Revista europea de historia de las ideas políticas y de las instituciones públicas
ISSN versión electrónica: 2174-0135
ISSN versión impresa: 2386-6926
Depósito Legal: MA 2135-2014
Presidente del C.R.: Antonio Ortega Carrillo de Albornoz
Director: Manuel J. Peláez
Editor: Juan Carlos Martínez Coll
TRADUCCIÓN AL CASTELLANO DEL DISCURSO DE PIERREMARIE PORY-PAPY (1805-1874), COMO REPRESENTANTE ELECTO POR MARTINICA EN 1848 Y DE UN MANIFIESTO DIRIGIDO A SUS CONCIUDADANOS DE SAINT-PIERRE
Diana Lucía MARTÍN SOLÍS
Resumen: El jurista de color Pierre-Marie Pory-Papy es uno de los más significativos representantes de la lucha por la abolición de la esclavitud dentro del mundo de la francofonía. La declaración de derechos del hombre y del ciudadano de 1789, en su artículo primero declaraba que todos los hombres nacen libres y son iguales en sus derechos. El 4 de febrero de 1794 la Convención nacional declaró abolida la esclavitud en todas las colonias francesas. Sin embargo, Napoleón Bonaparte reestableció parcialmente la esclavitud en las colonias en 1802. El 27 de abril de 1848, un decreto del Ministerio de Marina y de las Colonias abolió la esclavitud. Pory-Papy, nacido en Saint-Pierre, en Martinica, estudió la carrera de Derecho en la Facultad de Leyes de París. Fue diputado por la isla de Martinica en la Asamblea Nacional Francesa, la primera vez desde el 8 de agosto de 1848 al 26 de mayo de 1849.
Palabras clave: Pierre-Marie Pory-Papy, Esclavitud, Martinica, Saint-Pierre.
«A mis conciudadanos»
¡Escuchad una voz amiga! leed o pedid a alguien que os lea estos consejos dictados por la fraternidad. La efervescencia es peligrosa; podría deshonrar el triunfo de la libertad. Confiad plenamente en la República; no olvidéis que la moderación en las circunstancias actuales es un signo de fortaleza y no de debilidad. Los alarmistas deben ser aislados para que nadie escuche sus temores; y así no dar lugar a sospechas, y no afligir a los corazones honestos a través de demostraciones tumultuosas que difunden la preocupación, y comprometen la paz pública. Todos los ciudadanos están interesados en el orden. El orden es la ley de Dios. Sirve para consolidar de forma ventajosa que se produzcan las crisis de la naturaleza y las revoluciones sociales.
Una vana agitación sin motivo y sin propósito no es razonable, y es por todos que Francia ha confiado el destino de las colonias francesas. Preocupaos tanto de vuestras palabras como de vuestras acciones; las declaraciones imprudentes llaman a la acción. Una exigencia absurda da lugar a resistencias nefastas. Reneguemos del odio; el tiempo de las recriminaciones pasó y los intereses privados deben lidiar con el interés público. Hay nombres que evocamos como bandera, pero solo tenemos una, la gloriosa bandera de la Libertad, la Igualdad y la Fraternidad. Nos protege a todos; al igual que el sol, brilla para todos. Sin duda es natural que la impaciencia, los lamentos, los roces y las esperanzas atormenten de distinta forma las mentes, hasta a los más generosos, en este país donde tantos intereses chocan, pero la razón condena a todos los egoísmos al silencio.
Es necesario que el Pueblo cambie sus costumbres. Los hábitos de la esclavitud deben desaparecer a la vista de la libertad. Así los charivaris, los bois-bois, los bamboula, los piya y cualquier violencia son inoportunos. Recuerdan un pasado que devora el olvido; son anacronismos indignos del presente y sobre todo del futuro.
El amor propio, toda la falsa vergüenza de ceder a una voluntad contraria, no debe escucharse. Abstengámonos de fomentar viejas disputas con el pretexto de la dignidad personal.
Disculpen, conciudadanos, si me permito sermonearles. Tienen el derecho de juzgarme a su vez, de culparme si me equivoco; pero si tengo razón, me escucharéis porque tengo la plena confianza de que no hablo con sordos.
Salud y fraternidad.
