobre el destino de la “propiedad”. Si no encaja en su plan, pues no es estrictamente un “estudio histórico”, no tenga reparo en devolvérmelo. Estaba destinado a “Foro Gallego”, que es donde se publican estas cosas aquí, y volvería a esperar que esa revista se encauce, pues parece estar en crisis.
Ayer di una charla en “La Estila”, que estuvo en restauración durante dos años, y se ha vuelto a abrir. Resulta que yo había sido el primer conferenciante en ese Colegio mayor, hace cuarenta años, y quisieron que volviese a ser el primero en esta nueva etapa de su vida.
Contra lo que le anunciaba, mi regreso a Pamplona parece ser que se retrasará a fines de octubre. De todos modos, para las pruebas de mi artículo, en su caso, valdrá mi dirección de Pamplona. Allí estaré quizás hasta la primavera, o incluso también después, hasta el verano.
Como tenemos hijos allí en mayoría, es difícil dejar aquello, aunque ya estoy libre de quehaceres académicos.
La autora del artículo sobre La teoría del creditum, que Vd. ha hecho el gran favor de aceptar, está ahora, temporalmente, en Santiago, para aprovechar la biblioteca canonística de allí y poder ver a Don Juan Calvo, que dirige su trabajo en la actualidad. Pero yo puedo comunicarle lo que haga falta, si Vd. quisiese algo de ella en relación con su artículo. No creo que tarde mucho en ir a Pamplona, donde tiene una biblioteca canonística más rica. Como Vd. sabe ella se dedica ahora al canónico y no al romano.
Al ordenar aquí mis libros –lo voy haciendo lentamente– he puesto juntos todos los que he recibido de Vd., pero confieso estar desorientado por su fecundidad de editor, y, si no le cuesta mucho, le agradecería que me enviara una nota aclarativa de las distintas secciones de esa actividad; de lo que son publicaciones periódicas y de lo que son libros sueltos, como creo que serán los de Valls y Taberner (que yo conocí personalmente y me hizo gran impresión). Gracias.
Me hablaba Vd. del discurso inaugural último. Quizá no encaje bien lo de la “amenidad”… Francamente, yo creo que se trata de un género ya fijado por tradición, en el que no debe de haber caprichos. Es más, creo que no deben tener título esos discursos, sea cual sea su tema, sino que deben aparecer como “discursos inaugurales”, serios, académicos y sin “divismos”, pues todos deben pasar por el deber de hacerlos. Por lo demás, el bromear sobre el derecho romano pintoresco de las XII Tablas no me parece la mejor manera de prestigiar la asignatura en momentos de peligro como los que estamos pasando… Mi “discurso inaugural” de 1955 se recoge en mis Papeles del oficio universitario, p. 214.
Deseo que mi envío no se retrase tanto como el anterior.
Un cordial abrazo,
Álvaro d’Ors
Arxiu Nacional de Catalunya, Sección Valls Taberner. Subsección Álvaro d’Ors.
[Nº 12]. Carta de Álvaro d’Ors a Manuel J. Peláez
Pamplona, 4 de febrero de 1989
Querido amigo,
perdone esta muestra que puede parecer de impaciencia, pero se trata más que de preguntar por la publicación de mi artículo, por la del artículo de Dolores García-Hervás, que, como, opositora, es natural que desee verlo publicado. Le agradecería, pues, una orientación acerca de cuándo cree Vd. que puede ella recibir sus separatas. Ella sigue en Pamplona (Biblioteca de Humanidades, Universidad), pero es posible que en mayo se vaya a Santiago, y, si su artículo no sale antes, habría que mandar las separatas a Santiago. Está terminando un excelente estudio sobre los presupuestos constitucionales en la potestad judicial en la Iglesia.
En Santiago, me dice mi hijo, que acaban de salir los dos primeros números de los Cuadernos. Ya recibirá Vd. el anuncio, y supongo que no dejarán de adquirirlos para esa Universidad. Yo tengo mucha ilusión en esa serie, que puede ser muy útil para los romanistas, después de ver que se les han cerrado las puertas del Anuario [de Historia del Derecho Español].
Espero sus noticias.
Le saluda cordialmente,
Álvaro d’Ors
Arxiu Nacional de Catalunya, Sección Valls-Taberner, Subsección Álvaro d’Ors.
[Nº 13]. Carta de Álvaro d’Ors Pérez Peix a Manuel J. Peláez
Pamplona, 8 de mayo de 1989
Querido amigo,
En modo alguno estoy disgustado; antes bien, no tengo más que motivos de agradecimiento para Vd. Voy recibiendo sus envíos, y, entre ellos, el número con mi conferencia coruñesa; por duplicado y no sé si esto sustituye a las separatas; porque, como Vd. puede ver, esa conferencia mía es muy “ambiciosa” –nada menos que una propuesta de giro copernicano del derecho para “convertirlo” al cristianismo–, y, en caso de no haber previstas separatas, sacaría algunas fotocopias. Me dice también que “el resto de las separatas de Dolores” (de la tesina valenciana) las tiene Betancourt; también aquí, por el interés de la autora, pudiera saber si habría inconveniente por parte de Vd. en que se republicara en una serie más accesible a los romanistas. En todo caso, yo estoy muy agradecido por su generosidad en haber dado cabida a un “artículo” tan largo. Por cierto, Dolores García-Hervás pasó su segunda tesis canónica –la primera era de la Facultad de Derecho Canónico– con todos los honores, y parece ser que la Universidad quiere publicarla pronto. La autora es muy inteligente, tiene una personalidad fuerte y creo que su nombre llegará a tener un puesto destacado entre los canonistas; yo llevo ocho años trabajando con ella, y creo que su opción por el Derecho Canónico era la mejor, pues la canonística está muy necesitada de personas como ella para superar la actual crisis de identidad –el pastoralismo del Vaticano II también ha contribuido a esa crisis– que padece la canonística.
Mi colaborador –actual responsable de la cátedra– Rafael Domingo se ha encargado de distribuir todos los papeles que Vd. me ha enviado supuestamente con ese fin; no sé si acaso alguno de los destinatarios habrá recibido ya su envío por otro conducto. Como yo deseo marcharme a Galicia cuanto antes, y puedo estar ausente varios meses, quizá sea mejor hacer ese envío conjunto (lo que sea para mí puede enviarlo a Pontevedra) a Rafael Domingo en la misma Biblioteca de Humanidades. (Lo de poner “Euzkadi” –que ya comprendo que es de broma– no es recomendable, pues ya se puede Vd. imaginar que aquí vivimos sensibilizados ante la amenaza de anexión).
El hacer reseñas no es cosa que tenga muchos “aficionados”, pero creo que Betancourt hará con gusto la de esos dos primeros Cuadernos Compostelanos; quizá él mismo puede buscar otras personas que lo hagan. ¿Cuándo saldrá la de Domingo?
Repito: no estoy disgustado, sino sólo desconcertado por la multiplicidad y vivacidad de sus publicaciones. ¡Dios le conserve las energías! ¿Cuándo nos conoceremos?
Un cordial abrazo,
Álvaro d’Ors
Mi gran amigo Gibert y Vd. se parecen bastante, pero la mezcla resulta explosiva.
Arxiu Nacional de Catalunya, Sección Valls-Taberner, Subsección Álvaro d’Ors.
[Nº 14]. Carta de Álvaro d’Ors a Manuel J. Peláez
Pamplona, 12 de junio de 1989
Querido amigo:
Gracias por el envío de las separatas de P[romociones] P[ublicaciones] U[niversitarias], 10, y dos ejemplares del mismo número; entrego a la biblioteca el que venía con ese destino. Ya veo que la difusión es generosa.
El 25 de este mes me pienso ir a Pontevedra –a la dirección que ya conoce: Salvador Moreno 54–, y por varios meses. Allí tengo todos mis libros, y prefiero recibir allí todos los que me mande.
No he visto ese libro sobre el pensamiento político catalán, pero no creo que sea necesario intervenir –tampoco que lo haga Rafael Gibert– cada vez que digan cosas menos gratas de nuestra familia.
No tengo noticia de quién va a hacer la reseña de los Cuadernos Compostelanos. Del gran libro de Wieacker, como ya dije a Fernando Betancourt, no me puedo comprometer, de momento, a hacer un comentario, ni reseña; tengo que contar con un ánimo que ahora no tengo; no sé cómo estaré este verano. Disculpe si, con los años va perdiendo uno facultades. ¡Que Dios le conserve las suyas mucho tiempo!
Un abrazo,
Álvaro d’Ors
Arxiu Nacional de Catalunya, Sección Valls-Taberner, Subsección Álvaro d’Ors.
[Nº 15]. Carta de Álvaro d’Ors a Manuel J. Peláez
Carballedo, 26 de julio de 1989
Gracias por su carta del 17 de julio, y, de nuevo por sus favores como editor. No dejo de felicitarle por ese PPU [Promociones Publicaciones Universitarias de Barcelona], pero sigo sin ver claro. Comprendo que no me dé Vd. autoridad para aconsejarle, pero creo que debería Vd. buscar un consejero discreto, que le ayudara a poner un poco de orden en esa “jungla de siglas”. También, a calmarle un poco en sus aparentes impaciencias.
En efecto, me habla Vd. de “encargos” que no me parece que nadie haya asumido conscientemente; por ejemplo, el de la recensión del nuevo libro de Wieacker, que ya le dije que yo no sabía si sería capaz de hacerlo, y, de hecho, lo tengo en Pontevedra sin leer. Respecto a Rafa Domingo, no debe Vd. agraviarlo porque haya suspendido a un “malagueño ilustre”, pues puede Vd. estar seguro de que habrá sido con toda justicia; esto, aparte la cuestión de que haya que examinar –como hace él–, en la Universidad de hoy, o no– como acabé por hacer yo. Su dirección en Alemania es el centro de allí, el más antiguo de Alemania: 5300 Bonn 1, Adenauerallee, 129, tel. 07-49228-213972. Pero no sé cuando vuelve a Pamplona, por lo que quizá sea mejor que le envíe las separatas a Pamplona.
Que yo sepa, el único que tiene cierto compromiso de colaboración permanente con Vd. es Betancourt, que también está en Alemania, en la Universidad de Múnich; pero tampoco sé hasta cuándo. El trabajo mío del que le hablé como posible era en honor a Hernández Tejero, pero ahora me escribe [Javier] Paricio, de la Complutense, diciendo que van a publicar allí un libro homenaje, al que naturalmente mandaría allí mi artículo. Así, de momento, nada hay que esperar de mí; de momento, pero quizá… hasta que supere la actual crisis de la jubilación, si es que Dios quiere que la supere, pues ando muy flojo.
Me sorprendió, por lo demás que alguien vaya a reseñar mi libro La violencia y el orden. Creí que Vd. no lo conocía, pero ahora veo que, a pesar de sí conocerlo, me propina Vd. ese flechazo de que “vale más olvidar el 18 de julio, fecha de infausto recuerdo”; pero, no para mí naturalmente, es una fecha capital de mi vida. No crea Vd. que me impresiona mucho ese “disparo”, pues, por la generación a la que pertenezco, yo conviví con amigos rojos antes de la guerra y tengo comprensión por el antagonismo. Solo que, en el caso de Vd., tan joven e ignorante de las circunstancias, creo que Vd. hubiese sido de los que se unieran al levantamiento militar del general Casado, a principios de marzo de 1939, con más de tres años de retraso. ¿O acaso hubiera estado Vd. al lado de Negrín y otros comunistas? Francamente un católico conocedor de esa historia me parece que difícilmente puede negar la “necesidad” del alzamiento de 1936. Mis amigos exiliados, con el tiempo, vinieron a estar “de vuelta”. En fin, esta actitud algo hiriente de Vd. no me ofende, pues pienso que es Vd. demasiado joven para conocer realmente la historia de mi generación. Lo que me sorprende, como le digo, es que favorezca Vd. una reseña de un libro mío tan contrario a su actitud, a pesar de su brevedad, que yo haya escrito.
Seguiremos en contacto, pero insisto en la conveniencia de que busque Vd. un asesor que le merezca más crédito que yo para ordenar su estupenda actividad editorial.
Suyo, cordialmente
Álvaro d’Ors
Arxiu Nacional de Catalunya, Sección Valls-Taberner, Subsección Álvaro d’Ors.
[Nº 16]. Carta de Álvaro d’Ors a Manuel J. Peláez
Pamplona, 16 de febrero de 1990
Querido amigo:
Gracias por el envío de nuevos números de su cantera editorial inagotable, y por sus líneas de acuse de recibo de mi contribución al homenaje a Don Gonzalo, y de aviso de la dirección del encargado de ese homenaje, en Madrid.
Como regla general, prefiero recibir los libros en Pontevedra, pues los que me llegan a Pamplona tengo luego que levarlos para allá, y a veces, agravan el transporte. Allá tengo un estante dedicado exclusivamente a todos sus envíos. Tengo que reconocer que, aparte del interés del contenido, esos volúmenes son muy lucidos y de presentación amenísima, pero no puedo ocultarle mi desconcierto, por no saber como ordenarlos, ni citarlos, aparte lo que son simplemente obras de Valls i Taberner. En algún momento me vi tentado de poner, Homenaje Valls i Taberner, año X, sin más. En el fondo es eso, y no está mal, como tampoco ese homenaje sin fin-no sé si van por la treintena de volúmenes o más –a Vogt, que lleva la revista Temporini: los de “Austies und Niedergang…”.
