Revista europea de historia de las ideas políticas y de las instituciones públicas


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Presidente del C.R.: Antonio Ortega Carrillo de Albornoz
Director: Manuel J. Peláez
Editor: Juan Carlos Martínez Coll


José Luis Monereo Pérez, La crisis de la socialdemocracia europea. Eduard Bernstein y las premisas del socialismo reformista, El Viejo Topo, 2012, 232 págs. [texto en castellano].

Guillermo Hierrezuelo Conde

Resumen: Esta obra nos acerca al pensamiento político y económico de Eduard Bernstein, revisionista de origen y tradición marxista, si bien desde una visión cercana, e incluso analizando su influencia en nuestro país. En su primera etapa aceptó los postulados marxista, si bien más tarde fueron rechazados de una forma categórica. Su análisis crítico al marxismo quedó recogido en gran parte en su obra Reforma o Revolución.Además, consideraba que aunque el capitalismo se derrumbase, ello no implicaba la implantación del socialismo, ya que intervenían otros factores. Cuestionaba, por otro lado, la teoría del Estado, en cuanto que lo consideraba como una instancia al servicio de una sociedad democrática y pluralista. El socialismo que defendía pretendía construirlo de forma pacífica, evolucionista y sindicalista-cooperativa, cuestionando el concepto de Estado del marxismo clásico. Y todo ello sin renunciar a su pensamiento de instaurar una sociedad socialista. Monereo Pérez, al analizar su pensamiento político y económico, incluso manifiesta que, aunque oficialmente la socialdemocracia, no acogió las ideas de Eduard Bernstein, en la práctica las asumió como suyas, y ello a pesar de las duras críticas recibidas en Europa y en España, entre otros por el fundador del Partido Socialista Obrero Español, Pablo Iglesias.

Palabras clave: Socialdemocracia, Europa, Eduard Bernstein.