Pierre-Marie Pory-Papy
Miembro correspondiente de la Sociedad francesa para la Abolición de la Esclavitud. (Las Antillas)
[En el documento original aparece manuscrito: St Pierre ‒ La Martinica]
«Ciudadanos representantes»
Antes de pronunciaros en la elecciones de La Martinica, permitid a uno de los elegidos de esta colonia daros algunas explicaciones indispensables por el comunicado que acabáis de oír.
No insistiré sobre el peligro que habría al ir a la colonia y remover las pasiones por una investigación que podrá ser más o menos malinterpretada. ¡Dios solo quiere que yo hable en esta asamblea a fin de dejar en su mente la menor duda! Deseo que todos conozcáis la verdad, y tomo la palabra para contarla.
Es imposible ignorar que tenéis que decidir, por el espíritu de estas protestas, yo no hablaré sobre las protestas contra la emancipación de los esclavos, sino sobre las protestas contra el sufragio universal, cuya presente asamblea es la viva expresión.
Lo habéis escuchado; la parte capital del comunicado, la parte principal de las protestas, consiste en ignorar el decreto del gobierno provisional, para poner en duda la soberanía popular en la colonias, y sospechar que la Asamblea Nacional tenía intención de volver a los decretos del gobierno provisional, en lo que respecta al sufragio universal. Querríamos preveniros contra las colonias, como si se tratara de una irrupción de los bárbaros; no es nada, y acabo de protestar contra esta tribuna por su amor por Francia, y de su reconocimiento más que entusiasta para la Gloriosa Revolución de febrero. (¡Muy bien!).
Ciudadanos, jamás, en ningún país, el sufragio universal se ha manifestado por primera vez con tanta calma como en La Martinica, en esta colonia que dependía apenas de un desastre horrible. No había asociaciones, ni reuniones preparatorias, ni carteles, ni vendedores ambulantes, ni estos medios empleados en todas las ciudades civilizadas para preconizar las candidaturas; solo se publican dos periódicos dos veces por semana y el mismo día; ni siquiera boletines impresos impresos. Me sorprendí totalmente a mi llegada a la metrópoli, de saber que en Francia se podían distribuir boletines informativos impresos. La población de La Martinica, al no saber leer ni escribir, no ha utilizado boletines informativos impresos; recurría naturalmente a manos extranjeras para escribir sus boletines informativos.
No hemos destacado ninguna riña, colisión, o persecución incluso delante del Tribunal de delitos menores. Sin embargo, me parece que se habría podido aportar en estas protestas, y por consiguiente a esta tribuna, algún hecho legal, algún hecho decisivo, constituyendo esta intimidación de las mentes de las que hemos hablado.
¿Sabéis que hizo la policía de las asambleas electorales?
Solo algunos bomberos; porque se pensó que la guarnición, compuesta por 1200 hombres, que se encontraba excluida según el derecho común, más valía no colocarla en la puerta de las asambleas, mientras que podría creer que se la había privado de un derecho, y que haya tenido la pretensión de votar. Con algunos bomberos, lo repito, se mantuvo el orden.
Pero lo que domina todo, en estas elecciones, es el resultado.
La Martinica contaba con 25.000 electores inscritos de todos los colores de piel. Se dijo que no había listas electorales: es un error. Había listas electorales: han sido fijadas, y no hubo ninguna reclamación sobre su contexto en el plazo de la ley. Ha habido, de hecho, un trabajo preparatorio anterior, y si varios electores recibieron apellidos, y si este trabajo ha podido ser un elemento de las listas electorales, no es menos cierto que hay listas electorales; las actas dan fe de ello. Las listas han sido confeccionadas y fijadas; no han sido objeto de ninguna reclamación. Estas listas contienen 25.000 electores, los cuales se descomponen así: 5.000 blancos y 20.000 hombres de color. Había, además, 1200 hombres de guarnición, un centenar de policías, y 300 o 400 marines. De los 25.000 electores, hubo 20.000 votantes, y de los 20.000 votantes hemos obtenido 19.000 votos.
Es posible admitir que hubo fraude y violencia para obtener un número tan considerable de sufragios...
Numerosas voces — ¡No! ¡No! — ¡Es evidente! — ¡Basta! — ¡A votación! ¡a votación!