Ya veré lo que sale de esa historia del caso [Cosme Parpal i Marquès], en el que creo recordar que [José] Ortega [y Gasset] en aquella ocasión fue favorable a mi padre. Parece ser que hubo alguna influencia prelaticia por medio. El desengaño fue decisivo…
La autora del largo artículo sobre el creditum que tuvo Vd. la amabilidad de publicar, Dolores García-Hervás, interina titular de Derecho canónico en Santiago, tiene ahora, en los primeros meses de 1991, las oposiciones a esa plaza que ocupa y me dice que está en su tribunal Don Francisco Vera Urbano, que Vd. debe de conocer, al menos como colega de Facultad. Ella, aparte de ser la única candidata, lleva un par de libros y varios artículos y ponencias, que acreditan su dedicación. Supongo que el Dr. Vera tendrá buen concepto de ella.
Ahora, regresado a Pamplona, pienso permanecer aquí varios meses, si Dios lo permite, aunque siempre anhelo volver a mi casa de Pontevedra.
Deseo que este curso haya empezado felizmente para Vd.
Le saluda con todo afecto
Álvaro d’Ors
Arxiu Nacional de Catalunya, Sección Valls-Taberner, Subsección Álvaro d’Ors.
[Nº 17]. Carta de Álvaro d’Ors a Manuel J. Peláez
Carballedo, 19 de julio de 1990
Querido amigo,
Recibo su carta, y, francamente con ella, la primera noticia de ese proyectado homenaje a Don Gonzalo, al que conozco, y cuyos trabajos siempre he apreciado. Me encuentro ahora en condiciones poco propicias para escribir una contribución, alejado, como estoy, de los libros y papeles. Aunque bajo de vez en cuando a mi casa de Pontevedra, siempre es por poco tiempo, sin calma para pensar en un trabajo de ese tipo. Cuando vuelva a Pontevedra de manera estable, en septiembre, podré pensar en cómo salir de este apuro en que Vd. me pone, pero no antes. En todo caso, no lo olvido.
En un estante de mi estudio de Pontevedra se encuentran todas las publicaciones promovidas por Vd., pero sigo sin ver un orden, y lamentando que las separatas, por falta de indicaciones precisas del volumen a que pertenecen, sean difíciles de citar. Pero, en fin. Ahí está su fecunda actividad editorial.
Le desea feliz verano y saluda cordialmente
Álvaro d’Ors
Arxiu Nacional de Catalunya, Sección Valls-Taberner, Subsección Álvaro d’Ors.
[Nº 18]. Carta de Álvaro d’Ors a Manuel J. Peláez
Pamplona, 9 de dicembre de 1990
Gracias por su carta del 25 de noviembre. Le incluyo una papeleta del interminable homenaje a Vogt de que le hablé, que se ha convertido en revista, aunque con una periodicidad menos regular. Pienso que, dejando aparte las obras de Valls i Taberner que podrían formar otra colección, todo lo demás podría refundirse ventajosamente en una serie interminable de este tipo. Mis observaciones sobre la dificultad de cita –sobre todo con las separatas– no dudo de que las tendrá Vd. en cuenta.
Lamento mucho lo sucedido con la frustración de las expectativas de su amigo Vera en esas oposiciones de Granada, y no quiero dudar que las quejas de Vera sean justas, pues ya conozco cómo se cuecen esas mayorías de tres votos, incluso contra los candidatos locales. Vd. verá si, en estas condiciones, es prudente o no hablarle de la doctora García Hervás, a la que ha de juzgar para la plaza de titular de Santiago, a la que aspira como única candidata, y también como candidata local. Lo único que me parece que conviene que Vera tenga en cuenta es que la Dra. García Hervás “es discípula mía y no de esa escuela canonística de Pamplona” que él supone, pero que tampoco existe como escuela única. Piense que algún profesor de esa Facultad, como Don Arturo Cattaneo, es discípulo de Mörsdorf, inveterado contradictor de Lombardía (q.e.p.d.) y sus discípulos más directos; ese profesor de Múnich fue el maestro también del arzobispo Rouco, de Santiago. Y Vera tiene que conocer el libro de Cattaneo sobre Mörsdorf. Luego hay otros canonistas sueltos, de distintas tendencias –alguno debe haber todavía seguidor de Corecco, el obispo de Lugano–, y estoy yo, que pude tener alguna influencia en Souto, pero que sólo considero como discípula a García-Hervás. Vea Vd. si conviene o no que Vera tenga presente esa filiación, que es notoria, por las constantes referencias que a mi magisterio hace la autora. No creo que Vera tenga nada contra mí.
Lo que sí me parece necesario, para que Vd. pueda interceder en favor de lo que me parece de justicia es que Vd. mismo llegue a tener mejor concepto de la Dra. García-Hevás. Porque la expresión de Vd. “la chica esa” refleja un cierto desconocimiento de su categoría. Es una mujer de más de treinta años –lleva once trabajando bajo mi dirección–, con dos doctorados y una dedicación universitaria conocida. Vd. tuvo la bondad de publicar su tesina romanística, pero ahora le pido que tenga la de considerarla como una canonista respetable.
Aprovecho la ocasión para desearle muy felices Navidades y todo lo mejor para el ’91.
Un abrazo
Álvaro d’Ors
P. S. Me habla Vd. de una posible encuesta, entre extranjeros, sobre romanistas españoles. Francamente no me parece aconsejable, pero no porque podría ofender a algunos colegas, sino porque, para decirlo mejor, quedaríamos todos muy mal parados, pues “lo que escribimos los españoles no suele ser leído fuera de España”, aunque publiquemos en revistas extranjeras. Todavía se cierne sobre los romanistas españoles un prejuicio muy desfavorable, aparte de que el desconocimiento del español impide también que se nos lea. Como comprende, yo tengo una fundada experiencia, que, por lo demás, no me ha amargado ni impedido seguir publicando, aunque me temo que haya tenido tal efecto que algunos de mis colegas, muy capaces, pero que pronto se desanimaron precisamente por esa razón. Puede también suceder que encuentre Vd. algún extranjero que hable bien, por ejemplo, de mí, pero lo hace convencionalmente y “a bulto”, pues, cuando luego escribe, se ve claramente que no me ha leído. Créame: es mejor no hacer esa encuesta.
Arxiu Nacional de Catalunya, Sección Valls-Taberner, Subsección Álvaro d’Ors.
[Nº 19]. Carta de Álvaro d’Ors a Manuel J. Peláez, sobre petición de mediación en una titularidad de Derecho eclesiástico del Estado
Pamplona, 27 de diciembre de 1990
Gracias por su intercesión cerca de Vera [Francisco de Paula Vera y Urbano (1927-2005), catedrático de Derecho Canónico y luego de Derecho eclesiástico del Estado de la Universidad de Málaga] –comprendo que esté agraviado, y más si ahora se le pone una discípula del señor Reina–, quien quizá entienda que esa candidata de Santiago es discípula mía, y, por ello, más de la “Escuela Compostelana” (aunque así se llama, en rigor, a la de romanistas) que de la aparentemente dominante en Pamplona.
A pesar de esa “Escuela”, yo he sido muy poco tenaz y prepotente en la colocación de mis discípulos, pues, aparte de ser consciente de la relatividad de mis preferencias, tengo una mala experiencia de las decepciones.
Pero, al margen de ello, no comprendo cómo insiste Vd. en esa decalificación –“la niña” dice Vd., a pesar de lo que explicaba en mi carta anterior sobre su edad y publicaciones–, como si tuviera Vd. motivos para ello. Si se encontró ella, en París con un profesor de Derecho Canónico, es lo más natural que ella quisiera hablar de cánones, y eso le interesara más que los monumentos turísticos. Yo hubiera hecho lo mismo.
Por lo demás, si Vera [Urbano] no entiende las prelaturas personales, es porque no se ha parado a pensar que la relación fundamental del prelado con sus fieles es personal, como la del pastor-rebaño, clásico arquetipo; y que San Pablo, en cierto modo, como “Apóstol de los Gentiles”, tenía una prelatura personal y no territorial. En mi artículo sobre Iglesia universal e iglesias particulares, en Verbo, se aclara, aunque sea tangencialmente, que la prelatura territorial –la diocesana– es algo sobrevenido por derecho eclesiástico: ¡Jesucristo no fundó diócesis!
Respecto a los libros de “Antiquariat”: se puede pagar lo que sea por la tesis de Mörsdorf sobre la “Rechtssprache” del antiguo Código –un libro agotado y que nunca se reeditará–, pero por los otros libros que me señala no vale la pena gastar nada.
Volviendo a la Prelatura: supongo que Vera habrá sabido apreciar como algo “necesario” la consagración del Prelado del Opus Dei para explicar su jurisdicción, que no podía ser “delegada”. (¡Que no implique él en la evidencia canónica sus agravios personales por la lucha de oposiciones!).
¡Feliz 1991!
Un abrazo
Álvaro d’Ors
Arxiu Nacional de Catalunya, Sección Valls-Taberner, Subsección Álvaro d’Ors.
[Nº 20]. Carta de Álvaro d’Ors y Pérez Peix a Manuel J. Peláez, sobre el catalanismo y sus posiciones políticas y sobre novedades científicas
Pamplona, 11 de abril de 1991
Gracias por su carta del 29 de marzo; supongo que esas fotocopias vendrán por correo aparte. Nada me sorprende que mis posiciones políticas sean del agrado de lo que llama Vd. “derechas”. Esta palabra, después de todo, es difícil de desprestigiar, pues se contrapone a “sinistra”, que es cosa “siniestra”. Algo parecido sucede, por el contrario, a los “liberales”, que gozan de una ventaja similar, difícilmente neutralizable.
Lo que sí me sorprende es que, desde su punto de vista democrático, piense Vd. en “sistemas correctores para impedir que las posiciones extremistas pudieran ganar”. Supongo que lo mismo pensará Vd. para impedir que se puedan aprobar democráticamente leyes contrarias al derecho natural. En fin, me parece difícil conseguirlo si se acepta que las cosas se decidan por la mayoría de votos, indiscriminadamente.
Me pide Vd. la dirección de mis hermanos, a los que sin duda puede interesar esa parte del “Epistolario” que se refiere a nuestro padre. Son éstas: Víctor d’Ors, Apartamentos “El Valle”, IFA. 108-110, av. del Valle 13, 28003 Madrid; Juan Pablo d‘Ors, Rosales 52, 28008 Madrid.
Efectivamente, Carlos d’Ors, hijo de Juan Pablo, profesor en la UNED de Madrid, se ha venido encargando, con su padre, de las ediciones. Ahora, por cierto, los catalanes están en las “Obras Completas Catalanas” –acabo de recibir el Glossari: 1915–, lo que quizá pueda estimular alguna ayuda, hasta ahora siempre negada, para las castellanas.
Aunque nada me dice en esta carta –quizá por no haber hablado con el canonista Vera–, supongo que habrá superado Vd. su prejuicio poco favorable respecto a mi discípula Dolores García Hervás, titular ahora de Santiago, y cuyo trabajo sobre mi teoría del creditum acogió Vd. tan amablemente en de sus series Valls i Tabener.
[“No fue allí; d’Ors, cosa extraña, se equivoca, sino en una revista titulada Cuadernos informativos de Derecho histórico público, procesal y de la navegación, nº 9-10 (enero de 1989), pp. 1887-2038. Existen dudas entre los que han tenido acceso al trabajo, y del editor del mismo que la autora real y espiritual del largo artículo sea García Hervás. Para varios que lo han visto el autor fue Álvaro d’Ors. Además, en la corrección de pruebas de imprenta, d’Ors con su propia letra hizo numerosos añadidos. Raro sería que d’Ors solo pusiera comillas e hiciera correcciones menores. Por otro lado, la autora señala en la p. 1887 de la indicada revista: “Principalmente quiero dejar constancia en estas páginas de mi agradecimiento al Prof. Álvaro d’Ors que, como autor de la obra objeto de mi estudio, me ayudó, intensa y eficazmente, no sin saber distanciarse con objetividad de su propio trabajo, pero también por su interés en mi actual formación en Derecho canónico”] (Manuel J. Peláez).
Por si acaso no tenía noticia de ello, Jordi Rubió i Balaguer (1887-1982), hijo del catedrático y académico Rubió i Lluch, y nieto de Rubió i Ors, el poeta autor de Lo Gaiter del Llobregat, era pariente nuestro. Yo recuerdo a su padre, y conocí a Jordi, pero sobre todo a un hermano suyo Joaquín, ya fallecido, cuya hija Carmita fue muy fiel a mi padre.
Le ruego que me haga todo envío de impresos a Salvador Moreno, 54, 36001 Pontevedra, e incluso, entre mayo y noviembre, el de cartas.
Me alegra que vaya adelante el homenaje al Padre Gonzalo.
Un cordial saludo
Álvaro d’Ors
P. S. Mi hijo Ángel ha tomado posesión como titular de “Lógica” en la Complutense.
Arxiu Nacional de Catalunya, Sección Valls-Taberner, Subsección Álvaro d’Ors.
[Nº 21]. Carta de Álvaro d’Ors a Manuel J. Peláez
Pamplona, 23 de enero de 1992
Querido amigo,
Le agradezco su carta de Navidad, que me fue reexpedida desde Pontevedra (allí viven dos de mis hijas), pues más o menos de Adviento a Pentecostés, me hacen estar en Pamplona: como al viejo San Pedro, le llevan a uno y le traen, pero yo procuro no hacer más viaje que ese de ir y venir de Galicia, pues noto la fatiga de los años, de manera especial, en el “viajar”. Por lo demás, vivo contento en todo lugar.
