Revista europea de historia de las ideas políticas y de las instituciones públicas


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Depósito Legal: MA 2135-2014

Presidente del C.R.: Antonio Ortega Carrillo de Albornoz
Director: Manuel J. Peláez
Editor: Juan Carlos Martínez Coll


POLÍTICA SOCIAL EN LA DOCTRINA DEL PENSADOR ALEMÁN GUSTAV VON SCHMOLLER (SOCIALISMO DE CÁTEDRA O LIBERALISMO SOCIAL EN PRUSIA)

Juan Miguel PADILLA ROMERO

Riassunto: Gustav von Schmoller nato a Heilbronn (Germania) nel 1838, è morto a Bad Harburg nel 1917. E’ stato un grossisimo personaggio, una delle figure più importanti in studi sociali e del lavoro nel XIX secolo e nei primi anni del XX secolo. Autore di migliaia di pagine scritte, è stato fondatore e presidente della Società per le politiche sociali. Protestante, ha visto la Chiesa cattolica come uno dei principali nemici da combattere. Schmoller non corresponde affatto con le idee di Adam Smith, invece a David Ricardo lo considera un grosso personaggio. Schmoller afronta temi sociali con un’altitudine e misura molto significativa. Schmoller non ha avuto la reputazione di Max Weber o di Karl Marx, ma è un pensatore di prim’ordine nel suo mestiere universitario e ideologico.

Palabras clave: Gustav von Schmoller, Prusia, Verein fϋr Socialpolitik, Asociación para la Política Social, Franz Oppenheimer, Lorenz von Stein, Friedrich List, Werner Sombart, Bruno Hildebrand, Charles Gide, Ferdinand Tonnies, Política Social, Otto von Bismarck, Friedrich Althoff, Economía Social, Estado de bienestar, Partido Socialista Alemán (SPD), Lujo Brentano, Brandemburgo, Berlín, José Luis Monereo Pérez, Wilhelm Roscher, James Fraser, William Thompson, Carlo Maria Cipolla, Monopolio del tabaco, Robert Owen, Max Weber, Paul de Lilienfeld, Johann Gottlieb Fichte, Carl Schmitt, Adolf Weber, Constitución de Weimar (1919), Burocracia, Estado legislativo, Genios invisibles, Plusvalía política, Contrarrevolucionarios, Radicalismo, Aristocracia, Política económica, Maquinismo, Antonio Flores de Lemus, José Calvo González, Manuel Reventós Bordoy, María Encarnación Gómez Rojo, Ramón Carande Thovar.

Gustav von Schmoller nació en Alemania, en la localidad de Heilbronn el 24 de Junio de 18381 y falleció en Bad Harzburg el 27 de Junio, en el año 1917. Ha sido una de las figuras más relevantes en las ciencias económicas y del trabajo de finales del siglo XIX y principios del XX. Estudió Ciencias Políticas, Económicas y Sociales en la Universidad de Tubinga y, posteriormente, fue profesor de Economía Política en diferentes universidades alemanas, entre las que destacan la Universidad de Estrasburgo, la de Berlín y la de Halle.

Schmoller está considerado como el principal teórico de la Política Social y máximo exponente de la escuela histórica alemana de Política Social o de lo que los franceses denominan, con una dosis de cierta insuficencia, la ciencia de la Economía Social. También en Bélgica hay una tradición de Economía Social, con esta denominación de Política Social. Es, por tanto, el más influyente e importante pensador social y economista alemán del siglo XIX.

En 1887 formó parte de la Academia de Ciencias Prusiana, y como representante de la Universidad de Berlín intervino en la Prussian Herrenhaus. Fue uno de los principales fundadores de la Verein fϋr Social Politik (Sociedad para la Política Social).

Schmoller se posiciona frente a la Iglesia católica en su ubicación de protestante, en la crítica que hace a los grandes reformistas del siglo XVIII y a todos aquellos que participaron en la revolución de 1748. El mérito de Schmoller no consiste solo en la comprensión de las diferentes épocas históricas que le precedieron, él subraya que las afirmaciones de los teóricos sobre los asuntos económicos no pueden ser entendidas por la población en general. El periodo comprendido entre el siglo XIV y el XVIII, constituye las principales centurias de la economía territorial, una característica que tiene su origen en la época feudal, una organización económica que parte de la base de la escala de poderes y de la pirámide de poder. Del siglo XVI destaca el inicio de la época de la formación de la conocida como “economía nacional”, que es la consecuencia principal del auge de la economía mercantilista. Al final del desarrollo de esta fase, empezó a hablarse de la economía mundial. La época del nuevo estado mundial y del inicio de las relaciones económicas mundiales, que comienzan con las conquistas coloniales de los estados europeos y que, en tan solo cincuenta años, adquirió una inconmensurable dimensión.

