Revista europea de historia de las ideas políticas y de las instituciones públicas


ISSN versión electrónica: 2174-0135
ISSN versión impresa: 2386-6926
Depósito Legal: MA 2135-2014

Presidente del C.R.: Antonio Ortega Carrillo de Albornoz
Director: Manuel J. Peláez
Editor: Juan Carlos Martínez Coll


UNA HERRAMIENTA PARA ERRADICAR LA DESIGUALDAD Y LA VIOLENCIA DE GÉNERO: EL EMPODERAMIENTO DE LA MUJER

Clara LÓPEZ SÁNCHEZ
Carol VILASECA GARCÍA
Jazmín Mariana SERRANO JAPA

RESUMEN: Cuarta Conferencia Mundial de las Naciones Unidas. Todavía nos encontramos con barreras y limitaciones en el acceso a la educación, puestos laborales, recursos económicos y sociales. Estas desigualdades aún existentes en la mayoría de países y estados del mundo, suponen un obstáculo para el desarrollo y con ello para la lucha feminista de lograr una igualdad real. Para favorecer este equilibro de igualdad una de las herramientas necesarias es el empoderamiento. Para la lucha feminista, se hace necesario un cambio total en la perspectiva de roles y estereotipos de conducta sobre la mujer. Entendemos dos tipos de proceso de empoderamiento. Por un lado el empoderamiento femenino social. Y por otro lado, el empoderamiento individual. A nivel colectivo y social, se hace necesaria una concienciación política de la necesidad de eliminar las estructuras opresoras que mantienen una discriminación hacia la mujer. A nivel individual este proceso de empoderamiento requiere que se tome en cuenta programas de desarrollo psicológicos. Es necesario que empiecen creyendo que son guerreras, fuertes y que sepan que han venido al mundo para sumar. Tomar una ayuda o guía psicológica ayudará a que reconozcan que pueden ir más allá de sus percepciones, capacidades y limitaciones. Hay que tener en cuenta que existen varios obstáculos o barreras que dificultan la implementación de estos procesos de empoderamiento. En la Resolución 66/130 “La participación de la mujer en la política” aprobada por la Asamblea General el 19 de diciembre de 2011 señala la importancia fundamental de la participación política de la mujer en todos los contextos. En la vida política las mujeres se ven afectadas y en peligro a nivel mundial. La brecha en la capacidad de la mujer está afectada desde tiempos ancestrales al verse limitada al acceso a los recursos educativos y de formación necesarios para acceder a puestos de liderazgo y responsabilidad ocupados por hombres. Estadísticamente las oportunidades que tienen hombres y mujeres vemos que en los diferentes sectores (político, social, cultural, educativo, jurídico, sanitario, deportivo…) de nuestra sociedad la mujer se ve mermada por las restricciones que sufren no optando por las mismas condiciones jerárquicas y de ascenso. Otro aspecto sobre el que trabajar y que influye en el empoderamientos social femenino es el uso del lenguaje sexista. Deberíamos de tomar conciencia en la utilización del lenguaje inclusivo. Reconocer el valor que cada ser humano tiene es permitir que exista una igualdad de género donde se reconozcan los mismos derechos y obligaciones. Este problema no se va a erradicar en un periodo corto de tiempo. La solución a este tipo de actuación puede tenerse a base de una educación más igualitaria y menos sexista. Es en época de transición política cuando podemos luchar por superar los obstáculos.

PALABRAS CLAVE: Cuarta Conferencia Mundial de las Naciones Unidas, Mujeres, Pekin, 1995, Desigualdad, Desequilibrio, Género, Educación, Puestos laborales, Recursos económicos, Recursos sociales, Roles, Lucha feminista, Igualdad real, Empoderamiento, Posición social, Posición política, Posición económica, Posición psicológica, Estereotipos, Patriarcado, Colectivo femenino, Concienciación política, Discriminación, Violencia de género, Guía psicológica, Andocentrismo, Machismo, Herencia social de roles, Estereotipos de género, Micro machismos, Resolución 66/130, Asamblea General el 19 de diciembre de 2011, Políticas, Barreras estructurales, Instituciones, Leyes, Brecha, Clara Campoamor, Victoria Kent, Historia feminista, Lenguaje sexista, Lenguaje inclusivo, Real Academia Española, Erradicar, Transición política.