Sobre el homenaje a Don Ismael no tengo noticias. Como no se hablaba de unos escritos reunidos, yo le dediqué el artículo sobre metahistoria jurídica, que ya conoce. Luego, se han publicado dos tomos, muy importantes, de sus estudios sobre derecho indiano. Y en la apertura de curso de 1991 se le dio la merecidísima para él medalla de oro de la Universidad. Pero de un acto especial no tengo noticia. No debería esperar Vd. esta ocasión para venir a Pamplona, que quizá no conoce Vd. todavía, y algún día deberá conocer.
Del homenaje al P. Gonzalo –que, por cierto, estuvo aquí antes de Navidad– no he vuelto a tener noticias. Como Vd. ve, las publicaciones no-rentables cada día se van haciendo más difíciles y lentas. Tiene Vd. suerte con su cantera barcelonesa.
Correspondo a sus deseos de feliz ’92.
Le saluda cordialmente,
Álvaro d’Ors
Arxiu Nacional de Catalunya, Sección Valls-Taberner, Subsección Álvaro d’Ors.
[Nº 22]. Carta de Álvaro d’Ors a Manuel J. Peláez
Pontevedra, 30 de julio de 1992
Querido amigo:
Me gustó mucho conocerle personalmente en Pamplona, aunque sentí no poder hablar con Vd. más largamente. Ese acto en honor de Sánchez Bella resultó muy bien, y francamente, no creo que se echara de menos una intervención mía, tanto menos por cuanto siempre se mantuvo en Pamplona una separación entre “Historia” y “Romano”. Yo había dedicado a Ismael un artículo –sobre Metahistoria jurídica– publicado en Verbo, y Salcedo, o quien sea, pensó que no era necesario reproducirlo en el libro-homenaje, que iba a ser de derecho indiano. Por lo demás, en esos mismos días, Ismael presidió el tribunal de dos tesis dirigidas por mí, y pude ver, una vez más, que, pese a nuestra recíproca simpatía, nuestros criterios, al menos sobre tesis doctorales, divergen bastante; es verdad que eran dos tesis doctorales algo “singulares”, y él, aunque les concedió el cum laude, no es partidario de la singularidad.
Sobre lo del “derecho a la vivienda”, es claro, me parece, que se trata de una pura fantasía. Ya sabe Vd. que sobre urbanismo en Roma tenemos a mano al especialista Murga (recién jubilado, y quizás emérito), pero no creo que haya nada que encontrar sobre eso en las fuentes romanas, ni en las post-romanas. Es más, esos flamantes derechos más o menos constitucionales de hoy no pasan de ser inanes reflejos de deberes que puede tener el gobernante. Piensa Vd. en el “derecho a la información”– ¿de quien voy a poder reclamar yo que me informen bien sobre la situación, por ejemplo, de Armenia? – o en el “derecho a la vida”– ¿de qué sirve el muerto? –, etc.
Pero, si no tiene Vd. responsabilidad alguna con este doctorando, deje que haga lo que quiera…
Me ha alegrado la noticia de la próxima boda de Fernando Betancourt. No estoy en condiciones de atender su amable invitación, pero le haré llegar un recuerdo, y me alegro de todo corazón, pues supongo que será feliz en su nuevo estado.
Lo del homenaje frustrado al P. Gonzalo me fastidia. Escribí a Rogelio Pérez-Bustamente (cuya dirección me dio Vd. en su día) para que me confirmara lo que Vd. me dijo (no le hablé de Vd.) y, en caso afirmativo, me devolviera el original para publicarlo en otra sede. Es posible que él haya pasado este mes fuera, de vacaciones, pero yo preferiría publicar esa contribución mía “en honor al P. Gonzalo Martínez” que, sin más, en otra publicación del Rector de la Complutense. Dígame lo que se le ocurra sobre ese enojoso asunto.
Tambien lamento que se retrase el libro-homenaje a mi amigo Hernández-Tejero, en el que figuro como promotor (¡), a pesar de que su jubilación fue muy anterior a la muerte de Arias-Bonet, cuyo libro “in memoriam” ya se ha publicado. ¡Esos colegas de Madrid no tienen formas!
Un abrazo
Álvaro d’Ors
Arxiu Nacional de Catalunya, Sección Valls-Taberner, Subsección Álvaro d’Ors.
[Nº 23]. Carta de Álvaro d’Ors a Manuel J. Peláez
Pontevedra, 1 de septiembre de 1992
Querido amigo:
En relación con lo que me comunicó Vd. en Pamplona acerca de la frustración del libro homenaje a D. Gonzalo, me dirigí –creo habérselo dicho ya– a Rogelio Pérez-Bustamante, cuya dirección me había Vd. comunicado. Como no he tenido respuesta –yo le pedía que eventualmente, me devolviera el original–, y como, en cierto modo, como fue Vd. quien me procuró esta participación en el proyectado libro-homenaje, me atrevo ahora a solicitar su ayuda con el fin de poder recuperar mi contribución, y poder dirigirla a quien se encargue de ese homenaje –si lo hay–o publicarla, dedicada, en alguna otra sede. Pensaba escribir sobre esto al mismo Don Gonzalo, pero me parece mejor empezar por pedir su ayuda de Vd. en este asunto, pues estará mejor informado que yo de lo que puede haber.
Insisto una vez más en la necesidad de ordenar de algún modo las publicaciones “Valls y Taberner” que Vd. lleva, con el fin de facilitar la cita exacta de los artículos publicados. Ya me dijo Vd. que la idea de “Fundación” no era aceptable pero siempre es posible cierta unidad –aparte la reedición de obras de Valls–, con un título simplificado, que pueda abreviarse con pocas siglas. Puede creer que esto que le digo es opinión generalizada.
Me alegró la noticia de la boda de nuestro Fernando Betancourt, y le escribí felicitándole, a la vez que le preguntaba a qué señas debía enviarle un regalo de boda. Pero no he tenido contestación –a dos cartas mías–, y no sé que es de él. Es posible que tampoco tenga Vd. noticias de él, pero, si acaso habla con él, dígale, por favor que estoy esperando sus noticias. Quizá esté de “viaje de novios”, pero no creo que tarde en regresar a Sevilla, donde, por la jubilación de Murga, debe de esperarle mucho trabajo.
Entre los papeles sin publicar que se me van acumulando, tengo una conferencia sobre “La experiencia histórica del arbitraje jurídico”, que leí hace un año en un Ciclo sobre arbitraje, de la Cámara de Comercio de Vigo. Me dicen que quizá se publique, con las otras del ciclo, pero también que puedo publicarla, además, donde quiera. No sé si, con estas circunstancias, puede interesarle a Vd. publicar este texto. Ya me dirá.
Deseo que empiece Vd. felizmente el nuevo curso, afligido quizá por la reforma del plan de estudios, que prefiero no conocer, pero con ánimos para seguir su carrera científica.
Un cordial saludo de
Álvaro d’Ors
Arxiu Nacional de Catalunya, Sección Valls-Taberner, Subsección Álvaro d’Ors.
[Nº 24]. Carta de Álvaro d’Ors a Manuel J. Peláez
Pontevedra, 12 de septiembre de 1992
Querido amigo:
Recibí su carta del 6 y los dos tomitos “del taller Peláez” (que me siguen desorientando, pues cada vez menos claro veo en qué se distinguen las series), con artículos varios y muchos que son interesantes. Admiro su capacidad para conseguir colaboraciones.
Le contesto con demora para aceptar su invitación a colaborar enviando este texto de la conferencia que le decía; sin retraso, pues me dice Vd. que urge. A ver si en las separatas figuran exactamente los datos necesarios para que se puedan consultar sin confusión.
Lamento todo ese embrollo del homenaje a D. Gonzalo. Por lo que me dice, no hay que esperar que se publiquen los artículos, aunque no son pocos; pero yo no voy a escribir por eso a Villapalos, pues no le conozco. Quizá Vd. que tiene alguna responsabilidad en la preparación de ese libro homenaje, podría sacar esa parte española en alguna de sus series. Si me dice Vd. que no es posible, veré qué hago con mi contribución. Pérez Bustamante por lo que veo, no es la persona más indicada para llevar esa gestión, pues no contesta las cartas: es una falta de consideración en la que incurren con más frecuencia los que viven en Madrid, una “capital” en la que no existen las provincias.
Sobre los nuevos planes prefiero no saber nada, pues me parecen un disparate, y no sé si serán realizables. Comprendo, por lo demás, que Ortega [Antonio Ortega y Carrillo de Albornoz] quiera estar solo, pues la insubordinación oficial de los “titulares” es causa de permanente desorden en una cátedra. Es verdad que Miquel está haciendo una buena labor en Barcelona, pues es muy capaz, pero no basta con sugerir temas, para que haya tesis doctorales, y una dirección a distancia es muy problemática. En general, el nivel de posibles docentes es cada día más bajo, y también el de las tesis doctorales, como es natural. Yo no sé cómo puede orientarse una recuperación científica de nuestras universidades, pero quizá sea ceguera de jubilado.
Pienso que seguiré en Pontevedra hasta entrado el otoño, quizá noviembre. Si las pruebas de mi artículo deben ser corregidas antes de Navidad, convendría lamar por teléfono a Pamplona (233306) o a Pontevedra (846689), donde siempre habrá alguien, para cerciorarse de mi paradero. Gracias.
Un cordial saludo,
Álvaro d’Ors
Arxiu Nacional de Catalunya, Sección Valls-Taberner, Subsección Álvaro d’Ors.
[Nº 25]. Carta de Álvaro d’Ors a Manuel J. Peláez
Pontevedra, 1 de octubre de 1992
Querido amigo:
Le devuelvo corregidas las pruebas de mi artículo. Le ruego suprima la nota con asterisco, pues ni soy “emérito”, ni se puede llamar sin ofensa, “privada” a la que tiene el nombre oficial de “Universidad de Navarra”; le recuerdo, por lo demás, que la nueva, que se llama “Pública”, no es del Estado, sino de la Comunidad de Navarra. En fin, no hace falta, creo yo, esa nota.
Si no le importa, cuando me mande las separatas, podría devolverme el original mecanografiado que le envié, pues no deja de tener su utilidad, sobre todo para sacar fotocopias, si hay necesidad de ellas.
No sé cuándo iré a Pamplona, pero todos los envíos de impresos prefiero recibirlos en Pontevedra. Gracias.
Un cordial abrazo,
Álvaro d’Ors
Arxiu Nacional de Catalunya, Sección Valls-Taberner, Subsección Álvaro d’Ors.
[Nº 26]. Carta de Álvaro d’Ors a Manuel J. Peláez
Pamplona, 14 de diciembre de 1992
Querido amigo,
Estaba con la idea de escribirle para felicitarle a Navidad, cuando me llega, en sobre abierto, el original de mi artículo sobre el arbitraje, sin nada más. No sé si esto quisiera decir que ya está compuesto para salir en “alguna” de sus publicaciones, aunque yo esperaba ver pruebas, como también espero que, esta vez, haya separatas. En todo caso muchas gracias.
Ese madrileño Pérez Bustamante ha dejado de contestar tres cartas mías y doy ya por frustrado el proyecto de libro-homenaje al P. Gonzalo Martínez; veré de publicar aparte mi contribución. Ya me he enterado de cuál fue la causa –siempre las dichosas oposiciones– de disgusto entre Don Gonzalo y Villapalos.
Insisto en mi recomendación de unificar esas publicaciones “Valls i Taberner”. El homenaje a Vogt, del que le hablé, sigue sacando tomos y más tomos: se ha convertido en revista. Vd. podría hacer algo semejante.
Le deseo unas felices Navidades y todo lo mejor para el ’93.
Un abrazo,
Álvaro d’Ors
Ya me dirá cómo prevé la publicación de mi artículo sobre el arbitraje.
Arxiu Nacional de Catalunya, Sección Valls-Taberner, Subsección Álvaro d’Ors.
[Nº 27]. Carta de Alvaro d’Ors a Manuel J. Peláez, de felicitación por el nuevo año 1993
Facultad de Derecho Universidad de Navarra
Pamplona, 7 de enero de 1993
Querido amigo:
Agradezco su cristma, y la carta: ésta, sobre todo, pues… el número de cristmas que llegan estos días casi causan fastidio, en tanto las cartas “dicen más cosas”.
Tampoco yo comprendo el afán de Betancourt de publicar “índices”, pero entiendo su interés por contentar a Valiño. Yo espero una carta de Fernando, que me anunció por teléfono, pero no llega… A veces tiene reacciones algo bruscas, pero es buena persona.
Quizá debe achacarse a mi achaque senil que no acabara de entender por qué me llegaba, sólo, el original de mi artículo; la verdad es que había olvidado que había corregido primeras pruebas, y esperaba equivocadamente que éstas vendrían con el original. Está visto que no está uno ya para andar publicando.
Lo del Padre Gonzalo [Martínez Díez] no sé si me lo publicarán aparte. El Pérez Bustamente [Rogelio Pérez Bustamante, afamado catedrático de Historia del Derecho y de las instituciones de la Universidad, no menos afamada, Rey Juan Carlos de Madrid] –yo conocía su padre– debe ser un paleto madrileño, de esos que no contestan las cartas. Pero Vd. no tiene la culpa del comportamiento de Villapalos y otros amigos; sí, en cambio, de no desear que me entere de algunas cosas que Vd. publica y teme que puedan gustarme menos…; ¡Sea bueno!