Además, Velarde señala que se produjo una conversión de ciertos autores abandonando las ideas de Schmoller «pasándose con armas y bagaje a David Ricardo, cuyas teorías fueron a partir de un cierto momento emergentes entre grandes profesores de Economía política españoles entre 1920 y 1960. Menos fueron los que al estudiar la Política Social, siguieron el pensamiento y la obra de Antonio Scialoja y su libro Principi di Economia Sociale, Nápoles, 1849. Se ha puesto de manifiesto que Scialoja en 1848 demolió de arriba abajo las tesis de David Ricardo, pero bien se ocuparon algunos de que se ignorasen estas apreciaciones llevadas a cabo por Antonio Scialoja»2.

En este sentido, cabe resaltar que Schmoller distingue como grandes momentos en la evolución de los periodos económicos de la historia de la humanidad, que vendrían a ser la etapa de un modelo de economía agraria, que a la vez tiene cierta relación personal con la tribu; en segundo término, la economía urbana y de los territorios de la propia economía urbana que ocupa todo lo que se considera la baja edad media, con la continuidad en el renacimiento incluyendo el siglo XVI; la tercera época hay que ubicarla en los grandes estados y en las economías nacionales; un momento anterior nos llevaría por el setecientos y el siglo XIX y la quinta y última tendría que ser, según Schmoller, la que se generó con la expansión colonial en África y Asia.

Es claro que «la cuestión social es tan vieja como la propia sociedad, solamente varía con cada sistema social, pero la intensidad del mal puede hacerla disminuir en una época»3, pero, junto a la cuestión social, no debemos perder de vista el instinto de adquirir nuevos bienes, lo que para Gustav von Schmoller se asienta «1º) sobre condiciones técnicas y sociales determinadas; 2º) sobre las cuestiones morales de las costumbres o las reglas jurídicas determinadas; 3º) sobre los instintos originarios y los sentimientos de placer que actúan dentro de cada individuo»4.

Schmoller cree encontrar, en efecto, en la economía mercantilista la causa real del crecimiento y declive de las naciones. Él observa una estrecha relación entre los poderes económicos y los políticos, como consecuencia de factores diversos que inciden en cambios, no circunstanciales, sino auténticamente significativos.

Así afirmaba por escrito que «el movimiento social exclusivamente aparecería ante sus ojos como la actividad de muchos individuos y de los contratos que se intercambian entre ellos»5.

No coincide en absoluto con las ideas de Adam Smith que había fijado el ideal de la justicia en algo tan peculiar y particular como pudiera ser la libertad de los contratos. Para Schmoller, la idea de la igualdad natural de los seres humanos parece algo utópico. Schmoller censura que las teorías de Adam Smith no conocen ni las clases sociales, ni la influencia que las instituciones sociales generan sobre la vida económica. «La crítica en este sentido al pensamiento de Adam Smith la desarrolló posteriormente con más amplitud»6. Sin embargo, considera a David Ricardo un personaje excepcional.

Uno de los objetivos más sorprendentes de Schmoller viene expresado al fundarse el Verein fϋr Socialpolitik, que él no consideraba un partido político, sino una asociación que tenía varios objetivos. Sin embargo, él precisa que «su primer objetivo es la lucha contra la Iglesia Católica»7, cuestión lógica hasta cierto punto teniendo en cuenta la actitud beligerante de los prusianos, que eran luteranos, contra Baviera, de composición fundamentalmente católica.

Lo que tiene sentido si se tiene en cuenta la confesión de la fe literaria de buena parte de sus fundadores y, luego, «la consolidación del Imperio alemán, la política exterior, la terminación y coronación de nuestro Derecho Civil, [que se logró con el BGB, terminado en 1896 y que comenzó a estar vigente a partir del 1 de enero de 1900], de nuestra organización judicial, etc.»8.

Para un pensador de la categoría de Gustav von Schmoller, hay que tener en cuenta que los fundamentos de la economía política exigen su puesta en relación con los principios del Derecho y de la justicia social. No obstante, no creía que pudiera encontrarse un concepto de justicia absoluta y definitiva; la justicia es siempre “justicia histórica”; así, lo que se puede aspirar, en cada momento, es al hallazgo de lo “justo histórico” atendiendo a las exigencias impresas por la civilización en cada etapa de la historia. Cabe aspirar, pues, a una justicia relativa en sentido histórico, la que puede ser sentida, percibida y alcanzable como tal.

La preocupación por la ética en economía y el problema social se tradujo igualmente en la propuesta de un programa científico-social. Frente a la aproximación abstracta —deductiva— dominante en su época, defendían una teoría económica sobre fundamentos realistas, que a través del método inductivo atendiese más a las exigencias de la realidad histórica. En esta perspectiva, la historia económica aparecía como una precondición necesaria para la elaboración de una teoría construida sobre bases más realistas.