Sr. Pory-Papy — Las notas que he tomado en todo momento sobre el comunicado, del cual no tenía ningún conocimiento, se dividen así: 1º el gobierno provisional no tenía el derecho de dar el sufragio universal; 2º un artículo de periódico había hecho nacer la intimidación; 3º la influencia del subsecretario Schœlcher y del comisario general Perrinon a determinado las elecciones; 4º los comités se establecieron en lugar de los consejos municipales; 5º por último, habría habido maniobras fraudulentas. Yo no me encargo, ciudadanos representantes, de defender los actos del gobierno provisional; mi mandato es de mostrarle el reconocimiento de las colonias. (Aprobación de varios bancos).
En cuanto a la influencia del ciudadano Schœlcher, es inmensa en las colonias. Él se ha ocupado de eso toda su vida; fue uno de los nobles abolicionistas que, en la antigua cámara, en todas partes, han protegido sin cesar al débil y al oprimido, y han hecho considerar a Francia como la madre patria de los esclavos franceses.
En cuanto al ciudadano Perrinon, comisario general, del que todos los periódicos de la colonia atestiguan la administración feliz, sobre todo al principio, él trajo el olvido de todos los prejuicios, y una revolución social, más grande que las revoluciones de la fuerza, fue llevada a cabo por él. Más tarde, comenzó la reacción; pero la historia le hará justicia, que desde el 3 de junio, día de su llegada a La Martinica, hasta el momento en que dejé este país, no han tenido lugar ningún peligro, ningún desorden y ninguna colisión.
La paz, la tranquilidad, la unión, habían prevalecido; la miseria también, es verdad: pero esta miseria, estáis llamados para aliviarla con los votos que pronunciaréis.
Escuché con un sentimiento de dolor criticar al comisario general el comienzo del viaje de negocios que hizo, en el mes de julio, por invitación de todos los colonos, que preparaban festines para recibirle. Este viaje de negocios se hizo para la organización del trabajo; viaje de negocios que fue tan beneficioso, que continua ahora por el recorrido del este y del sur; viaje de negocios que no fue retribuido, ya que cuando los antiguos gobernadores tenían 60.000 u 80.000 francos, el viaje de negocios del comisario general era gratuito. La República tiene motivo para no pagar los gastos del viaje de negocios.
Fui llamado por el comisario general no en todas las colonias, pero sí en el distrito de Saint-Pierre, con el fin de poner en práctica un contrato de asociación entre los propietarios y los trabajadores.
En esta época, el recuerdo del 22 de mayo no se borró, pero fue reemplazado, me permito decirlo, por la fraternidad. Se organizaron banquetes por todas partes, la reconciliación era general, las banderas ondeaban por todas las calles.
Eso sería ignorar la verdad diciendo que hubo intimidación y temor: había unión.
Cuando visité las ayuntamientos con el comisario general, yo era allí más conocido que él; yo niño de ese país, yo que solamente, de este país, tuve el honor de ser llamado como miembro de la Sociedad francesa para la abolición de la esclavitud.
Yo no necesitaba un patrocinio oficial, no necesitaba recurrir a maniobras fraudulentas para darme a conocer a esclavos desgraciados, para los que ya era conocido y perfectamente conocido. Fui pues con el comisario general; pero tan pronto como se marchó comenzó el ataque. La cuestión de las elecciones no estaba vacía, el consejo privado no había fijado aún la época, pero al final, el plazo que va a expirar pronto, se pensó que habría candidatos del antiguo partido colonial. Los antiguos dueños que se fusionaban, que llegaban a este deseable fin de fraternidad y paz, quisieron hacer prevalecer de este momento a tres candidatos exclusivos, tres candidatos pertenecientes a la población blanca: los periódicos están allí para atestiguarlo.
De esta época data el comienzo de las divisiones o más bien disentimientos, ya que no quiero servirme de esta palabra de divisiones.
Tan pronto como me enteré que se consideraba como maniobra electoral el viaje de negocios que hicimos por el bien del país y el trabajo, volví a Saint-Pierre, y respondí al ataque que se dirigió contra mí por la carta de la que el ponente solo os ha citado un fragmento.
Pero, lo repito, en esta época no se trataba todavía de elecciones determinadas: el consejo privado no había fijado el día. Y cuando dije en esta carta que había hecho un viaje de negocios para organizar el trabajo, pero que mi candidatura se aprovechó de eso, dije una cosa confesable, es decir que habiendo negado el cargo de director de Interior, habiendo negado el cargo de consejero en el Tribunal de apelación para poder representar a mis conciudadanos, lo que me era muy fácil, ya que tenía por anticipado la seguridad, así como el periódico le Courrier de la Martinique da fe de ello, yo había aprovechado eso para mi candidatura, en ese sentido que había visto municipios que yo no conocía todavía, que yo había visto viviendas que no conocía aún; pero yo no había hecho las promesas directamente a los electores, mi profesión de fe electoral se encontraba en los periódicos.