Un cordial saludo
Álvaro d’Ors
P. S. Los de la Pública andan con la insidia de querer negarnos el nombre de “Universidad de Navarra”, pero creo que tienen la guerra perdida.
Arxiu Nacional de Catalunya, Sección Valls-Taberner, Subsección Álvaro d’Ors.
[Nº 28]. Carta de Álvaro d’Ors a Manuel J. Peláez
Pamplona, 15 de abril de 1993
He recibido hoy, anunciados por su carta del 21 de marzo, los dos números de Cuadernos informativos, 15-16, que le agradezco; también la hospitalidad que dispensó a mi conferencia sobre el arbitraje.
Como me dice Vd. que, en lugar de separatas, prefieren enviar ejemplares de ese número, me permito enviarle una lista de seis direcciones a las que pensaba, en primer lugar, enviar separata. Incluyo seis tarjetas, por si como Vd. me dice, pueden servir para esos envíos. Aunque no entiendo por qué es más económica esa solución que la de hacer separatas sencillas (sin cubiertas), me acojo a esa solución que Vd. me ofrece.
Efectivamente, Rafael Domingo fue votado, por unanimidad, para Santander.
De [Antonio] Ortega hace tiempo que no recibo nada, pero es cierto lo que Vd. dice de la afición a publicar manuales, aunque no sé cómo se van a acomodar al Derecho romano recortado de muchas universidades.
Rafael Gibert ha estado en Francia y luego en Gandía, y quizá por eso no recibimos noticias de él.
Con el homenaje al P. Martínez hubo nuevas complicaciones. Tras largo silencio de Pérez Bustamante, al que anunciaba que iba a publicar mi contribución en otro lugar, me llegaron hace unas semanas las pruebas, cuando ya había enviado ese original a González Jiménez, que lo había aceptado para su revista “Documentos…”, de Sevilla, junto con otra contribución mía en homenaje a Murga. Devolví las pruebas a Pérez Bustamante añadiendo una nota inicial para indicar la publicación de esa misma contribución (dedicada a Don Gonzalo) en “Documentos…”. Por cierto, me pusieron en esas pruebas que era yo profesor de la Universidad de Navarra, etc. “Pamplona. Euzkadi”. Lo taché, naturalmente, pero no comprendo cómo Pérez Bustamante pudo pensar que Navarra es Euzkadi.
En esa revista de Sevilla publiqué hace tiempo en homenaje a Gibert [Rafael Gibert y Sánchez de la Vega, antiguo catedrático de Historia del Derecho de varias Universidades] una nota sobre el “Correo” que éste manda. Como Vd. ve, es, en gran parte, como una correspondencia epistolar conmigo, con un formato y estilo muy desenfadados. Por eso mismo, no me parece prudente llevar sin más esos “correos” de Gibert a la publicación impresa; aunque yo reconozco que son interesantes, no están destinados a ese fin. Por lo demás, yo creo que no conviene dar pábulo a la crítica entre nuestros colegas…
Le deseo una feliz Pascua.
Un cordial saludo
Álvaro d’Ors
Arxiu Nacional de Catalunya, Sección Valls-Taberner, Subsección Álvaro d’Ors.
[Nº 29]. Carta de Álvaro d’Ors a Manuel J. Peláez
Pontevedra, 2 de junio de 1993
Querido amigo:
Vuelvo a escribirle porque me ha llamado por teléfono la Dra. Dolores García- Hervás (cuyo trabajo sobre el creditum tuvo Vd. la amabilidad de publicar) para decirme que pensaba en la plaza de Derecho Eclesiástico de la Universidad de Málaga, de la que Vd. me habló, y para la que al parecer no había aspirantes acreditados. Yo no sé si hace bien o no cambiando la Universidad de Santiago, donde ya es “titular”, por esa plaza, quizás con la vista puesta en la posible cátedra. Pero ella me dice que piensa ir a Málaga, para “ver el terreno”, y yo le he dicho que no deje de hablar con Vd. Con ese fin le escribo, pues ella quizá vaya la semana próxima, después de unas oposiciones en cuyo tribunal está, para una plaza de Orense.
Dolores es ya conocida en la canonística, sobre todo por sus dos tesis doctorales (de la Facultad canónica y de la de Derecho), ya publicadas: Régimen jurídico de la Colegialidad en el Código de Derecho Canónico (Santiago, 1990) y Presupuestos constitucionales de gobierno y la función judicial en la Iglesia (Pamplona, 1989).
En fin, no es necesaria mayor presentación. Vd. podrá orientarla en sus planes “malagueños”.
Un cordial saludo
Álvaro d’Ors
Arxiu Nacional de Catalunya, Sección Valls-Taberner, Subsección Álvaro d’Ors.
[Nº 30]. Carta de Álvaro d’Ors a Manuel J. Peláez
Pontevedra, 20 de mayo de 1993
Querido amigo:
Aunque con papel traído de Pamplona, contesto ya desde Pontevedra sus dos cartas del 9 de abril y 1 de mayo.
Lo de pensar en cómo se va a cubrir esa plaza de “Eclesiástico” de Málaga excede de mi competencia; no faltará quien la quiera. Sería deseable que fuera un canonista, que explique Canónico, que es lo que realmente interesa, y no esas nimiedades de los convenios con las asociaciones religiosas reconocidas; a algunos se les va todo el curso en hablar de la libertad religiosa, que es un tema de derecho constitucional.
Le agradezco mucho que haya enviado ejemplares de sus “Cuadernos”, en que sale mi artículo sobre el arbitraje. Le recuerdo que, para enviarme paquetes de libros, a mí, debe hacerlo a Pontevedra, pues su traslado de Pamplona a Pontevedra me resulta incómodo.
Que Burillo se interese por la historia contemporánea no me sorprende, y el que vindique a Franco, eso me parece una muestra de su sinceridad. Los más jóvenes, como Vd., tienen una visión deformada de esa fase principal de la Historia de la España del siglo XX.
Gibert viaja bastante, pero sigue siendo siempre activo.
Le saluda cordialmente,
Álvaro d’Ors
Arxiu Nacional de Catalunya, Sección Valls-Taberner, subsección Álvaro d’Ors.
[Nº 31]. Carta de Álvaro d’Ors a Manuel J. Peláez, donde d’Ors se despacha en ataques incomprensiblemente descalificadores de Luis Jiménez de Asúa. Seamos claros: el manual de Derecho Romano de d’Ors es de sensible pequeño tamaño. El de Jiménez de Asúa tiene cinco tomos con un dominio y conocimientos de la doctrina alemana como no ha habido ningún otro en España hasta que llegó él. Se comprende que a d’Ors, de ideas profundamente conservadoras, no le hiciera gracia el que fuera su profesor, como el mismo señala, ni el ponente constitucional en 1931, ni el presidente de la República del exilio. Con independencia de todo ello el peso científico de Luis Jiménez de Asúa (su dominio del alemán) lleva a que algunos, bastantes, lo consideren el mejor jurista español del siglo XX y estaría entre los cinco mejores juristas que ha habido en toda la historia de España, desde el siglo III en el que contamos ya con uno. D’Ors no tiene entrada en esa clasificación. Se queda con la de haber sido el mejor romanista español de los siglos XIX y XX, pero que se ande con cuidado pues a lo mejor acaba superándolo Antonio Fernández de Buján, que está abriendo caminos insospechados en el mundo del Derecho romano, y en distinciones científicas siendo miembro de varias academias y sociedades sabias. Lo que sí es claro es que, a día de hoy, los tres doctorados honoris causa de d’Ors, sus relaciones con Carl Schmitt y también con toda clase de romanistas italianos lo ubican en un palmarés relevantísimo. Eso sin contar que d’Ors tiene una contribución impresa igualmente siginificativa en la Teoría del Derecho, el Derecho Canónico y la Historia del Derecho español.
Pontevedra, 13 de agosto de 1994
Querido amigo:
Respondo a su pregunta sobre Ramos como romanista; aunque quien más sabe sobre los juristas españoles contemporáneos es Rafael Gibert –no dudo que sus estudios en esta materia le causarán admiración–, y procure verlos todos, porque algunos se han publicado en series poco conocidas, casi desconocidas por la falta de separatas, en el caso de Ramos sí puedo yo decirle algo, pues era como auxiliar de Castillejo, cuando yo estudiaba en Madrid, y recuerdo que fue él, si no me equivoco, quien nos dio unas lecciones, a modo de cursillo complementario, sobre la distinción entre obligaciones correales y solidarias, un tema que ya entonces resultaba del todo anticuado. Debió él de oir algo de eso a sus maestros civilistas alemanes, que no se preocupaban del estado actual de la ciencia romanística, pero su nulidad como romanista es fácilmente comprobable, pues basta ver que no escribió nada, al menos, digno de mención. Es posible que repitiera algo sobre la usucapión, sobre la que había escrito Alas, el de Oviedo, o repitiendo lo traido de Alemania. Una cosa debe tener Vd. en cuenta, y es que los que fueron con becas a Alemania luego no hicieron nada como romanistas. El mismo Castillejo siguió allí los cursos del filósofo Stammler, de quien aprendió el método de los “casos prácticos”, pero su formación como especialista fue nula: nunca escribió sobre derecho romano, pues su Historia externa poco tiene que ver con el Derecho. Sí fue un muy buen pedagogo. Y como con los otros “institucionistas” –superada ya la puerilidad del krausismo–, la influencia inglesa fue mucho más intensa en él que la alemana. Es más, si repasa Vd. la bibliografía de la época, verá que las obras romanísticas, generalmente vulgares, no son de profesores formados en Alemania, ni institucionistas. Hinojosa escribió bien sobre derecho público romano, pero no sobre derecho privado, que es el propio de los romanistas. Los primeros romanistas que se formaron en Alemania son de la época de la República, como Ursicino Álvarez [Suárez] en Berlín, creo que con Rabel y Pelsmaeker y Santa Cruz Teijeiro, con Otto Lenel [1849-1935], en Friburgo. Luego fueron otros más jóvenes como Fuenteseca y, sobre todo Miquel, en Heidelberg y Múnich, respectivamente con [Wolfgang] Kunkel [1902-1981]. Ahora son muchos los que se están formando allí, como, sobre todo, Rafael Domingo, con Nörr, discípulo de Kunkel.
Así pues, este Ramos no tiene por qué figurar en su estudio de Vd., pues su significación como romanista, incluso como jurista, es nula. Y supongo que no caerá Vd. en la ingenuidad de pensar que, por haberse exilado, tuvo por ello algún mérito científico. Cuando yo repaso la lista de mis maestros, me encuentro con Riaza que fue asesinado por los rojos, Luna colaboró en Madrid en la quinta columna para la rendición de 1939, y Castillejo –al que los rojos querían matar– se escapó por la Embajada inglesa, y fue exilado, pero nulo como jurista; el exilado que suena fue el fanático y pedante Jiménez de Asúa, que, éste, sí escribió mucho, aunque me parece que se limitó a informar sobre los autores que conocía, pero que nada nuevo aportó a la esencia penal internacional; resultaba tan hostil para los alumnos que yo me matriculé “libre” aquel curso para evitarle, y otros compañeros más activos y beligerantes intentaron matarle a la entrada de su casa, pero fallaron los tiros. Quizá Viñuales, hombre político y mediocre profesor de Hacienda debió de exilarse también. De Recasens Siches no llegué a ser alumno: otro exilado. Pero la mayoría de los profesores de aquella época –de la República– continuaron sin dificultad en sus cátedras. Esto que le cuento es para que comprenda por qué vengo hablando del “papanatismo” de los intelectuales de izquierdas. Yo fui auxiliar de la Central desde 1939 a 1943, y puedo decirle que la Facultad, no solo no perdió nada, sino que funcionó mucho mejor que en la época de la República, empezando porque en 1934-35, pero sobre todo en 1935-36 las huelgas y luchas (también a tiros) entre los estudiantes impidieron una docencia mínimamente ordenada.
Si tiene Vd. datos que obliguen a rectificar esta opinión mía, especialmente sobre Ramos, no deje de comunicarmelo.
Deseo que todo siga bien con sus publicaciones.
Un abrazo
Álvaro d'Ors
Arxiu Nacional de Catalunya, Sección Valls Taberner. Subsección Álvaro d’Ors.
[Nº 32]. Carta de Álvaro d’Ors a Manuel J. Peláez
Pamplona, 14 de febrero de 1995
En respuesta a su carta del 8 de febrero de 1995, puede Vd. indicar a su amigo doctorando interesado por la Pauliana, que vea mi DPR. §121, donde (a. 1), se remite a la monografía de mi hijo sobre el fraude de acreedores en derecho romano; supongo que mi libro se encuentra en Málaga, así como esa monografía publicada por el “Consejo Superior de Investigaciones Científicas”, hace veinte años, aunque esa editorial, según me dicen, ha reciclado sus fondos; en todo caso, es seguro que el catedrático de ahí tiene ese libro. Deseo que todo vaya bien en este nuevo año, y que siga Vd. con su gran marcha de producción científica.
Suyo cordialmente,
Álvaro d’Ors
Arxiu Nacional de Catalunya, Sección Valls Taberner, Subsección Álvaro d’Ors.