Pensaba que era fundamental el poder garantizar la participación de la clase trabajadora y la sociedad civil en el desarrollo económico y cultural, y, al mismo tiempo, también propiciaba que se pudieran crear las condiciones adecuadas de una mejora duradera en la situación social.

Con ello, el autor rechaza el esencialismo, «tan arraigando en el pensamiento económico y propugna una perspectiva relativista que comprenda los factores condicionantes del proceso económico según el criterio construido por cada sociedad y época. Ello conduce a ligar el pensamiento historicista alemán de la joven escuela con el de la vieja escuela institucionalista y otros autores posteriores como Polanyi»9.

Por otro lado, Schmoller adquirió una experiencia notable en sus enseñanzas de diversas ciencias sociales, llegando a conclusiones tan tajantes como las siguientes: «Yo siempre he encontrado, a lo largo de mi existencia, que el principal defecto de la aplicación práctica de nuestros conocimientos relativos a las ciencias sociales es que los alumnos de nuestras Universidades tienen un concepto demasiado simple de lo que son las citadas ciencias»10.

Sin embargo, para el pensador prusiano los fenómenos sociales son muy complejos. De hecho, lo que se denomina Staatswirtschaft y Volkswirthschaft11, tanto en su dimensión de economía de Estado o de Economía Nacional son algo articulado de forma racional bastante polisémica.

Los tres grandes seguidores de las ideas sociales y económicas de Gustav von Schmoller en España han sido Antonio Flores de Lemus (1876-1941)12, Ramón Carande Thovar (1887-1986)13 y Manuel Reventós i Bordoy (1888-1942). Sobre este tercero ya hemos hecho una serie de indicaciones en páginas precedentes.

Schmoller defendía que la economía y la política «tenía que basarse en una ciencia moral de la propia economía. Por eso también se debe calificar su enfoque como realista y ético. Hace un énfasis especial en el componente ético de la economía a la que pretendía dar un giro en una dirección determinada, se trataba de situar en el centro de las consideraciones económicas y sociales a los hombres frente a los bienes. Se trataba de acentuar el papel del Estado, como la entidad política superior y en su condición del más importante organismo ético para la educación del género humano. Es la matriz principal de los reformismos en los campos interrelacionados de la economía y de la política social. En la medida en que la cuestión social se transforma en cuestión política, por lo que se necesitan nuevas formas de ordenación social y que el Estado ejerza un nuevo papel en la sociedad»14.

Respecto a las doctrinas de política social en la obra de Gustav von Schmoller, nuestro pensador prusiano fue capaz de establecer criterios ideológicos y sociales clarividentes mediante la lectura de «…Adam Smith y de los liberales británicos, posicionándose con algunas críticas respecto a lo que sobre Adam Smith (1723–1790) había escrito en „Die allgemeinen philosophischen Grundlagen der von François Quesnay und Adam Smith begrudeten politischen Ökonomie“ resaltando el individualismo de Smith y su concepción liberal que entra en contradicción con el propio pensamiento de Schmoller»15.

François Quesnay (1967–1774), que había sido médico de Luis XIV, es el autor de la célebre obra Tableau économique que fue publicada en 1758. Esta obra no pasa desapercibida para Schmoller.

«Podríamos resaltar que ese plan de intervencionismo público de bastante carácter social y de una regulación directiva de la economía que fue utilizada como una denominación inicialmente peyorativa de “socialismo de cátedra” (esa denominación procede de Oppenheim)»16. No obstante, la valoración llevada a cabo por David Ricardo en torno a la ideología socialista y sobre la renta es divergente de la que sostuvo Karl Marx, porque consideraba Ricardo el factor quizás inmerecido de circunstancias o fenómenos sobrevenidos, cosa que no admite Marx con su singular teoría de la plusvalía.

«Los socialistas de cátedra (Kathedersozialisten) defenderían esa programación de leyes sociolaborales y de control del funcionamiento de la economía: subvenciones a las industrias nacionales y apoyo a las exportaciones de las mismas, aranceles a las importaciones, regulación por ley de la jornada y de las condiciones de trabajo, desmantelamiento de las grandes propiedades y de un eminente apoyo a la propiedad directa de la tierra por parte de los pequeños campesinos y la difusión de la propiedad estatal. Y en el caso sobre todo de Schmoller y de Wagner (aunque también de Schӓfle, uno de los más decididos defensores del seguro social obligatorio), confiaban en la autoridad estatal de la monarquía prusiana para conseguirlo»17.

Y además tenían una noción clara del Imperio alemán que llevaría a cabo una reforma social, aunque al término de la primera guerra mundial, y fallecido un año antes Schmoller, algunos de estos presupuestos sufrieron una decadencia notable.