A finales del siglo XIX y durante el siglo XX el marxismo clásico fue expandiéndose en todos los ámbitos de la sociedad. Pero Eduard Bernstein (1850-1932), considerado como el revisionista de origen y tradición marxista más destacado, concebía la socialdemocracia como la adaptación del Estado a las necesidades de las clases populares, y no para derrocar la democracia. De hecho, está considerado el creador de la corriente revisionista en el seno de la socialdemocracia, y abogaba por una alianza de clases y el acuerdo con otros partidos. Monereo Pérez señala que «el revisionismo de Bernstein trataba de afrontar la ya entonces considerada 'crisis del marxismo', e intentó hacerlo desde el interior del marximo (como, después, lo había percibido Rosselli). Bernstein defendía una vía democrática hacia el socialismo, revalorizando el papel de la lucha política en la dirección de ese proceso eminentemente político» (pp. 18-19). En otras palabras, la concepción de Bernstein era la de un marxismo abierto, no cerrado, que además debía ser constantemente reinterpretado y modificado. E, incluso, consideraba que el capitalismo había encontrado mecanismos de control anticrisis, que permitía un crecimiento constante e ilimitado de las fuerzas productivas.
E. Bernstein cuestionaba asimismo la teoría del Estado, considerando que el Estado debía ser una instancia al servicio de una sociedad democrática y pluralista. Pero a juicio de Monereo «la crisis actual ha puesto de manifiesto los límites de la autorregulación de la economía mundial mediante los mecanismos del mercado, y los propios límites de las instancias reguladoras estatales para regular una economía mundializada» (p. 54). En opinión de Bernstein, el Estado nunca debía representar un instrumento de dominación de clase, entendido en su concepción democrática. Es más, en esta forma política del Estado democrático, la lucha de clases estaría en un segundo plano. Tampoco existiría una contraposición entre los postulados del liberalismo y el socialismo democrático.
Con el transcurso del tiempo, Bernstein acotó su idea de socialismo moderno. Pero su revisionismo en ningún momento renunció a la idea de una sociedad socialista. Por ello, J. L. Monereo afirma que «Bernstein aporta una concepción en cierto sentido imprecisa o deliberadamente ambigua del socialismo» (p. 76). Por otro lado, el socialismo Fabiano ejerció una gran influencia en el pensamiento económico, social y político de Bernstein ejerció una gran influencia. Además, le confirió una justificación ética al socialismo, de forma que demostrase su aceptabilidad social.
En la primera etapa del pensamiento de Bernstein asumió los postulados marxistas, pero más tarde se convirtió en uno de sus críticos más acérrimos. De hecho, Bernstein consideraba que la teoría socialista solo podía subsistir a condición de renovarse continuamente. Concebía el marxismo como un sistema que debía adaptarse a las exigencias de los tiempos. Por ello, José Luis Monereo destaca que «Bernstein tenía una concepción básicamente evolucionista del desarrollo histórico; una concepción que, en no poco, le apartaba de la visión dialéctica asumida por el ala de la izquierda hegeliana, de la que originariamente partió la propia tradición del marxismo clásico» (p. 123). En opinión de Bernstein, en el hipotético caso de que el capitalismo se derrumbase, ello no implicaba necesariamente la implantación del socialismo (p. 135). Es más, pretendía construir el socialismo a partir de una vía pacífica, evolucionista y sindicalista-cooperativista, al tiempo que cuestionaba la concepción instrumentalista del Estado que regía en el marxismo clásico. Además, proponía un socialismo práctico, basado en la propuesta de un programa de reformas. A modo de reflexión José L. Monereo destaca que «el contexto actual de la globalización de la economía está suponiendo un replanteamiento de los mecanismos de regulación del capitalismo» (p. 187). El pensamiento de Bernstein se basaba fundamentalmente en el cambio. De hecho, llegó a afirmar que «la meta final, no importa cuál sea, no significa nada; el movimiento lo es todo». Su Reforma o Revolución suponía una crítica marxista (p. 212). Y aunque los congresos de la socialdemocracia marginaron el revisionismo de Bernstein, parte de sus posiciones fueron asumidas por la socialdemocracia entre las dos guerras mundiales. De hecho, inspiró y fue el redactor principal del Programa de Görlitz de 1921, desplazando el Programa de Erfurt de 1891. De ello se deduce que el objetivo originario de los partidos socialdemócratas era la abolición de la estructura de la propiedad y el salario de la sociedad capitalista, siendo sustituidos por un sistema igualitario (p. 218).
La recepción en España del pensamiento de Bernstein sufrió numerosas críticas. El Partido Socialista Obrero Español se opuso al revisionismo de Bernstein, posición que se manifestó de forma expresa en el Congreso de Amsterdam de la II Internacional, celebrado los días 14 al 20 de agosto de 1904. La recepción en España del pensamiento de Bernstein fue limitada. De hecho, Pablo Iglesias estaba más próximo a las posiciones ortodoxas de Kautsky, que a las revisionistas de Bernstein (p. 225). Monereo Pérez destaca que «la orientación ideológica predominante en el socialismo español durante el primer tercio del siglo veinte, no obstante su ambigüedad, fue una adscripción teórica oficial al marxismo ortodoxo de la II Internacional (por parte del Partido Socialista Obrero Español), primero, y después, al marxismo-leninismo, otra versión del marxismo ortodoxo (por parte del Partido Comunista Español)». Si bien, añade Monereo, que en la práctica «se realizaba una política de corte reformista, no demasiada distinta a la que había defendido Eduard Bernstein, defendiendo la transformación reformista de la sociedad capitalista, desde dentro para implantar el socialismo por vía democrática» (pp. 225-226).
Esta nueva obra del catedrático de Derecho del Trabajo de la Universidad de Granada, José Luis Monereo, publicada en El viejo Topo, amplía la historia del pensamiento social y político realizada por el mismo y relativas al pensamiento de Hermann Heller, Max Weber, Carl Schmitt o Karl Marx, entre otros. [Recibido el 25 de octubre de 2012].



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