[Nº 33]. Carta de Álvaro d’Ors a Manuel J. Peláez
Pontevedra, Domingo de Pascua del ‘96
Querido amigo:
Encuentro aquí su carta del 17 de marzo de 1996: ¡gracias! Piense Vd. que este viaje de primavera es muy eventual, y que yo permanezco en Pamplona desde Adviento a Pentecostés. Los libros, en cambio, prefiero recibirlos aquí, pues en Pamplona no tengo espacio…
Siento no tener nada que enviarle en sus casi ininteligibles “Cidhppn”. ¿Cuándo se avendrá Vd. a hacer una revista “normal”? Tengo pendiente de publicación en Italia, mi último libro extenso romanístico, y estoy para enviar a “Verbo” un “testamento” ideológico, pero lo que puedo escribir no creo que le guste, pues soy un “confeso antidemocrático”.
Recibí la reseña que Patricia Zambrana hizo de los libros de Gándara. Supongo que se trata de una discípula de Vd. Le ruego que le diga (sirva como consolación) que agradezco su interés para reseñar ese libro; y también la corrección final sobre mi falta de imparcialidad crítica: hubiera sido una buena advertencia para mí en otro momento, no ahora en que no hago crítica de nadie–, aunque, francamente, no acabo de ver el fundamento –que sin duda tiene–, para hacerle ella tal reproche.
Yo también recé por Valiente [Francisco Tomás y Valiente], un ídolo de la actal democracia. Comprendo que quien quiera hacer carrera hoy deberá adoptar esa actitud revolucionaria. Dios le haya perdonado. Pero me acuerdo de mi amigo Broseta, víctima del terror, como él, aunque olvidado…
Mi sucesor en Pamplona, Rafael Domingo, va a sacar unos estudios míos de Historia del Derecho. Quiere sacar más cosas de “Obras completas”, pero sin mi entusiasmo, pues yo veo que no gusto… y los editores están reciclando o malvendiendo mis libros como “obsoletos”. Sin embargo, yo creo que está tocando fondo la “era democrática”. Quizás me equivoque… Ante todo, el capitalismo nos está llevando a un callejón sin salida.
Deseo que tenga Vd. mucho éxito con sus publicaciones.
Un cordial abrazo,
Álvaro d’Ors
Arxiu Nacional de Catalunya, Sección Valls Taberner, Subsección Álvaro d’Ors.
[Nº 34]. Carta de Álvaro d’Ors Pérez-Pérez Peix a Manuel J. Peláez
Pamplona, 23 de abril de 1996
Querido amigo:
Le agradezco mucho su carta, y su interés por mi colaboración en ese último número de su revista. Pero, como le dije, no tengo nada publicable. He pasado ya de los 81 años, y no me encuentro con fuerzas para atender este tipo de solicitudes. Quizás mi sucesor, Rafael Domingo, hombre joven y activo, pudiese hacer algo.
Me alegro de que la celebración del medio siglo del Albayzín de Granada haya salido tan bien. También de que los Camacho [ambos catedráticos de Derecho Romano] estén bien predispuestos hacia ese Colegio mayor. En mis meses de cátedra granadina no existía ese colegio, y yo me alojé en el San Bartolomé y Santiago, el único Colegio mayor no suprimido en el siglo XVIII, aparte el de Bolonia.
¿Cómo piensa Vd. encauzar ahora las publicaciones que venía dirigiendo?
Le saluda cordialmente
Álvaro d’Ors
¿Conoce Vd. la revista Verbo? En ella he publicado yo preferentemente en estos últimos años. Siento que no sea una revista más conocida, pero en ella me encuentro cómodo, a pesar de las erratas por falta de pruebas.
Álvaro d’Ors
Arxiu Nacional de Catalunya, Sección Valls Taberner, Subsección Álvaro d’Ors.
[Nº 35]. Carta de Álvaro d’Ors a Manuel J. Peláez
Pamplona, 26 de diciembre de 1997
Querido amigo:
Gracias por sus buenos deseos de Navidad, a los que correspondo: que haya pasado Vd. bien estas fiestas, y que el ’98 le sea próspero.
Me alegro de la buena impresión que le ha hecho el libro de Betancourt, un estudio muy trabajado.
También de esa buena noticia de una joven romanista de ahí –pronto las mujeres dominarán el cotarro romanístico–; sobre esta materia quien más sabe es Don José Luis Murga, que yo hubiera puesto en el tribunal. De su colega Ortega recibí algo no hace mucho; me alegro de este su éxito como director de tesis.
A Don Gregorio Monreal estoy muy agradecido por haber sido él quien promovió un premio de la “Sociedad de Estudios Vascos”; fue muy amable conmigo.
La crítica de Zambrana, al menos por lo que a mi colega Polo respecta, no tuvo “impacto” ninguno, pues incluso no-entendidos como yo pudimos apreciar que era una simple exhibición de ordenador: un mal de nuestro tiempo, ese del exceso de información, que, en manos de indoctos, puede causar destrozos. No son frecuentes los Davides que pueden abatir gigantes.
Veo ampliada la lista de objeciones a mis Parerga histórica. Son apreciaciones del propio talante, aunque quizá estime Vd. que deben hacerse constar, pero respecto a la distinción de la profesora García-Hervás entre “derecho judiciable y derecho disciplinar”, sí me interesaría saber donde aparece antes en estos términos exactamente; es muy posible que alguien los haya contrapuesto antes que ella, pero agradecería esclarecer la duda que Vd. parece tener.
En todo caso quizá en su reseña, que agradeceré, pueda haber otras observaciones de mayor interés, propiamente histórico-jurídicas. Son papeles ya publicados, pero poco conocidos, y que por eso no gozaron de la crítica de los especialistas. Como verá, los asteriscos sirven para detectar las novedades.
Le reitero mi deseo de feliz ’98.
Suyo,
Álvaro d’Ors
Arxiu Nacional de Catalunya, Sección Valls Taberner, Subsección Álvaro d’Ors.
[Nº 36]. Carta de Álvaro d’Ors a Manuel J. Peláez
Pamplona, 28 de mayo de 1998
Querido amigo:
Recibí hace tiempo una tarjeta suya, de acuse de recibo de mi separata sobre un aspecto de la falacia del llamado “Estado de Derecho”, y ahora su carta del 17, con la felicitación por la Cruz de San Raimundo. Gracias por no olvidar a este viejo.
Efectivamente, en mi discurso de agradecimiento, hablé de continuidad cultural, en tres incidencias: 1) de cuando en el Anuario, con García Gallo a la cabeza, la mantuvimos, hasta el punto de dedicar (con autorización del Ministerio de entonces un tomo en homenaje al fundador Sánchez Albornoz, a la sazón Presidente de la República española en el Exilio (del que conté sabrosas anécdotas); 2) de la del actual Ministerio de Justicia, al premiarme por mis servicios prestados en aquella época, bajo el régimen de Franco; y 3) la del mismo Ministerio, al festejar ahora la obra cultural del “Fuero Nuevo”, que Franco salvó, gracias a su ley prerrogativa del deterioro que previsiblemente hubiera sufrido de haber pasado por las Cortes; a la vez que vino a mostrar el carácter pre-constitucional del Fuero, como defendemos los foralistas más conscientes, contra el normativismo de los actuales constitucionalistas. En estos tres momentos se actualizó un sano sentido de continuidad cultural, por encima de los vaivenes de la política, siempre accidentales.
Lo de ser Pinochet “fascista” no me parece un desdoro para la dedicatoria de mi artículo, que, por cierto, Pinochet me agradeció expresamente. “Fascista” fue un eslogan de Stalin para referirse a todo “no comunista”, y hoy sigue usándose para lo “no-democrático”, y, en este sentido, también me afecta a mí. Por lo demás, el “Fascismo” fue algo exclusivamente italiano; y yo, que conocía esa época (incluso vi a Mussolini una vez, en su balcón de Piazza Venezia), pienso que, aunque con grandes defectos (que un tradicionalista como yo no puede menos de censurar), aquel régimen hizo de Italia la gran nación que actualmente es, es decir, sigue siendo a pesar de la corrupción democrática. Ya sé que todo esto le parecerá odioso a Vd., y según me dice, “risible” a los que con Vd. conviven, entre los que es de suponer que sean mayoría de demócratas ingenuos, defensores de una democracia utópica, no la que actualmente vivimos, con sus adulterios y feticidios, corruptelas y sodomías legales. Puede Vd. preguntárselo). De cómo piensan sus “Sras. de Historia” no sé nada, pero me imagino que seguirán la tendencia ideológica de Vd. ¡Mejor!
Claramente destacada está su opción política en lo que cuenta de los muertos de Málaga por razones políticas. Vd. sabrá contarlos y compararlos, pero no se le escapará la diferencia importante de que, en toda España, hay mueros beatificados de un lado y no de otro. ¿No tiene Vd. esto en cuenta?
Su opción por los rojos –o incluso por la mentalidad imparcial, si prefiere– es como si, respecto a la Reconquista, se pusiera Vd. del lado de los moros, o incluso se mantuviera imparcial. No se puede comparar su opción con la mía. Para mí, eso fue “vida”, experiencia personal muy comprometida, y, para Vd., una opción en dilemas históricos lejanos y borrosos. ¿Qué hubiera Vd. “decidido” si hubiera tenido 21 años en 1936? Por lo demás, no olvide que la revolución y su represión –ya con Franco– empezó en Asturias, en 1934.
No me da Vd. el nombre de este catedrárico de Cirujía que se doctoró sobre las Navas de Tolosa, y que, según dice Vd., me tiene “gran aprecio”; lo agradezco, a pesar del anonimato. Porque no creo, por la sintasis de su carta, que se refiera Vd. al Padre Gonzalo y no al nuevo doctor. Con el P. Gonzalo sí tengo buena relación desde hace años. También me ofrece alguna duda un “sólo” con acento, cuando dice Vd. que C. Schmitt decía de su yerno que “sólo sabe que toda Historia es Historia del Derecho”: pienso que quiere decir que “sólo él”. Y no es del todo cierto que Otero no tenga originalidad alguna, y sea un plagiador: lo que sí puede ocurrir es que fuera menos cuidadoso en citar, sobre todo si se trata de ideas generales más que de datos puntuales; creo que se refiere Vd. a un discurso sobre la “formación de la unidad española”, que es lo que Gibert recuerda en ese sentido.
En fin, escriba Vd. lo que quiera –no importa que sea contra mi manera de pensar, pero siempre que lo haya releído pasado cierto tiempo: conviene evitar el in promptu visceral–.
Un abrazo,
Álvaro d’Ors
Arxiu Nacional de Catalunya, Sección Valls Taberner. Subsección Álvaro d’Ors, nº 5.455.
Anotaciones: Claudio Sánchez-Albornoz y Menduiña (1893-1984) nunca fue Presidente de la República del exilio, sino jefe del Consejo de Ministros de la República del Exilio. El Presidente de la República en el Exilio era Luis Jiménez de Asúa (1889-1970), un personaje, por otro lado, muy denostado por Álvaro d’Ors en este mismo epistolario. Su enfrentamiento con él en realidad era ideológico, no de otro tipo y cuando d’Ors fue alumno suyo en la Universidad de Madrid.
[Nº 37]. Carta de Manuel J. Peláez a Álvaro d’Ors
Málaga, 8 de diciembre de 1998
Querido Don Álvaro:
Supongo que se enteró del fallecimiento en agosto de Paul Ourliac. Guardo toda su correspondencia, y en ella Ourliac hace grandes elogios de su persona. En el Anuario de Historia del Derecho Español,de 1998, aparece una nota de una página de simple necrológica sobre él, de Arvizu Galarraga. En ese mismo o en el siguiente (ya llegó fuera de plazo) me sacarán –espero– una algo más larga sobre “Paul Ourliac y los historiadores del derecho en España a través de su correspondencia”. Vd. era objeto de buena parte de sus atenciones, y excelentes consideraciones.
Como estamos terminando una tesis sobre la cesión de bienes y citamos su trabajo “Notas para el estudio del acueducto forzoso”, que apareció en el homenaje a Otero, y en Parerga, ¿cuál es la cita de donde también se publicó en Chile? ¿Qué páginas? Solo disponemos de lo que Vd. indica: Revista de Derecho de minas y aguas, ¿ciudad?, ¿nº?, ¿año?, ¿páginas?
Ruego sepa discupar las molestias.
Me llamó Alvarado Planas, el nuevo secretario del Anuario de Historia del Derecho Español, especialista en Derecho de la Antigüedad, para solicitarnos referencias de alguna tesis defendida de Historia del Derecho, y cuando le comenté que se habían leído dos en Málaga, en los últimos doce meses, de Derecho Romano, una sobre la responsabilidad contractual del comodatario y otra sobre el Derecho urbanístico en la Constitución de Zenón, me dijo que eran de derecho romano puro, no español, y que por tanto no se podía sacar una noticia sobre su contenido en el Anuario de Historia del Derecho Español. Pienso hablar en su momento con Escudero, nuevo director, sobre el particular. Él lo considera a Vd. hombre excepcional, pero veo que en su vida no ha publicado nada de Historia del Derecho privado. En fin…
Feliz Navidad y un próspero año nuevo, lleno de prosperidad.
Arxiu Nacional de Catalunya, Sección Valls Taberner, Subsección Álvaro d’Ors, nº 5.456.