Hay una regla de oro que se encuentra inscrita en el corazón de todos los hombres. No obstante, hubo grandes pensadores de relieve como I. Kant, quien llegó a valorar la Regla de Oro como un conocido juego, «trivial, porque no especifica el fundamento de la obligación y porque, por sí mismo permanece materialmente indeterminada», llevándole a Kant a reírse de la Regla de Oro pues para él, «siguiendo este su argumento, el delincuente tendría que actuar contra el Juez que lo castiga»18.

Schmoller mantuvo serias diferencias con los terroristas, y con el socialismo y los denominados demócratas socialistas, afirmando con contundencia que «el elemento revolucionario de la democracia socialista no cuenta (según Gustav von Schmoller y lógicamente referido a los lustros que se extienden desde 1880 a 1900) con referencia a las personas que trabajaron con seriedad en las reformas sociales, pues da la impresión de que estas reformas sociales pondrían término a sus revueltas, a sus actuaciones revolucionarias; es esto lo que explica su odio fanático lleno de demagogia, que se observa en los diferentes militantes de los sindicatos»19. Gustav von Schmoller tuvo, entre sus principales preocupaciones, dar solución a los retos y cambios que se iban imponiendo por la industrialización, por este motivo, y su constante preocupación por el bienestar de la sociedad y los trabajadores, es por lo que es considerado un gran reformista social, se le adjudica el papel de Verfechter del estado social y, por tanto, principal exponente teórico del “socialismo de cátedra”.

No obstante, debe tenerse en cuenta que, a pesar de su ideario social y progresista, y como firme defensor del sistema liberal y de una gran transformación social ordenada, ello no impedía, sin embargo, que mantuviera un Gedankengut monárquico e imperial.

«La reforma social sólo puede mantener en el Estado prusiano las tradiciones que la han hecho grande; ella es la única que puede mantener a la cabeza del Estado la aristocracia de la civilización y de la inteligencia; y ella sola nos garantizará para el porvenir, en el interior del imperio reconstituido, un estado de salud en armonía con su poderío y su esplendor»20.

La política social, al ser una acción promovida por el estado, no es compatible con la denominada regla de oro, que hemos citado en líneas precedentes, presente en buena parte de las religiones antiguas y que es manifestada en un principio acuñado con el paso de tiempo de «no hagas a otro lo que no quieras para ti mismo»21.

«Su perspectiva de la reforma social y de la economía política al servicio de una transformación social ordenada del sistema liberal la hizo compatible con su ideario monárquico, expresando su conformidad explícita con el Estado de los Hohenzollern, llegando a aprobar el restablecimiento del gran imperio alemán y su lucha contra las tendencias antidinásticas del ultramontanismo y de la democracia socialista. Su planteamiento es particularmente lucido en defender la reforma para evitar precisamente una revolución político y social: “sólo conservando una numerosa clase media, elevando un grado superior de civilización a nuestras clases inferiores y aumentando sus ingresos” es como podemos escapar de la evolución política que nos traería de forma alternativa la dominación del capital y por consiguiente del cuarto estado. Es así de manifiesto que el ideario político y social de Schmoller se puede formular como la realización efectiva de una monarquía de reforma social, que entronca, pero sin confundirse con ella, con la propuesta que antes había realizado Lorenz von Stein, con su propuesta explicita de una “monarquía de la reforma social” que sería capaz de asegurar el bienestar del pueblo. No olvida que para von Stein el Estado constituye un organismo de actividad espiritual, y en cuanto al reflejo de la unidad social que personifica, es la instancia idónea de los intereses recíprocos que deben garantizar nuevos equilibrios entre las clases, y para ello el Estado de Derecho debe dotarse de una administración que lleve a cabo todas las reformas sociales, que al tiempo conduciría hasta la idea del “Estado Administrativo”»22. También se permite hacer Schmoller algunas reflexiones sobre el calvinismo en relación al Derecho, la Historia, la Moral y la Filosofía. Parte del debate de Adam Smith sobre la filosofía moral radica en sus principales carencias. Vuelve a ocuparse de Smith en otras ocasiones, en diversos lugares, completando la interpretación sociológica y psicológica del pensamiento de Adam Smith y de los restantes economistas liberales en general.