En la Cuarta Conferencia Mundial de las Naciones Unidas sobre las mujeres se señala que “[...] la promoción de la mujer y la igualdad entre mujeres y hombres es un aspecto de los derechos humanos; es una condición de la justicia social; es un objetivo que no debe ser considerado como una cuestión de interés exclusivo para las mujeres. Es el único medio para construir una sociedad viable, justa y desarrollada. La consolidación del poder de acción de las mujeres y la igualdad entre los sexos son condiciones previas fundamentales para la seguridad política, social, económica, cultural y ecológica de todos los pueblos” (Pekín, 1995).

Cabe mencionar que todavía nos encontramos con barreras y limitaciones en diversos campos, como el acceso a la educación, puestos laborales, recursos económicos y sociales, etc.,que siguen fomentando el desequilibrio de género y manteniendo los papeles y roles históricamente atribuidos a hombres y mujeres, quedando estas segundas en situación de discriminación. Estas desigualdades aún existentes en la mayoría de países y estados del mundo, suponen un obstáculo para el desarrollo y con ello para la lucha feminista de lograr una igualdad real.

Para favorecer este equilibro de igualdad una de las herramientas necesarias es el empoderamiento. Este término se refiere al proceso por el cual se le dota a una persona o comunidad de las herramientas necesarias para aumentar sus capacidades con el fin de mejorar su posición social, política, económica y psicológica. De esta manera, para la lucha feminista, se hace necesario un cambio total en la perspectiva de roles y estereotipos de conducta sobre la mujer, y para ello, trabajar sobre la autonomía y las capacidades de las mujeres, nos ayudará a conseguir dar el valor que se merece a nuestra voz, opiniones, actos y conductas, y evitar así quedar relegadas a un segundo plano como se venía haciendo en tiempos de patriarcado profundo.

Desde nuestro punto de vista entendemos dos tipos de proceso de empoderamiento necesarios a trabajar sobre el colectivo femenino. Por un lado el empoderamiento femenino social, referido al proceso por el que debemos pasar en conjunto todas mujeres del mundo, con el fin de potenciar nuestras capacidades como seres humanos y luchar juntas por una igualdad real, posición de libertad y respeto dentro de toda la sociedad. Y por otro lado, el empoderamiento individual; en este sentido nos referimos al proceso individual de cada mujer que eso haya sido víctima de violencia de género y como consecuencia de dicho maltrato se hayan visto reducidas sus capacidades de autoestima, autonomía y libertades, ultrajando así su capacidad para enfrentarse al mundo.

No obstante desde la perspectiva profesional de la psicológica, se hace absolutamente necesario incluir dentro del tratamiento psicológico con víctimas de violencia de género este proceso de empoderamiento individual para amortiguar las consecuencias y secuelas psíquicas causadas por el maltrato vivido y con ello trabajar su recuperación emocional.

Ambos empoderamientos son necesarios para estar más cerca de erradicar la discriminación basada en el género y con ello, todas las consecuencias tanto a nivel social, político como psicológico que nos afecta a todas las mujeres. Por lo que, como hemos comentado anteriormente, es una de las herramientas fundamentales para luchar contra el androcentrismo existente en la mayoría de sociedades del planeta.

Por tal, a nivel colectivo y social, se hace necesaria una concienciación política de la necesidad de eliminar las estructuras opresoras que mantienen una discriminación hacia la mujer y que, el empoderamiento de la mujer sea la herramienta para ello, eliminando así la subordinación de género y promoviendo la movilización social colectiva hacia el progreso y el desarrollo. Es decir, fomentando redes sociales de apoyo, recursos económicos y recursos sociopolíticos aumentará así la autoestima y la autonomía de la mujer. La violencia de género no es un problema aislado de las mujeres, es algo que nos afecta a todos y todas y por tanto hay que darle voz y cambiar la idea de que son problemáticas que atañen solamente a nivel intrafamiliar.