[Nº 38]. Carta de Álvaro d’Ors a Manuel J. Peláez
Pamplona, 12 de diciembre de 1998
Querido amigo:
Me alegra recibir noticias de Vd.
Ante todo, en la cita de “Parerga”, p. 239, n.* se dice el vol. (II), el año (1991) y la página (III) del lugar de nueva publicación de mi artículo en homenaje a Otero; falta solo la ciudad: “Santiago de Chile”, pues figura sólo “Chile”. No me explico cómo echa Vd. de menos todos los datos. En Chile me están republicando muchas cosas, con un permiso general mío, pero sin que casi yo me entere.
Ya habrá Vd. visto la razón de mi desagravio anticipado a Pinochet en la dedicatoria del artículo que parecía haberle escandalizado; no sé que dirán ahora sus amigos que se burlaron de eso. Quizá estén justamente indignados como yo de la ignominia de condenar a un vencedor del comunismo, precisamente por serlo, en tanto se favorece al comunista kurdo reclamado por Turquía. Como decía en “La violencia y el orden” (que ahora se reedita), el capitalismo, con tal de que no le toquen el dinero, deja todo lo demás a los marxistas. El comunismo sigue.
Lo de que en “Anuario” no admitan nada de Derecho Romano viene del golpe democrático de [Francisco Tomás y] Valiente (q.e.p.d.); pero veo que perseveran, a pesar de que Gacto, cuando se encargó de la revista, me escribió muy amable, ofreciéndome mi vuelta a colaborar; pero era ya tarde por mi edad. Me sorprende que Escudero, que es hombre de categoría, no abra las puertas a los romanistas. Por lo demás, no sé si mis “Parerga historica”, que no son de “Romano”, no pasarán sin recensión en el “Anuario”.
Hace tiempo que no recibo nuevas publicaciones venidas de Vd. Cuando me mande alguna, hágalo a Pontevedra (Salvador Moreno, 54), pues así me evita Vd. el tener que llevarlas desde aquí.
Ahora voy poco por la Biblioteca –la nueva impresionante instalación–, y las cartas se pueden dormir allí; esta suya me la ha traído esta tarde Rafael Domingo. Es mejor dirigir la correspondencia a: Aoiz 18, 31004 Pamplona.
Deseo ahora que pase Vd. unas felices Navidades, y que el ’99 le traiga todo lo mejor.
Un cordial abrazo de
Álvaro d’Ors
¿Me puede Vd. indicar si acaso Valls Taberner, o algún otro, estudió las relaciones de Aragón con Carlomagno? ¿A dónde emigraron los cristianos aragoneses tras la conquista árabe? Gracias.
Ya tenía noticia de la muerte de [Paul] Ourliac, doctor h. c. de nuestra Universidad.
Arxiu Nacional de Catalunya, Sección Valls Taberner, Subsección Álvaro d’Ors, nº 5.457.
[Nº 39]. Carta de Álvaro d’Ors a Manuel J. Peláez
Pamplona, 11 de enero de 1999
Lo que, si se pone “ss” indica que no se ha consultado, me parece insólito, y más en este caso de mi artículo, ya que en Parerga, p. 239, no se dice “ss”, y además se trata de una reproducción; tampoco del “Homenaje a Otero” se pone la página final. Esto ya lo pueden Vds. comprobar, pero la de Chile no, pues tengo esa en Pontevedra. Francamente, me parece exagerado.
Los socialistas hicieron las cosas con mucha eficacia, y allí donde mandan dejaron las puertas cerradas para el adversario; así ocurre en el Anuario de Historia del Derecho Español. Pero, como Vd. comprende, yo quedo ya fuera de todo eso. Quizá Escudero, a la vista de lo ocurrido con Gacto no se atreva a disgustar a los dominantes socialistas. De mis Parerga Historica, no creo que salga reseña, pues se la pidieron a Domingo, pero yo mismo le dije que no podía convertirse en el “reseñante oficial” de su maestro y no la hará. Habría debido hacerla Otero, pero ya se sabe que, a pesar de parecer muy adicto a mí –no olvide que fue mi adjunto en “Historia” cuando López Amo se fue a Pamplona, y no había quién…–, no escribe, ni contesta mis cartas. Así que ese libro mío pasará “sin pena ni gloria”. El que manda indirectamente en el “Anuario” es Hespanha, que no sé si sabe Vd. tuvo una beca para trabajar conmigo en Pamplona, pero al poco tiempo se fue a Lisboa para ocupar un cargo político, como oculto comunista que él era; yo le había conocido, en 1948 aproximadamente, como de “Acción Católica”. Sin motivo personal, él es detractor mío.
Ya irá Vd. viendo cómo se las gastan las “izquierdas” – ¿Acaso diga Vd. sinceramente “qué tiene que ver la ciencia con esto?”. Para las izquierdas, todo es política.
Díez Picazo tiene motivos para no serme favorable, pero no dudo de que admitirá la reseña que Vd. le envía, y más si es “crítica” como parece adelantarme Vd. Gracias.
No sé quien es el catedrático de Jaén al que se refiere Vd. como miembro del tribunal de la tesis sobre el comodato; pero no sé qué quería decir llamando “clónicos a los Paricio”, ni yo tengo que ver con Paricio tampoco, que es de otra escuela. Por lo demás soy consciente de que los nuevos romanistas españoles no tienen todos el mismo aprecio por mí, y es natural que así sea, pues “perfecto” no soy, y sí “incómodo.
Ya vi en qué medida se ocupó Abadal de la relación de Carlomagno con Aragón. Desde mi última carta he analizado mucho en la bibliografía de ese campo; de la Marca Hispánica no me ocupo, sino del zaragozano Teodulfo, que huyó su –familia– de los árabes y, según veo, fue el gran promotor del “Renacimiento Carolingio”. Gracias de todos modos por el envío del libro de Valls y Taberner.
Volviendo a la tesis del comodato: me gustaría saber cómo responde su autor/a a mis desafíos, publicados en IURA, contra los que siguen defendiendo la existencia de una acción civil para ese préstamo (no contrato, según digo yo). Por ahora nadie ha recogido el guante…
Le deseo que continúe felizmente este nuevo año 99.
No acabo de entender el cambio de su dirección, incluso el código postal. Ya me lo explicará.
Arxiu Nacional de Catalunya, Sección Valls Taberner, Subsección Álvaro d’Ors, nº 5.458.
[Nº 40]. Carta de Álvaro d’Ors a Manuel J. Peláez
Pamplona, 13 de enero de 1999
Querido amigo:
Le vuelvo a escribir para agradecerle su última carta con la fotocopia del apunte de Valls i Taberner para el estudio que parece proyectaba hacer sobre las relaciones transpirenaicas en el siglo VIII. Para mi estudio, ya he encontrado, creo, todo lo que necesitaba; de todos modos, muchas gracias por su interés. También me llamó Valls en junio para decirme, de parte de Vd., que me iba a mandar el libro sobre la Marca Hispanica, y se lo agradecí, diciéndole que, como le dije a Vd. siempre, es mejor enviarme los libros a Pontevedra.
He adivinado que el profesor de Jaén a que Vd. se refería, De la Rosa, pudo tener diferencias con Paricio a causa de sus oposiciones… Miserias hispánicas.
Un cordial saludo
Álvaro d’Ors
P. S. Yo le aconsejaría “tapar la vergüenza” de que no hubiera romanistas españoles en la primera mitad de este siglo. Mi maestro Castillejo, buen pedagogo, no publico prácticamente nada de Derecho romano; Traviesas, poco.
Arxiu Nacional de Catalunya, Sección Valls Taberner, Subsección Álvaro d’Ors, nº 5.459.
[Nº 41]. Carta de Álvaro d’Ors a Manuel J. Peláez
Pamplona, 7 de febrero de 1999
Querido amigo:
En respuesta a las preguntas que me hace en su carta del 12:
1º) El Fuero Nuevo de Navarra no se limitó a compilar derecho antiguo, sino que recoge el derecho actual; en gran parte, creación de la doctrina de los juristas navarros: hay en él mucho “nuevo” –de ahí su nombre– dentro del cuadro de los principios tradicionales. Como toda “tradición”, es obra nueva. Por eso puede relegar el Código civil al último lugar de derecho supletorio. Como la ley 495, hay muchas más.
2º) Torrent, en el lugar de la fotocopia, sí distingue la venditio bonorum –del patrimonio entero– de la distractio de bienes singulares, aunque no aclara que ésta surgió para casos especiales y solo se generalizó en el derecho tardío. Vid mi DPR, 9ª, § 119.
Un cordial saludo de
Álvaro d’Ors
Arxiu Nacional de Catalunya, Sección Valls Taberner. Subsección Álvaro d’Ors, nº 5.460.
[Nº 42]. Carta de Álvaro d’Ors a Manuel J. Peláez
Pamplona, 23 de febrero de 1999
Querido amigo,
Me encontré al llegar a Pamplona una carta suya del 23 de octubre; no recuerdo ya si anterior a alguna otra recibida en Pontevedra.
Esta suya es de acuse de recibió de su envío de publicaciones, que agradezco.
Ya esperaba yo que su “political correction” rechazaría una vez más mi manera de pensar; pero compruebo, una vez más, que el liberalismo no tolera el anti-liberalismo, y que prefiere Vd. seguir el ejemplo de Stalin al calificar de “fascista” a todo adversario; aunque Vd. sabe bien que el “tradicionalismo” no es “fascismo”.
A pesar de la moda democrática, mis escritos no dejan de tener partidarios, sobre todo, fuera de España; por eso van a sacar en Italia mi librito La violencia y el orden.
En fin, su adhesión democrática le llevará a aceptar lo que creo que no le gustará, como el divorcio, el suicidio libre, etc., pero que, para ser consecuente, aceptará Vd. sin violencia.
A ver si del libro Auctoritas de R. Domingo sale ahí una reseña más indicativa del contenido que la de mi Parerga histórica, que, por lo visto, no aportaba nada, según decía la reseñante [Patricia Zambrana Moral]. Como muestra de cómo entiendo yo como debe ser una reseña, acabo de publicar una “Crítica romanística” en los Cuadernos compostelanos de Derecho romano, nº 10. ¿No tienen ahí esa serie? Algo hay ya con ese fin en mis “Nuevos papeles”.
Le saluda cordialmente, s. s. y amigo,
Álvaro d’Ors
Arxiu Nacional de Catalunya, Sección Valls Taberner. Subsección Álvaro d’Ors, nº 5.461.
[Nº 43]. Carta de Álvaro d’Ors a Manuel J. Peláez
Pamplona, 28 de abril de 1999
Querido amigo:
De nuevo en Pamplona (hasta, D. m., el 20 de junio), contesto a los distintos puntos de sus dos cartas de abril.
Que mis “Parerga historica” (sin acento, pues es latín) no tengan reseñas amplias, eso solo prueba que el libro es menos interesante de lo que el autor pudo acaso creer. Era claro que Domingo no podía “volver a reseñar” ese libro, como si él fuera el “reseñante oficial y único” de mis obras. Al escaso interés del libro puede corresponder que el editor hiciera de él una tirada de solo 300 ejemplares; por lo que el precio resultó exorbitante; pero no se pueden hacer comparaciones con libros de mayor tirada y probablemente de mayor interés: es Vd. algo maligno.
De la “tesi di laurea” boloñesa –Vd. ya sabe qué nivel es ése– de Ortega yo escribí una extensa crítica (cuyo original conservo), pero me pareció que podía molestar al autor, y me limité a dar una breve noticia en el AHDE. Y se ve que le faltaba este dato para juzgarme en este caso: no fue descortesía la mía, sino benevolencia.
Sobre el caso Pinochet creo que prefiere Vd. no hablar, pues un jurista no puede menos de estar indignado; y quizá vea Vd. el sentido del preventivo desagravio de mi artículo a él dedicado. Insisto: “todos los universitarios chilenos que conozco son partidarios de Pinochet, al que deben que Chile no sea comunista”. Vd. verá lo que piensa. Ya ve: al comunista kurdo le negaron la extradición, pero los Turcos son “fuertes” y arreglarán las cuentas con ese traidor, aunque sea por una vía del todo ilegal. Por cierto: Kurdos, Kosovares y Vascos de ETA son todos ellos separatistas, que no se contentan con autonomías y “con ellos solo cabe la decisión por guerra. Lo absurdo es que USA y adláteres se alíen a los de Kosovo. Cualquier día los veremos apoyar a ETA. Pero los españoles ven muy corto y no comprenden que la causa separatista es común, aunque el tratamiento resulte distinto: en España porque el gobierno es “incapaz de hacer la guerra”.
Mi recensión de Cacho fue neutralizada por [Antonio] Fontán con el artículo de ese [Javier] Tusell cuyos “puestos” desconozco. Es el consabido miedo del “centro” a parecer de “derechas”. ¿Qué le vamos a hacer? Pero ya ve Vd. que ese libro de [Vicente] Cacho [Viu] es muy flojo, y tendencioso: del lado de la “Institución”, aunque parezca mentira.
Sobre el paradero de mi archivo paterno no quisiera darle información inexacta. Es mi hijo Ángel (profesor de Lógica en la Complutense), que vive en José Fentanes 89, E, 1º izq. 28035 Madrid, quien le puede informar con exactitud. Ahora él me va a enviar fotocopias de la discusión que, en torno a Xènius, ocupa a “El País” de Barcelona. Él se encarga ahora, y con éxito, de las reediciones de mi padre. Mis únicos sobrinos –hijos de Juan Pablo, residentes en Madrid– aceptan que sea él quien lleve lo relativo a su abuelo.