La respuesta a la cuestión social viene dada por varios pensadores sociales, pero vamos a centrarnos en los denominados con acierto «los socialistas de cátedra que revolucionaron la hacienda pública y promovieron un nuevo tipo de propiedad, la propiedad social, avalada por el Estado de Derecho, lo que constituía a la vez una alternativa a la propiedad privada de los liberales y a la propiedad productiva que defendían comunistas y socialistas. Favorecieron así un cambio social de enorme magnitud, pero sus propuestas contribuyeron a abrir la vía al nacimiento del denominado Estado Social y Democrático, en cuyo marco reclaman un nuevo papel para la función pública que debe ser entendida como un servicio público»23. En consecuencia, distinto del capitalismo, del que no nos resistimos a dejar de reproducir la definición detalladísima y muy acertada que hizo en su momento el economista italiano Luigi Amoroso, que traducimos al castellano: el capitalismo es «una organización económica, incardinada, sobre la función principal de las cuatro funciones específicas, que lo es a su vez incoherente al proceso productivo, que son la asunción del riesgo, la propia prestación del capital, la prestación del trabajo por parte de los trabajadores y asalariados, la combinación del capital y del trabajo, asumidas respectivamente por el propietario, por el prestamista de dinero, por quien lleva a cabo las diferentes formas del trabajo y por los empresarios»24.

Una de las publicaciones más conocidas y relevantes de Gustav Schmoller es Grundrisse der Allgemeine Volkswirtschaftslehre. Se trata de un intento de capturar las leyes históricas en un tratado sistemático. Publicado entre el año 1900 y 1904, esa obra de Schmoller se basó en un acercamiento histórico y etnológico a asuntos de relevancia como el sistema medieval que utilizaban los gremios, así como el desarrollo urbano y la propia actividad económica.

Sin embargo, el impacto del antagonismo del propio Schmoller con el enfoque teórico abstracto de la economía fue perjudicial para la economía alemana. Su influencia fue tal que ningún cargo académico de relevancia llegó a aprobar la teoría.

«La ciencia económica debe formular desde sus inicios unas nociones que busquen la integración de todos los estamentos de la sociedad, por lo tanto, la investigación histórica debe ser cuidadosa y definir los participantes de las ciencias sociales como coherentes con sus ideales. Por lo tanto, destacan las acciones de “recoger, clasificar y entender” el propio sistema, tenía que investigar los sistemas morales y las obligaciones impuestas por la ley y las costumbres, que son también la fuente primaria del comportamiento económico de los individuos, tuvo que formular, por último, un resumen de los conocimientos adquiridos que él era capaz de describir la economía nacional en su conjunto “con el fin principal de hacer inteligible el conocimiento de lo particular”»25.

Vamos a detenernos ahora en la noción de trabajo en Schmoller, y así resulta interesante poner de relieve que al trabajo y a la actividad del hombre, Schmoller le presta particular atención y escribe precisamente definiéndolo de este modo: «trabajo es toda actividad del hombre que persigue con un esfuerzo constante alcanzar objetivos conforme a la razón y a la moral»26.

Hubert Hugo Hilf ha teorizado con bastante acierto, dentro de la doctrina alemana, sobre lo que es la ciencia del trabajo, configurándolo como un concepto que puede ser medido en un sentido amplio o reducido, indicando que «la ciencia del trabajo, en un sentido amplio abarca toda una serie de ámbitos del saber y, en tal aspecto puede considerarse como un concepto-tejado»27, que realmente introducía entre unos contenidos la Economía del Trabajo y el Derecho Laboral.

Por otro lado, estaría la «ciencia del trabajo, en sentido estricto, que se halla en la línea divisoria de varias disciplinas. Las separa, pero a la vez las enlaza. Vista de este modo, constituye, por así decirlo, un concepto-ligamento»28.

Gustav von Schmoller establece una serie de clasificaciones de los tipos de organización económica, lo que recoge en una publicación suya de 1884 y señala la existencia de economías cerradas y de políticas económicas internacionales, a la vez que presenta las fases económicas sucesivas del desarrollo de la vida económica, hablando de la economía doméstica de la economía de la tribu, la economía propia y de la economía urbana, para después pasar al modelo de economía nacional y de economía mundial. Lo cual tiene su incidencia también en las ciudades y en los países, tomando como punto de referencia –no podía ser de otra manera en el caso de Schmoller– a Prusia, y a otros territorios alemanes.

«No obstante, Schmoller puede coincidir con la política social bismarckiana, pero disentía de forma muy clara respecto a la legislación represiva que impedía a los socialistas tener representación en el parlamento. Pensaba en una monarquía parlamentaria con una plena y amplia representación de las clases en el parlamento como condición para la definitiva integración política dinámica de los conflictos socioeconómicos y de su misma legitimación social. Por lo tanto, y a pesar de las diferencias con el canciller alemán Otto von Bismarck, a él también le movía una razón de Estado. En esto la coincidencia es muy significativa»29.

Por otro lado, el propio Hilf hace una clasificación conceptual todavía más asumible y que resulta bastante completa y, no compleja de entender. Así, para él, «la ciencia del trabajo es una ciencia unitaria, sistemática, con una metodología propia (el experimento ergológico y el estudio de empresa), con una norma única (el rendimiento vital continuado) con un desarrollo lógicamente concreto, de importancia practica»30.