A nivel individual este proceso de empoderamiento requiere que se tome en cuenta programas de desarrollo psicológicos, que permitan tomar conciencia sobre las consecuencias de la baja autoestima por la discriminación, rechazo, poder, etc., por lo tanto estos programas serían una herramienta necesaria para empoderar de valor y coraje a la mujer de tanta injusticia, y comiencen a valorarse por lo que son, auténticas con ímpetu de valentía, decisión aceptación, sueños y visiones.

Para ello es necesario que empiecen creyendo que son guerreras, fuertes y que sepan que han venido al mundo para sumar, para estar frente a cualquier reto que se les impongan, deben creerse y aceptarse que son hermosas y que no necesitan de transformaciones que la sociedad les impone para hacerlas “valer más”, tienen que estar seguras que querer es poder, y tener voz de escucha y rechazo para no permitir que las humillaciones o los chantajes quebranten el interés de seguir haciendo su búsqueda de lucha.

Por lo tanto tomar una ayuda o guía psicológica ayudará a que reconozcan que pueden ir más allá de sus percepciones, capacidades y limitaciones, reconociendo de esta manera sus deberes y derechos que tienen como mujeres, teniendo siempre en cuenta, que este proceso de empoderamiento se trabajará sobre una misma, no sobre otras personas, puesto que de lo contrario, estaríamos repitiendo el patrón del hombre, quien se colocó en un nivel superior por una cuestión de género.

Sin embargo, hay que tener en cuenta que existen varios obstáculos o barreras que dificultan la implementación de estos procesos de empoderamiento. Al vivir en sociedades androcéntricas, el machismo, la herencia social de roles y estereotipos de género hace que adoptemos como “naturales” ciertas conductas o rasgos que continúan limitando y discriminando las capacidades y la posición de la mujer en la sociedad. Por ejemplo, estos roles de género impuestos hacen que el comportamiento adecuado que se espera de las mujeres sea el de ocuparse de las tareas domésticas, que además no son reconocidas ni valoradas, sino que se entienden como una obligación natural.

Otro ejemplo, de normalizaciones de los micros machismos es el aspecto biológico de ser madres. La sociedad lo entiende como una limitación, ya que el hecho de ser madres implica un obstáculo para nuestro desarrollo profesional, concepto que muchas de nosotras tenemos interiorizados y hace que en muchas ocasiones tengamos que elegir entre una de las dos opciones. Esta concepción de que no hay otro camino que escoger, hace que las mujeres se exijan más y se conformen, sin rebuscar otras opciones donde se pueda desarrollar perfectamente en ambos ámbitos sin, por ello, tener que fracasar estrepitosamente en uno de ellos.

Mientras tanto, en la Resolución 66/130 “La participación de la mujer en la política” aprobada por la Asamblea General el 19 de diciembre de 2011 señala «la importancia fundamental de la participación política de la mujer en todos los contextos, sea en tiempos de paz o de conflicto, y en todas las etapas de la transición política, preocupada por los muchos obstáculos que siguen impidiendo la participación de la mujer en la vida política en condiciones de igualdad con el hombre y observando a ese respecto que las situaciones de transición política pueden constituir una oportunidad única de enfrentar esos obstáculos, […] porque las mujeres siguen estando marginadas en gran medida de la esfera política en todo el mundo, a menudo como resultado de leyes, prácticas, actitudes y estereotipos de género discriminatorios, bajos niveles de educación, falta de acceso a servicios de atención sanitaria, y debido a que la pobreza las afecta de manera desproporcionada…». En la vida política las mujeres se ven afectadas y en peligro a nivel mundial. Su participación se obstaculiza por, como nos indica la Resolución, las barreras estructurales que han creado las instituciones y las leyes que dan pie a discriminar a la mujer para poder intervenir en procesos de elección, representación e incluso votar, entre otros, dependiendo de la región y/o sus habitantes, factores económicos, educativos y culturales.