Los que saben de “ius commune” en España (según mis noticias) son sus colegas [Antonio Pérez] Martín de Murcia, y Aquilino Iglesia [Ferreirós], de Barcelona, (alumno mío de Santiago, y al que, como becario él de mi Instituto de Roma, animé yo en esa dirección de estudio). Creo que Vd. debe conocerlos. Para el derecho “intermedio” (no ya medieval) hay muchos colegas suyos: los del “Anuario”. Pero todos son “historiadores” y no propiamente “romanistas”. Hace muchos años el interés por el “ius commune” parecía animar al “bolonio” Isidoro Martín, que luego derivó hacia el derecho público de la Iglesia.
La opinión de Dolores García Hervás (no acaba Vd. de superar su antipatía por esta discípula mía) acerca de las “prelaturas personales” no me es conocida, pero no dudo de que debe de ser la “oficial” de la misma única prelatura actual. Por eso, presumo que “yo no discreparé de ella” y pensaba que tampoco Vd. discreparía”. No conozco la magnitud de ese que llama Vd. “gran Gregorio Delgado”, pero sí la de Souto, que fue alumno mío en Santiago, y luego ví en Pamplona; respecto a este último sí puedo decir que la discrepancia con la profesora García-Hervás no es “doctrinal”, sino mejor “personal”, y del triste nivel del caciqueo de oposiciones. Así, “me inclino a favor de mi discípula” y le invito a que juzgue Vd. por el fondo.
Creo que esto es todo.
Un cordial saludo de
Álvaro d’Ors
Arxiu Nacional de Catalunya, Sección Valls Taberner. Subsección Álvaro d’Ors, nº 5.462.
[Nº 44]. Carta de Álvaro d’Ors a Manuel Peláez
Pamplona, 13 de junio de 1999
Querido amigo:
Agradezco su carta y su felicitación por el premio navarro; también por la reseña de Parerga historica, que será de las pocas que se hagan de este libro.
Le adjunto unas observaciones para la autora: por si le sirven para pulir un poco su reseña. Ya veo que me ve como un intruso en muchas materias; quizás por no ver en mí un “jurista” sin más; pero es natural que no me “reconozca” así, por falta de “conocimiento” de mi obra, buena o mala que ésta sea. Comprendo, por lo demás, que la temática de ese libro es excesiva para un reseñante ordinario. Quizás sea ésta la razón de que no aparezcan reseñas de él. Pero, en todo caso, muchas gracias.
En julio me tendrá Vd. en mi dirección, que ya conoce, de Pontevedra; quizás hasta noviembre.
Acaba de salir mi “Nueva introducción al estudio del derecho”, en “Civitas”; lamento no tener ejemplares disponibles. De “La violencia y el orden” va a salir ua traducción italiana; pero ya comprendo que ese librito no le guste.
Un cordial saludo,
Álvaro d’Ors
P. S. Recomiendo a la reseñante que se lea las conclusiones del final de mis artículos, donde puede ver fácilmente qué es lo que aporto de nuevo, pues no lo ha visto, o no quiere verlo…
Arxiu Nacional de Catalunya, Sección Valls Taberner. Subsección Álvaro d’Ors, nº 5.463.
[Nº 45]. Carta de Álvaro d’Ors a Manuel J. Peláez, en la que se posiciona en contra de un artículo publicado en “Nueva Revista”, en el que Vicente Cacho Viu, catedrático que fue de Historia contemporánea de la Universidad de Barcelona, defendía a Ortega y Gasset y a la Institución libre de Enseñanza, materias en las que era experto. Recogía Cacho Viu alguna reflexión sobre Eugenio d’Ors y su hijo Álvaro d’Ors salió en defensa de las teorías de su progenitor
Pontevedra, 9 de septiembre de 1999
Querido amigo:
Le agradezco su felicitación por el premio navarro: ya sabe Vd. que estas cosas de “lohar”, que hay que agradecer, no afectan al “ser”, que sigue igual después de recibirlas.
Ya veo por lo que me dice que en el Anuario [de Historia del Derecho Español] no gustan del Derecho romano; yo lo siento sobre todo por mis colegas que se han quedado sin revista española donde publicar sus trabajos; les queda la revista chilena, de Alejandro Guzmán, pero ya conocemos las dificultades de estas colaboraciones transatlánticas; entre otras cosas, que no se ven pruebas… Yo, sin embargo, por adhesión y admiración a mi discípulo insigne, sigo colaborando en su revista.
También debo agradecer al nuevo Anuario que me coloque en el Consejo de asesores, aunque nada vaya yo a asesorarles ya.
Lo de la historia de textos resulta menos comprensible para los historiadores “modernos”; pero no porque puedan ellos acceder directamente a los hechos, sino porque se aproximan más a “cronistas”, algo así como “periodistas” de hechos más recientes. Pero veo que su discípula ha visto claro que, para hablar de “cesión de bienes” no hay más que textos, pues la “institución” es invisible.
Lamento mucho el infortunio personal de Ortega. Por lo demás, es natural que no me mande las nuevas ediciones de su manual, pues tampoco le mando yo las del mío. Pese a aquella recensión crítica de que le hablé –que no llegué a publicar–, puede Vd. creer que yo le aprecio como a todos mis colegas. Tampoco tiene él la culpa de que Fuenteseca le prefieriera a mi hijo, en las primeras oposiciones de éste. Lo que deseo es que cumpla bien con su deber de docencia, como supongo que hará.
Mi crítica al libro de Cacho Viu creo que fue muy considerada; nunca pretendo yo “dar palos” a nadie. Sólo nombré que su “visión” estaba condicionada por su filiación orteguiana. Por lo demás, ya se encargaron los de Nueva Revista de compensar mi crítica con el artículo de Tusell; como corresponde a “los hombres de centro”.
Supongo que Di Pietro habrá recibido el ejemplar de la separata de García-Hervás que él le pedía; ya lo comprobé en mi correspondencia con él. Es interesante que Di Pietro defienda actualmente mi distinción de “préstamos – estipulaciones – contratos” para el derecho moderno; lo mismo aparece en el Fuero Nuevo de Navarra, y yo creo que es algo que está en la naturaleza de las cosas.
Le deseo un feliz comienzo de curso.
Le saluda con afecto s. s. servidor y amigo
Álvaro d’Ors
Arxiu Nacional de Catalunya, Sección Valls-Taberner, subsección Álvaro d’Ors, nº 5.464.
[Nº 46]. Carta de Álvaro d’Ors a Manuel J. Peláez
Pontevedra, 7 de octubre de 1999
Querido colega:
Gracias por su carta del 12 de octubre, y por el envío de su revista a Di Pietro, que ya me ha confirmado haberla recibido. Es el más destacado romanista de Argentina, al que acabo de dedicar un artículo que se publicará en Prudentia iuris; ha venido a España varias veces, y mantego con él una interesante correspondencia.
En su separata veo que gusta Vd. de criticar mis ideas políticas. Para cebar estos gustos y satisfacción de Vd., le incluyo un trozo sacado de mi libro La violencia y el orden, recién salido en segunda edición; y en el libro verá Vd. cuanto defiendo la necesidad de nuestra guerra y la significación de Franco. Tiene Vd. allí materia para rato. Le añado alguna cosilla más para cumplir el caso. De esa conferencia mía en Monterols, hace años, no tengo más que un muy vago recuerdo; que elogiara a Albareda no sorprende, pues en varias ocasiones pude hacerlo por escrito; con Ibáñez Martín no tuve especial relación, pero mejor ministro que los de ahora ya fue; por lo menos no hizo estropicios. La creación del C.S.I.C., aunque fue desplazando a mi padre en su proyecto del “Instituto de España”, reconozco que fue un gran paso para la cultura española; y con más espíritu de construir respecto a la anterior “Junta de Ampliación de Estudios” que la que hay hoy con la democracia. Sobre la comparación de Albareda con mi maestro Castillejo puede Vd. ver mis Cuatro precursores, en Papeles del oficio universitario. En fin, yo viví muchas cosas que Vd. sólo puede conocer por referencias tendenciosas.
También gusta Vd. de criticar a mi discípulo Alfonso Otero –fue adjunto mío cuando hube de encargarme yo de Historia del Derecho por la marcha de López-Amo a Pamplona–. Es persona singular, sin duda, pero de una agudeza poco frecuente, y tiene artículos reconocidamente excelentes. Lo que copió de la “Memoria” de Rafael Gibert quizás no sea ta grave, dada la limitación cuantitativa que Vd. mismo advierte, y el hecho conocido de que esas “Memorias” de oposiciones eran traslaticias, en las que se acumulaban varias manos, aunque Gibert, sin duda, hubo de imprimir en ella su originalidad de siempre. Yo aprecio mucho el talante de Otero, aunque con los años, su diríamos “misantropía” se ha ido acentuando, y no me escribe nunca; tampoco quiso reseñar mis Parerga historica; pero yo no tengo agravios por estas cosas. Además, de Carl Schmitt, así como lo era ya su inteligentísima madre Anima, es persona de mi afecto; Dusanta es ahijada mía de bautismo. Así, ya comprende Vd. que me duele ver cómo desprecia Vd. a Alfonso.
Sobre el Derecho romano en el Anuario de Historia del Derecho Español creo haberle dicho ya qué razón tuve yo para alojar en él a los romanistas y no hacer una revista especial; el modelo fue entonces la francesa Nouvelle revue historique, donde los romanistas franceses –que no tenían otra revista especial– colaboraban sin dificultad. Ahora, el desahucio en el Anuario, francamente, me deja ya algo indiferente; ha tenido como consecuencia la mayor presencia de los españoles en las revistas extranjeras, con la consiguiente expansión internacional de nuestro idioma.
Sobre cómo han quedado los romanistas de la Complutense no tengo una información muy exacta, pero veo que nunca hubo más discordias que ahora respecto a las cátedras universitarias – “Algo huele mal…”.
D. m. seguiré en Pontevedra este mes, pero en noviembre volveré a Pamplona.
Le saluda este s. s. servidor y amigo
Álvaro d’Ors
Arxiu Nacional de Catalunya, Sección Valls-Taberner, subsección Álvaro d’Ors, nº 5.465.
[Nº 47]. Carta de Álvaro d’Ors a Manuel J. Peláez
Pontevedra, 21 de octubre de 1999
Querido amigo:
Me ha sorprendido que me escriba Vd. a Pamplona, a la vez que me estaba dirigiendo las cartas a Pontevedra. Le ruego que, por favor, los impresos me los envíe siempre a Pontevedra, para no tener la incomodidad de traerlos yo, incluso, a veces, con gasto de agencia. Las cartas, si no sabe Vd. que estoy en Pamplona, también a Pontevedra. Gracias.
Ya sabía, como le decía en mi carta anterior, que Di Pietro había recibido el envío. Gracias.
Ahora me manda Vd. la reseña que ha hecho la señora Zambrana del nuevo libro de Rafa Domingo. Actualmente en Pittsburg. Quizá sería mejor que no encargara Vd. que hiciera reseñas a personas por las que, de entrada, no sienta la menor simpatía con el autor reseñado. La que hizo de Leonardo Polo fue infame, como ya le comenté: una simple exhibición de información por ordenador, cuando [Leonardo] Polo [Barrena] es, reconocidamente, uno de nuestros principales filósofos de la actualidad. Luego, la de Parerga histórica, en la que nada decía de lo que yo podía aportar. Ahora, ésta de Domingo, plagada de toques críticos sin explicar y un solo elogio… de El País.
Quizá convendría que leyera ella mi último libro –Crítica romanista– aparecido como número 10 de los Cuadernos Compostelanos: allí puede ver cómo debe hacerse una reseña crítica aceptable. Debe Vd. procurar que sus discípulos “aprendan”, y, con ese fin, proponerles modelos de los géneros literarios que Vd. les hace cultivar. Mis Papeles del oficio universitario tenían ese propósito de ofrecer modelos universitarios. No sé si Vd. los considera aprovechables.
A su pregunta de si nadie, hasta mí, distinguió entre autoridad y potestad, no creo que deba responder, pues no sé si no es una pregunta despectiva. Sólo le recordaré que el papa Gelasio decía que el emperador tenía potestad y él tenía la autoridad. Por lo demás, el proceso de confusión entre ambos conceptos es solamente conocido, y ya la tesis de Domingo, y ahora su nuevo libro, la ilustran completamente.
En fin, de esta reseña del nuevo libro parece deducirse que la distinción no sirve para nada, y que el autor no hace más que adularse. Esto ¿no cree Vd. que no es correcto? Y que se sorprenda de que el que aspira a la autoridad deba renunciar a la potestad demuestra que no ha entendido que sea la auctoritas.
Como ya veo que estas reseñas que me envía no van a ser corregidas, quizá sea mejor que no me las envíe.
Reciba un saludo cordial de este s. s. servidor y amigo.
Álvaro d’Ors
Arxiu Nacional de Catalunya, Sección Valls-Taberner, subsección Álvaro d’Ors, nº 5.466.