El ideario político y social de Gustav von Schmoller se caracteriza por la búsqueda de una gran reforma social, que entronca, pero sin llegar a poder confundirse con ella, con la propuesta que había realizado con anterioridad Lorenz von Stein, con su Vorschlag und Antrag de una «monarquía de la reforma social» capaz de asegurar el bienestar del pueblo. No se olvide que, para Stein, el Estado constituye un organismo de actividad espiritual, y en cuanto reflejo de la unidad social personifica la instancia idónea para llevar a cabo las reformas sociales y económicas. En la república de los intereses recíprocos deben garantizarse nuevos equilibrios entre las clases, y para ello el Estado de Derecho debe dotarse de una administración de la reforma social, que al tiempo conduciría hacia la idea del “Estado Administrativo”. La administración social debería de contribuir a resolver la cuestión social mediante la formación de un capital (capital social) para las clases no poseedoras (clases desposeídas). A tal fin, debía desplegarse una política social de protección de los trabajadores y establecerse una tutela administrativa. La organización de los seguros sociales (para él, instituciones de derecho público y elemento de gestión político-administrativa del trabajo) se inserta en esa lógica, reconociendo en su implantación un importante instrumento de conciliación entre las clases31.

Cabe también hacer una serie de consideraciones que giren en torno a «otro de los aspectos fundamentales del pensamiento de Schmoller que viene a poner en cuestión un supuesto típico de la modernidad, a saber: la absoluta autonomización de lo económico; la idea de que la esfera económica es autónoma respecto a la esfera política, social y jurídica, afirmando la primacía de lo económico sobre lo político y social. Por tanto, la economía en su desenvolvimiento no puede autonomizarse de un necesario control político y social. Toda organización económica determinada no tiene solamente por objeto producir riquezas, sino ser el receptáculo, la causa productora, la matriz de los factores morales sin los que la sociedad no sabría vivir»32.

Está claro, según Lorenz von Stein, que «Schmoller, y toda su “Joven Escuela Histórica” o “Escuela Histórica Nueva” se comprometieron con la reforma social defendiendo la intervención del Estado, a través de un conjunto de leyes sociales y de medidas de ordenación pública de la economía. La ciencia económica habría de ser una ciencia práctica, cuya misión debería ser explicar los fenómenos económicos en su conjunto y sacar después las oportunas consecuencias para determinar la orientación de las políticas estatales y el marco de actuación de los actores económicos. Se apoyaba en la historia en el estudio del proceso económico; en la investigación histórica en el campo de la economía. Para él las leyes económicas, dada su dependencia histórica, sólo pueden considerarse relativas y variables en el tiempo y en el espacio. Es conocer la realidad concreta en todas sus manifestaciones particulares a través del tiempo, pero insistiendo en la unidad de la vida social y su misma complejidad ligada a la interrelación de los procesos sociales individuales con la concepción orgánica de la sociedad, a diferencia de la concepción individualista. En la “joven escuela histórica alemana” seguramente había calado la reflexión de Lorenz von Stein, según dice, no hay más reforma social posible que la que haga la monarquía, ni hay más monarquía posible que la monarquía de la reforma social»33.

No obstante, teniendo en cuenta su formación, se percibe la visión que tiene de lo jurídico, distinta de lo social, así «el Derecho es en sus elementos la tendencia de un historicismo crítico. La organización económica de cada pueblo no es en suma otra cosa que el régimen económico de vida que encuentra su principal expresión en las reglas morales, en las costumbres y en el derecho económico de cada pueblo». No debe confundirse el historicismo jurídico y de la vieja escuela histórica de la economía con el enfoque historicista de Schmoller y de su «joven escuela histórica de la economía. Schmoller no pretendía alcanzar una teoría científica del desarrollo histórico que sirviera de base para la “predicción histórica”. Es decir, no creía en el descubrimiento de “leyes históricas” a través de procedimientos análogos a los de las ciencias físicas»34. Seamos, pues, conscientes, al valorar su doctrina social, y mucho más la noción de la división del trabajo en el pensamiento de Schmoller como han hecho, entre otros, Adolph Weber35.

Un aspecto, sumamente significativo de su operativa doctrinal, es la creación de un instrumento corporativo y asociativo para el desarrollo de una ciencia novedosa como era la Política Social, así la Verein für Sozialpolitik, que podría traducirse al castellano como sociedad o Asociación para el desarrollo de la Política Social. Fue una creación de Brentano, Schӓffle, Schmoller, Schönberg y Wagner, es decir de lo que pudiéramos considerar la plana mayor de los socialistas de cátedra alemanes, que tenía como objetivo principal la Sozialreform, promovida por el liberalismo con contenido social36.