Yo volví a Saint-Pierre inmediatamente. Pero este ataque, este ataque del Courrier de la Martinique, al cual yo había respondido, pareció tan injusto a la población de La Martinica, que llegaron reclamaciones de todas partes, y todas fueron respondidas. El comisario general fue obligado a publicar una proclama para llamar a todos los ciudadanos al olvido de cualquier especie de disentimiento.
He aquí lo que el comunicado señala como una nulidad, como un caso que sería de naturaleza para anular las elecciones. No es más que una polémica, una polémica en los términos de la polémica, una polémica que fue seguida en Fort-de-France por una frase lamentable, sin duda, pero por una frase que fue explicada más tarde en los mismos periódicos, y que no dio lugar a ninguna especie de intimidación.
Y aquí, señores, impulsamos tan lejos el espíritu de malevolencia en las protestas, que estas protestas indican que el artículo más violento sería escrito por un fiscal. Sin embargo no está firmado por ningún fiscal; es una alegación desmentida por el propio documento. No responderé al argumento extraído de las firmas que se encuentran abajo de este documento. El comisario general tiene un cuñado joven que lo ha firmado; pero ¿es responsable de que su cuñado haya firmado el documento y semejante hecho sea un motivo para anular una elección? Porque un ciudadano habría firmado una protesta en Fort-de-France, es esa una razón para que una fiesta familiar no tenga lugar un mes después, y porque una fiesta familiar tenga lugar un mes después, eso no puede ser una causa de anulación de la elección.
Pero el medio más grave en el que se basa el ponente, es lo que él llama una gran irregularidad que permanece completa, es decir que las listas electorales no habrían sido redactadas.
Pido disculpas al honorable ponente, es un error material; no hay más que leer cada acta, leer el periódico oficial, para quedar convencido que las listas electorales han sido redactadas, fijadas en cada localidad; que en los plazos queridos por la ley, ninguna especie de reclamación ha tenido lugar contra el contenido de estas listas, y que en las actas, relatando las elecciones, tampoco tuvo lugar ninguna reclamación.
No hay que confundir los apellidos y las listas electorales. El decreto del 27 de abril decía que la población nuevamente emancipada recibiría apellidos, que las elecciones tendrían lugar inmediatamente, y que para llegar a estas elecciones, cogeríamos los registros matriculados donde se encontraban los antiguos esclavos, que cogeríamos los censos de todos los propietarios. Esto responde suficientemente a este argumento de seis meses de residencia del decreto, que parecería dejar de lado a la población esclava. Es evidente que, tanto por el espíritu del decreto como por su texto, la población estaba llamada al completo para disfrutar de la libertad y del sufragio universal.
Antes pues de proceder a las listas electorales, se volvía indispensable clasificar a los nuevos ciudadanos, y de darles apellidos, para distinguir un gran número de ciudadanos que llevaban el mismo nombre. Pero como era imposible de hacer por completo este trabajo de censo antes de las elecciones, el comisario general decidió que en todas los municipios, se harían las listas de todos los ciudadanos mayores de veintiún años, y que aquellos solamente recibirían apellidos.
Este trabajo preparatorio no incluía a aquellos que no tenían veintiún años, no incluía a las mujeres: fue hecho exclusivamente en vista a las elecciones, porque para establecer las listas, había que tener electores. Hicimos un reproche de que no había consejos municipales; pero, para establecer consejos municipales, había que tener electores, y para tener electores había que fijar listas electorales, y para fijar listas electorales, había que dar apellidos.
La dirección del interior estaba casi compuesta completamente por blancos; todas las oficinas son antiguas oficinas, es un error muy grande que oigo repetir en todas partes. Decimos que hay invasión en las colonias.