[Nº 48]. Carta de Álvaro d’Ors a Manuel J. Peláez
Pamplona, 15 de febrero de 2000
Querido amigo:
Gracias por el envío de la reseña de la sra. Zambrana. Veo que, quizá por cumplir lo que Vd., le pedía, se ha molestado en leer mis “Parerga”. Tiene mérito, pues es un libro muy politemático, y por eso pocos se han atrevido a reseñarlo. Como es natural en los estudios de derecho romano arcaico, ella se ha encontrado con más dificultad; por ejemplo, para captar la relación que veo entre el caso de Furio Cresimo y el senadoconsulto de Bacinales (en el artículo sobre el hechizo de cosechas, del que el malum Carmen, francamente, no es algo tan central), o la rectificación del texto de Cicerón en lo de la carga de sacra. Esto es muy explicable. Sin embargo, en lo que conocía mejor como historiadora del derecho he podido detectar fallos; por ejemplo, textos olvidados por mí en el estudio del acueducto forzoso, que siento no me señalara algunos, cuando apareció, hace años, ese estudio, pues hubiera podido tenerlos en cuenta para esa nueva edición.
No se puede decir que sea una reseña crítica, pues las observaciones incidentales, como la de haber titulado el libro “Parerga” sin citar la obra de Alciato, no son propiamente críticas. Otras son muy opinables, como la de que cuando San Pablo se refería a la interpretación de la ley, tenga esto nada que ver con la historia del derecho, etc.
Me pregunta por una crítica de Rafael Gibert a sus “Infrahistorias”. No sé donde puede haberlo publicado; pero, desde luego, no en Verbo, donde Gibert no colaboró nunca; yo sí, y asiduamente, pues si viera Vd. esa revista, comprendería que su hospitalidad me es muy grata en los momentos actuales de la “censura social”.
Gracias, pues. Reciba un cordial saludo de este su seguro y humilde servidor
Álvaro d’Ors
P. S. Observaciones de Álvaro d’Ors a la recensión escrita por Patricia Zambrana sobre su libro Parerga historica:
Ante todo, no se señalan las aportaciones nuevas. Vea los resúmenes conclusivos de los artículos.
Aunque no se puede exigir que la reseñante tenga simpatía por el autor reseñado, le someto las siguientes observaciones que ella sabrá colocar en su lugar.
La existencia de los hechos es social, desde luego, pero la reflexión sobre ellos es siempre individual: “verba” individuales sobre “facta” sociales.
Letra – espíritu, en el texto paulino, se refiere originalmente a dos leyes distintas, no a las interpretaciones (desde Orígenes) de un mismo texto.
Sánchez-Bella fue el instrumento de un milagro que sigue siendo la Universidad de Navarra, que nace en un momento histórico. Lo es el comienzo de toda Universidad.
La distinción entre historia y periodismo no es extraña en la “Filosofía de la Comunicación”.
Mi planteamiento del estudio romanista es precisamente el contrario: la depuración del cosmos causítico, y no la personalidad de los puestos como hacen muchos hoy.
¿Incursiones en la Historia jurídica? Todo el libro es de historia jurídica. ¿Me ve realmente como “intruso”? ¿Por qué?.
Arxiu Nacional de Catalunya, Sección Valls-Taberner, subsección Álvaro d’Ors.
[Nº 50]. Carta de Manuel J. Peláez a Álvaro d’Ors y Pérez-Peix
Málaga, 16 de septiembre de 2000
Querido D. Álvaro:
Una vez más me atrevo a molestarle, por una duda que me asalta, pero antes de entrar en materia, supongo que vio Vd. la recensión de Patricia Zambrana ya publicada en Revista crítica de Derecho inmobiliario sobre su libro Parerga hstorica y la de la propia Zambrana sobre el libro de Rafael Domingo en Revista de Estudios Histórico Jurídicos, XXI, 1999, con variadas observaciones. En ese mismo número de la revista de Valparaíso publica Vd. y su discípulo Rafael Domingo, pero el director ha tenido la gentileza de publicar dos recensiones elogiosas sobre sendos libros de Antonio Ortega y Carrillo de Albornoz y las tres amplias noticias sobre congresos de Derecho Romano a cargo de las dos discípulas del propio Ortega, Esther Domínguez López (cuya tesis se recensiona allí elogiosamente) y Belén Malavé, dos romanistas con futuro. Son ya doctoras y pendientes de sistematizarse como titulares. Forman parte del grupo de investigación que tengo aquí en Málaga.
No obstante, la razón de que le escriba no es esta, sino la de que, leyendo sus Papeles del oficio universitario, 1961, pp. 110-115 este verano en el Colegio Mayor Almonte me encuentro con su respuesta a Guarino sobre determinado romanista sevillano, del que ni él en Labeo, 1955, ni Vd. en su respuesta dicen el nombre. Intenté en Sevilla en el Archivo Universitario localizar al personaje. No pude en agosto, pero José Calvo González, el titular de Filosofía del Derecho de Málaga, especialista en la historia de la Facultad de Derecho de Sevilla me ayuda a localizarlo. Me quedo asombrado. Resulta que tanto Vd. como Guarino tocan la flauta, al menos a mí me lo parece, de oído. Resulta que José López de Rueda Moreno era catedrático de Universidad por oposición, en concreto de Derecho procesal (entonces Procedimientos Judiciales y Crítica Forense) de la Universidad de Oviedo por R. O. de 11 de octubre de 1911 y que lo único que fue favorecido es en acceder a esa cátedra de Derecho romano, ya que era la que estaba vacante. Vd. dice: “Alfonso XIII premió con una cátedra de derecho romano, sin más miramientos, como pudo haberle dado cualquier otra prebenda en Sevilla, ciudad en la que el beneficiario deseaba residir” (p. 112). El personaje, según los datos de José Calvo, había sido auxiliar en Sevilla durante muchos años, era doctor en Derecho por Madrid y encargado de varias cátedras en la Hispalense, y opositor a muchas disciplinas hasta que sacó la plaza de Oviedo. El caso, pues, es bien distinto. Además, según Calvo, contaba con dos publicaciones de Derecho romano. Ahora a la vista de lo de José Calvo González, voy a escribir algo poniendo las cosas en su sitio sobre la XIIIª Tabla. Supongo que la cuestión era un montaje de Francisco de Pelsmaeker e Iváñez (1901-1973).
A la espera de sus noticias, y de que me aclare que significa eso de “por motivos de agradecimiento político que no hace falta explicar”, cuando según Calvo las razones es que había matado por error de un disparo a un familiar del tal López de Rueda.
Feliz fin de verano,
Manuel J. Peláez
Arxiu Nacional de Catalunya, Sección Valls-Taberner, subsección Álvaro d’Ors, nº 5.468.
[Nº 51]. Carta de Álvaro d’Ors a Manuel J. Peláez
Pamplona, 22 noviembre de 2000
Querido amigo:
Gracias por el envío de la fotocopia de la reseña de mis Parerga historica y por la información de la existencia de libros míos en bibliotecas extranjeras.
Ahora pienso que su generosa tendencia a defender a los mediocres puede deberse a un buen sentimiento de caridad cristiana; espero beneficiarme de él también yo. De momento le toca al catedrático sevillano de la “13 Tabla”, hermano del malogrado juez de Cabrera, al que quiere Vd. vindicar; me sorprende que entre las “docenas de datos que he recibido de Vd., no haya salido nada coincidente con la afirmación que recibí de un catedrático de Sevilla, que me parece difícil se hubiese inventado esa historia.
Menciona Vd. a [Manuel Martínez] Pedroso, que fue muy conocido en su época. Y yo conocía a [Wenceslao] Roces, el traductor del Manual de derecho romano de Sohm, el canonista protestante alemán. Roces dio, en Madrid, un cursillo al que yo asistí, creo que, en 1932, sobre “obligaciones solidarias y correales”. Luego he podido ver que su formación como romanista era claramente pandectística, y que no estaba él a la altura de la romanística del momento. Como también mi maestro Castillejo, un buen pedagogo, se había formado en Alemania, pero con pandectistas. Castillejo, en realidad, estudió allí con Stammler, el filosófo del derecho. Pertenecen a la serie de los becados en Alemania, pero que no frecuentaron el magisterio de los entonces “nuevos” romanistas. Pocos años después, ya en la década de los ’30, Ursicino Álvarez Suárez asistió ya a las clases de Rabel, y traía una formación más actual; como también Santa Cruz, que estuvo con Lenel, en Friburgo. Un como augurio de esa renovación se puede ver en el discurso inaugural de Traviesas, en Oviedo. Después de nuestra guerra los romanistas fuimos principalmente a Italia, y, en los últimos decenios, de nuevo, a Alemania.
Quien mejor ha estudiado las personalidades de juristas españoles contemporáneos es Rafael Gibert, al que yo animo a completar su estudio y publicarlo como gran libro que puede ser.
Le deseo todo lo mejor para el nuevo año,
Un afectuoso saludo
Álvaro d’Ors
Arxiu Nacional de Catalunya, Sección Valls-Taberner, Subsección Álvaro d’Ors.
[Nº 52]. Carta de Álvaro d’Ors a Manuel J. Peláez
Pamplona,18 de marzo de 2002
Querido amigo:
Llevaba tiempo sin saber de Vd., ni de sus publicaciones, que le ruego siga mandando a Pontevedra.
Por razones de enfermedad, este año la estancia en Pontevedra se prolongó hasta este mes de marzo; ahora estoy de nuevo en Pamplona, y aquí he encontrado su felicitación de Navidad. Gracias.
Me alegro de que la Universidad, ahí, se haya esmerado en la colocación de sus candidatos, aunque ya comprende Vd. que el actual sistema endogámico no me parece el más apropiado para elevar el nivel del profesorado, ni, indirectamente de los alumnos. Pero ya estoy yo bien lejos de todo eso…
Dolores García-Hervás está de baja por enfermedad y hace años que no la veo, aunque sí he tenido alguna noticia de ella. Supongo que estará al tanto del movimiento de vacantes.
Corresponde ahora a sus deseos con la mirada de felicidad para Vd.
Álvaro d’Ors
Arxiu Nacional de Catalunya, Sección Valls-Taberner, Subsección Álvaro d’Ors, nº 5.470.
[Nº 53]. Carta de cierre del epistolario. Misiva circular remitida por Rafael Gibert y Sánchez de la Vega a Manuel J. Peláez con fecha de 1994 haciendo referencia a un acontecimiento anterior, que quería ver reflejado por escrito en impreso. Es decir, convocó a través de una circular emitida desde Madrid el 14 de noviembre de 1983. Se edita el escrito de Gibert por ser como un homenaje a D’Ors
Madrid, 10 de febrero de 1994 (Santa Escolástica)
Mi querido amigo y compañero:
Varios becarios que estuvieron en Villalbani, el Instituto Jurídico Español de Roma, se han puesto de acuerdo para rendir un homenaje al que fue su director, tener un encuentro personal, ya que muchos no se conocen entre sí, y dejar un testimonio de su paso por Italia en un momento de su formación. Ha sido señalada la fecha 26 de abril de 1984, que es el jueves de Pascua, como más adecuada para desplazamientos y mejor clima en Pamplona. Como lugar de reunión sería más fácil a la salida de misa, que don Álvaro suele oir y que sería fácil conocer el día anterior. Entonces no será difícil encontrar una cafetería, donde desayunar, y ponernos de acuerdo, si es en el mismo lugar o quizás su Universidad nos facilite un aula para tener una sencilla sesión académica, donde de forma breve, se expusiera en forma de coloquio, un texto preparado por cada uno. Sobre cualquier tema relacionado con el Instituto, la propia disciplina, la labor realizada, las consecuencias para la tarea ulterior, o una simple noticia sobre algún trabajo. Con el texto de estas intervenciones se podría formar un pequeño volumen titulado Villabani a don Álvaro, donde quedaríamos como retratados para la posteridad. Según para quien, han pasado treinta, veintinueve, veintiocho, veintisiete… años. Ya es un momento para la recapitulación. Algunos becarios fueron recomendados por sus propios maestros, el tema puede ser una semblanza de ellos, o bien de algún maestro italiano con el que a través del Instituto se tuvo relación.
No es cosa de aplazar la iniciativa, porque el tiempo corre. Tampoco se puede mantener secreto y darle una sorpresa al Director, pero como es lógico no ha de intervenir en la organización. Sin embargo, la perla del asunto sería que él mismo preparara una disertación, a manera de lección dirigida a juristas que, cualquiera que sea su elevada categoría alcanzada, y la pertenencia a cualquier escuela o dirección de trabajo, recordarán que un día se acogieron a aquella oportunidad del Instituto. No está, en mi opinión, excluida la posibilidad de una colegial y cordial discrepancia con los puntos de vista mantenidos por don Álvaro, que se ha manifestado, aparte de en su disciplina del Derecho Romano, en Derecho Civil, Derecho Político, Derecho Penal, Derecho Internacional, Historia del Derecho Español, Derecho Financiero, etc. No estaría mal que con este motivo cayéramos sobre él desde todos los lados y hundiéramos las lanzas de la crítica a través de su toga de jurista. Pero no es mi papel gobernar el asunto. Que cada uno haga lo que quiera. Muchos tenemos cosas agradables q ue decir de don Álvaro, pero no estoy seguro de que le divertiría un torneo de este tipo. ¡Todos contra el clásico! Tomando como pie algunas de sus manifestaciones. Al menos, puede resultar una agradable tertulia. Donde por una vez nos encontremos los que un día seleccionó para ser villalbanos. Si alguno considera que Villalbani no significó nada especial para él, eso mismo puede ser un dato interesante y sobre todo auténtico. Con un cordial saludo,
Rafael Gibert y Sánchez de la Vega.
Nota bene:
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