Conviene advertir que ese liberalismo social fue «impulsado principalmente por Gustav von Schmoller, [que] fue uno de los más importantes círculos de pensamiento existentes en Europa donde se cristalizaron las grandes propuestas de reforma social. La promulgación de una legislación en política sociolaboral contribuiría a la integración de las clases trabajadoras en un sistema establecido y conscientemente revisado. La idea de los intelectuales “socialistas de cátedra”, los integrados en dicha asociación, era introducir una praxis de tipo reformista, reconduciendo al espacio político el tratamiento y posible solución de los conflictos sociales, aunque ese proyecto solo puedo ser conseguido parcialmente, debido a las limitaciones que venían impuestas por un sistema constitucional de monarquía social, que era esencialmente autoritario y restrictivo del normal funcionamiento pluralista del régimen parlamentario. La nueva escuela histórico-económica alemana, defendió una concepción ética de la economía política en sus relaciones con la moral y el Derecho, los hechos económicos deben ser considerados desde el punto de vista de la ética»37.

Schmoller

«Schmoller defendía que el mercado no era un mecanismo perfecto de asignación de productos, por ello exigía de una intervención pública ordenada y de las propias relaciones sociales. Su dirección era marcadamente intervencionista, pero no pretendía, sin embargo, transformar las estructuras del capitalismo y de sus instituciones principales: la propiedad privada, la empresa, el contrato, etc., pero sí perseguía una transformación cualitativa del propio capitalismo para transformarlo en un sistema más organizado. Dedicó mucho tiempo en coherencia con sus ideas al estudio de economía aplicada al ámbito de las reformas sociales y económicas. John Rogers Commons también realizó estudios y prácticas sobre la reforma social, sin embargo, a diferencia de Schmoller, Commons rehusó a utilizar solo en método deductivo y estático que es propio de la teoría neoclásica, y busca la integración de los estudios económicos y sociales con el análisis de otras ciencias sociales, especialmente la sociología y el derecho»38.

A pesar de que la mayoría de la burguesía industrial y los nacionalistas llamaban al expansionismo, Alemania sin embargo mostró una hábil autolimitación política que ayudó a calmar los ánimos en buena parte del resto de potencias europeas. Las empresas alemanas se afanaban en pedir al gobierno nuevos incentivos y rebajas fiscales para mejorar sus beneficios e intereses, pero esto se vio aplacado por una política de mesura que consiguió evitar que se produjera un nuevo conflicto. Los nacionalismos, sin embargo, buscaban alcanzar mediante la industria naval el reconocimiento industrial.

«Dentro de la singularidad de la conocida Escuela Institucionalista, y en torno a los proyectos de la Universidad norteamericana de Wisconsin, se forjó un nutrido grupo de investigadores que ejercieron una influencia directa en la vida política y económica de Europa y Norteamérica. Destacan en este sentido autores tan relevantes como Francisco Bernis, Flores de Lemus y José María Zumalacárregui por su influencia en la escuela, entre otros»39.

Puede afirmarse que Schmoller llevó a cabo con sus escritos una tarea de enorme densidad y relieve, en lo referente a la racionalización del trabajo, los horarios laborales de determinadas profesiones y, en particular, lo referente al trabajo mecánico en empresas, industrias y talleres.

Recoge Gustav von Schmoller las ideas de Hellwad en una obra publicada en 1875 en la que censura que encontrar un ideal moral es algo propio de locos, porque se produce la victoria del fuerte sobre el débil, lo que genera una legitimación clara de la tiranía laboral sufrida por la clase trabajadora. Hellwad en definitiva está oponiéndose al peso de la teoría de la fuerza, que tiene consecuencias tremendas dentro de la actividad laboral.

Si procediéramos a situarnos al margen de Prusia y del mundo protestante alemán, no está tan clara su influencia en Baviera y realmente se podría advertir que se observa «en los movimientos progresistas de Estados Unidos y el Japón y en el trabajo de seguidores suyos como William J. Ashley, W.E.B. du Bois, Richard T. Ely, Noburu Kanai, Albion W. Small, and E.R.A. Seligman. Su obra ha reaparecido en las últimas décadas a raíz de los estudios sobre desarrollo y de algunas ramas de la heterodoxia económica como el institucionalismo, el culturalismo económico y la economía del comportamiento. Así mismo, su figura permanece siendo de influencia en el campo de la historia económica y la sociología económica»40.

«La desigualdad, estima Schmoller, no es un hecho natural invariable, sino que es debida en gran parte a causas históricas, sobre las cuales puede obrar el hombre: la civilización y la moral están llamadas a dominar la naturaleza. El Estado debe intervenir para dar el impulso necesario a la actividad social, e incluso se mostraba partidario de una incorporación del trabajo en las tareas del Estado: una estructura administrativa del trabajo en la que fuesen representados paritariamente los intereses de las diversas clases. Schmoller se muestra favorable a ello, el desarrollo de organizaciones obreras en uniones corporativas, y sucesivamente, la formación de procedimientos y decisiones conjuntas con las organizaciones empresariales y los representantes de los trabajadores, especialmente a través de los tribunales arbitrales industriales y de los organismos de conciliación»41.