¡Y bien! el director de las colonias me decía: «Sé que los nombramientos de las poblaciones de color son a los de la población blanca como 1 a 5». Así la población blanca representa 5, la población de color representa la unidad. ¿Queréis la prueba? Hay ocho jueces de paz en La Martinica, solo uno es un hombre de color. El consejo municipal de Saint-Pierre está compuesto por veintiún miembros; no hay más que seis personas de color. Si vosotros leíais las listas de estos comités, creados para reemplazar los consejos municipales, veríais allí dominar al elemento blanco. Para completar los comités, a consecuencia de las abstenciones, de las negativas de querer acceder a un orden de cosas que dañaba los intereses personales, nos han obligado a llamar a todos los curas del campo.
Yo decía que se habían hecho listas preparatorias de apellidos, y allí donde no había municipalidad, sea por dimisiones, sea por circunstancias fortuitas, y la organización administrativa limitada a los términos de las leyes que rigen Francia y las colonias, estas administraciones recibieron los cuadernos de la dirección de Interior conteniendo la lista de los electores; estas listas fueron verificadas, fueron fijadas, las actas dan fe, y no tuvo lugar ninguna reclamación en el plazo establecido.
Me parece que esta grave irregularidad no se sostiene al completo; me parece que las listas electorales han sido publicadas, que no ha habido protestas en el plazo establecido, y que no se puede decir que se sea limitado para coger las listas de apellidos, sin distinción de edad: incluso se habría podido añadir el sexo, pero explico que las mujeres todavía no han sido censadas.
El punto principal, el punto culminante del debate, tras la negación del sufragio universal, reposa sobre un error, un error desmentido por las propias actas.
Ahora llego a los comités.
La carta del comisario general dice que para conseguir una mayor celeridad no se han convocado los consejos municipales. Debo añadir que sería poco generoso, por parte de los protestantes de La Martinica, quejarse del retraso por la formación de los consejos municipales. Vosotros lo comprendéis, ciudadanos representantes, con el sufragio universal, cuando se presentó este sufragio universal para la Asamblea Nacional en La Martinica dos blancos, dos mulatos, un negro, porque he aquí los nombramientos hechos, y que este resultado del sufragio universal produjo una gran explosión de protestas, ¿qué habría pasado si toda la colonia hubiera sido llamada por el sufragio universal para componer los cuerpos municipales? Es entonces cuando se habría gritado a la exclusión, a la invasión; no habría sido posible evitar la mayoría numérica de tener la mayoría numérica en los consejos municipales. Es pues por un sentimiento de conservación, de consideración, que los consejos municipales, que habían dado su dimisión, no han sido reconstituidos. Por el momento, los sustituimos, y hay que esperar que esta sustitución pruebe que la unión y la fraternidad no se olvidan en la colonia. (¡Muy bien!)
En cuanto a las maniobras fraudulentas, en primer lugar me sorprende que, en veintiséis actas, no se haya hecho ni una protesta, aunque todas las actas fueron redactadas por la antigua población colonial, aquellos a los que todavía se les llama blancos.
No se ha hecho ninguna alegación semejante en Saint-Pierre, que se señala como el lugar donde tuvieron lugar las maniobras electorales. No recuerdo, en las dos protestas, haber visto nada semejante. Es en Fort-de-France donde unos individuos desconocidos van a discutir los fraudes cometidos en las elecciones de Saint-Pierre.
Hay que devolver esta justicia a las protestas de Saint-Pierre, que no han pretendido un medio similar. He aquí la verdad sobre este punto. El decreto decía que al expedir las tarjetas electorales se expediría igualmente para cada elector un papel azul donde se encontraban escritas estas palabras:
Titulares: ciudadano... ciudadano...
Suplentes: ciudadano... ciudadano...
Solo había que rellenar los nombres, y es necesario que la Asamblea sepa que antes de la distribución de estas papeletas, los candidatos estaban en campaña y difundían profusamente listas manuscritas, papeletas manuscritas, que en cada municipio estas papeletas se tiraban, nadie las quería; los periódicos del país demuestran que aquellos que hacían estas maniobras se quejaban de que suprimieran sus papeletas.
Llega la época de la distribución de tarjetas electorales. Se decía que cada elector debería recibir su papeleta al mismo tiempo que su tarjeta. Expedimos entonces las tarjetas y las papeletas. El ayuntamiento de Saint-Pierre se encuentra en la planta baja; hay un pasillo, en ese pasillo, la multitud se apretujaba. Tan pronto como los electores tenían sus papeletas, querían escribirlas o que se las escribieran. Todavía no se trataba, es cierto, de los votos, que tuvieron lugar diez días después. La ley autorizaba para escribir las papeletas por anticipado, y las escribíamos entonces. Es en ese momento en que se establecieron, en el pasillo del ayuntamiento de Saint-Pierre, mesas donde escribíamos los nombres que los electores pedían para escribir voluntariamente, sin contestación ni colisión.