La brecha en la capacidad de la mujer está afectada desde tiempos ancestrales al verse limitada al acceso a los recursos educativos y de formación necesarios para acceder a puestos de liderazgo y responsabilidad ocupados por hombres. Como se exponía anteriormente, esta limitación viene referida a la estereotipación de género que se le atribuía a las mujeres y los hombres, y que se ha venido heredando generación tras generación; aportándose los recursos que la familia tenía en formar y educar a los hombres y en enseñar labores domésticas a las mujeres. Esta herencia ha creado el mayor obstáculo para las mujeres que se ven directamente perjudicadas al no contar con modelos históricos de referencia en la vida política y pública, así como la escasa experiencia de las mujeres en los recursos del poder institucional. Podemos nombrar algunos ejemplos como Clara Campoamor o Victoria Kent, pero no contamos con la historia feminista que a día de hoy se está reescribiendo.

Si analizamos estadísticamente las oportunidades que tienen hombres y mujeres vemos que en los diferentes sectores (político, social, cultural, educativo, jurídico, sanitario, deportivo…) de nuestra sociedad la mujer se ve mermada por las restricciones que sufren no optando por las mismas condiciones jerárquicas y de ascenso, no llega al 50% las mujeres que ocupan cargos directivos, por ejemplo, un estudio elaborado por el Instituto de la Mujer y para la Igualdad de Oportunidades representa porcentualmente la participación de la mujer en las principales fuerzas políticas nacionales, siendo, de media, del 41,8%, frente al 58,2% de participación masculina. Sin embargo, esto no es causa que no quieran escalar jerárquicamente, si no de quien viene eligiendo en esos procesos de selección, en la mayoría de casos donde los directivos son hombres, por lo que a mayor escala, mayor es el filtro que aplican para no ponderar por méritos y/o conocimientos de la persona. Por el hecho de ser mujer se estrechan las posibilidades al no valorarlas como igualmente capaces que los hombres, dificultándose así su acceso a cúspides políticas.

Otro aspecto sobre el que trabajar y que influye en el empoderamientos social femenino es el uso del lenguaje sexista. El lenguaje como lo define la Real Academia Española es la «Facultad del ser humano de expresarse y comunicarse con los demás a través del sonido articulado de otros sistemas de signos», es nuestro medio de expresión y comunicación con el resto de personas atribuyéndole, a raíz de la herencia social que anteriormente mencionábamos, intenciones de significado y clasificando determinadas palabras en función de lo considerado por la sociedad como femenino y masculino, aplicándose, por ello, el currículo oculto que denota discriminación hacia la mujer. En este sentido, todos, tanto hombres como mujeres, deberíamos de tomar conciencia en la utilización del lenguaje inclusivo, de esta manera favoreceríamos la representación de la mujer y evitaríamos transmitir herencias sociales estereotipadas, reorganizando y rechazando expresiones que mantienen la creencia de subordinación del género femenino.

Y es que aunque vemos como muchas mujeres de diversas sociedades han conseguido que la vergüenza y la culpa ya no cargue en sus espaldas como antes, sintiéndose así más liberadas y sin miedo de gritar que están hartas de obedecer, aún existen estas barreras y limitaciones que hacen que, lamentablemente en muchas sociedades el empoderamiento social y político de la mujer siga siendo un mito, y la libertad algo que todavía no pueden creer.

Reconocer el valor que cada ser humano tiene es permitir que exista una igualdad de género donde se reconozcan los mismos derechos y obligaciones y así evitar que sigan existiendo más generaciones con el mismo síndrome de imponer, gobernar, y decidir sobre los derechos de la mujer.

Este problema no se va a erradicar en un periodo corto de tiempo. La solución a este tipo de actuación puede tenerse a base de una educación más gualitaria y menos sexista, para eliminar la herencia de roles y que, en el caso de mantener las proporciones expuestas anteriormente, en casos como la escala jerárquica, no sea un impedimento el hecho de que la mayoría sean hombres.

Es en época de transición política cuando podemos luchar por superar los obstáculos y poder establecer una igualdad de género en cargos públicos y de responsabilidad, así como un desarrollo sostenible y el empoderamiento de la mujer, es una de las herramientas fundamentales para desarrollar una sociedad igualitaria.

BIBLIOGRAFÍA

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Recibido el 23 de marzo de 2021 . Aceptado el 28 de marzo de 2021






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