Lejos de que este hecho haya pasado bajo mis auspicios, con mi aprobación, los periódicos dan fe de ello, tan pronto como fui informado, defendí la instalación de estas mesas en el ayuntamiento, no es que creyera que no se podían escribir las papeletas de los electores, sino porque temía que los candidatos estuvieran divididos, y que se produjera un enfrentamiento en el ayuntamiento; por otra parte, eso me parecía contrario a la dignidad de las elecciones.
Sucedió que los campesinos, que venían desde muy lejos para escribir sus papeletas, y que no querían volver sin que se las hubieran escrito, al no encontrar más mesas en el ayuntamiento, fueron a la plaza pública, a veinte pasos de allí, para que les escribieran sus papeletas. Es posible que en el intervalo muchas papeletas hayan sido cambiadas; ya que los campesinos sospechosos, queriendo nombrar a Schœlcher el abolicionista, Bissette el mártir, Pory-Papy, que conocían como miembro corresponsal de la Sociedad para la abolición de la esclavitud, harían leer su papeleta, y cuando una papeleta no llevaba esos nombres, decían: «Rompa esta papeleta, haga otra». He aquí el porqué ha habido mesas para escribir las papeletas, y cómo hubo papeletas rotas.
¿Son estos semejantes detalles y minucias, que pueden cancelar las elecciones de un nuevo pueblo, cuando, como dije al principio, no ha habido vendedores ambulantes, ni imágenes, ni grabados, ni impresos? (¡Muy bien! ¡muy bien!).
Algunas voces. — ¡Basta! ¡basta! ¡a votación!
Numerosas voces. — ¡No! ¡no! ¡Hablad!
Sr. Pory-Papy. — La población blanca no se ha abstenido de votar por completo, y es de justicia reconocer que he encontrado en Saint-Pierre en el consejo municipal, compuesto por blancos, una oposición perfecta.
Los miembros de este consejo se dividen en dos secciones, la de Fort y la de Mouillage, y permanecieron tres días con dedicación plena, contribuyendo así al funcionamiento de la maquinaria electoral.
Unos votaron, otros se abstuvieron, y cuando pregunto a aquellos el motivo de su abstención, unos me decían: es inútil que votemos, no tendríamos la mayoría. Los otros: no votamos, porque no somos partidarios del sufragio universal. Ninguno se ha abstenido a consecuencia de la violencia; esto es calumniar a la población blanca que pretende abstenerse por temor. No conocéis a esta población, si creéis que no ha votado por miedo; si se hubiera sentido amenazada, se habría precipitado más bien sobre nosotros. [Recibido el 25 de octubre de 2015].
Bibliografía
Edouard de Lépine, Dix semaines qui ébranlèrent la Martinique : 25 mars – 4 juin 1848 : XIXe siècle, Paris, Maisonneuve & Larose, 1999.
Nelly Schmidt, Abolitionnistes de l’esclavage et réformateurs des colonies, 1820-1851. Analyse et documents, Paris, Éditions Karthala, 2000.
Gérard D. Guyon, “Pierre-Marie Pory-Papy (1805-1874)”, en Diccionario crítico de juristas españoles, portugueses y latinoamericanos (hispánicos, brasileños, quebequenses y restantes francófonos, Zaragoza-Barcelona, Universidad de Málaga, 2012, tomo 4º, p. 453, nº 2.931.
Nota bene:
Si necesita algún tipo de información referente al artículo póngase en contacto con el email suministrado por el autor del artículo al principio del mismo.
REVISTA EUROPEA DE HISTORIA DE LAS IDEAS POLÍTICAS Y DE LAS INSTITUCIONES PÚBLICAS es una revista académica, editada y mantenida por Revistasdederecho.com. La revista dejó de depender de la Universidad de Málaga en noviembre de 2013 y de www.eumed.com en noviembre de 2020, fecha en la que se conformó www.revistasdederecho.com. Para cualquier comunicación, envíe un mensaje a mjpelaez@uma.es, seghiri@uma.es o info@revistasdederecho.com.