Hay que tener en cuenta que según José Luis Monereo Pérez en el caso de los productores no pasaba desapercibido que «los trabajadores deberían de estar representados en ellos del mismo modo que lo hacen los empresarios. La concepción corporativa, muy extendida de la época, había sido defendida desde puntos de vistas organicistas también por A. Schӓffle, que concluyó en la etapa de madurez con el socialismo de cátedra. La función conciliadora aparece en su pensamiento como institución que une en un organismo unitario las uniones corporativas de las dos clases en lucha y que constituirá la clave del desarrollo de nuevas formas corporativas de la vida industrial. La situación de lucha, inherente a la cuestión social obrera, podría ser desplazada por nuevas condiciones institucionales de la paz social. La idea era introducir una praxis de tipo reformista, reconduciendo al espacio político el tratamiento y posible solución de los conflictos sociales, aunque ese proyecto solo puedo ser parcialmente conseguido (la legislación sociolaboral tuvo sin duda un efecto anestesiante, y tranquilizador, para las clases desposeídas, que ahora disponían de ciertos derechos sobre una “propiedad social” y “capital social”, entre otros derechos de desmercantilización relativa de las condiciones de trabajo), por las limitaciones que venían impuestas por un sistema constitucional de “monarquía social” esencialmente autoritario y restrictivo del normal funcionamiento pluralista del régimen parlamentario. El canciller alemán Otto von Bismarck se apoyó expresamente en la teoría de Lorenz von Stein sobre la “monarquía social”, y por consiguiente en “la monarquía de la reforma social”42

«Desde la perspectiva liberal, la crisis únicamente puede ser explicada como los efectos producidos por cusas exógenas a la natural a la evolución económica, es decir, por obstáculos y las barreras al libre desarrollo del mercado. Los liberales encontraron también otros factores explicativos: la pereza, la incapacidad e inmoralidad de los trabajadores que optaban por una falta de rendimiento. Para los pensadores marxistas, sin embargo, las crisis económicas derivaban del carácter caótico y competitivo de la producción capitalista que seguía una lógica autónoma, muy desvinculada de las necesidades y de las demandas sociales. Para algunos miembros de la Escuela histórica alemana de economía, como Schmoller, las crisis operaban como reguladores de la economía, eran algo así como reajustes tecnológicos, pero su precio social era muy elevado pues se pagaban con la pauperización y el desarraigo del proletariado. De ahí la importancia que los socialistas de cátedra conferían al Estado en el desarrollo de una economía social, en tanto que centro y corazón de todas las instituciones»43.

Esta interpretación fue asumida en España, siguiendo la doctrina alemana por Ángel López-Amo y Marín (1917-1956)44, y era algo muy del agrado del que fuera rey de España, Juan Carlos I, que había tenido como tutor a Ángel López-Amo y Marín, fallecido de forma trágica en un accidente de circulación en los EEUU de América. Fue aplastado por un camión cuya caja cayó sobre el coche en cuya parte trasera iba López-Amo. Los que iban en la parte delantera del coche salieron bien parados y todavía viven en 2017, y el accidente tuvo lugar en el año 1956.

«Ese plan de intervencionismo público, de carácter social y de regulación directiva de la economía fue aducido como justificación de la denominación inicialmente peyorativa de “socialismo de cátedra”, defenderían esa programación de leyes sociolaborales y de control del funcionamiento de la economía (subvenciones a las industrias nacionales y apoyo a las exportaciones, aranceles a la importaciones, regulación por ley de la jornada y condiciones de trabajo, desmantelamiento de las grandes propiedades y apoyo a la propiedad directa de la tierra por parte de los pequeños campesinos, y difusión de la propiedad estatal), y en el caso, ante todo de Schmoller y de Wagner, confiaban en la autoridad estatal de la monarquía prusiana para conseguirlo. En su opinión el Estado es la gran institución moral de sociedad y como tal debe llevar a cabo una racionalización de los procesos económicos e intervenir en la cuestión social con un programa de reforma nacional»45.

Schmoller cree encontrar, de hecho, en el ascenso y la caída de las naciones un fuerte vínculo entre el desarrollo político y el económico.

Una importancia de reconocido prestigio internacional, pero persistente, que destacan las ideas schmollerianas es la interpretación del mercantilismo como el principal sistema de formación de los estados, por lo que propuso la interpretación de varios escritos y capítulos, especialmente en el ejemplo de la historia de Prusia.

Varias cosas redactadas en este informe, escrito por Schmoller, han incluido los factores políticos y espirituales que recuerdan a Marx, aunque la concepción materialista que hace Marx ha sido criticada en gran medida por Schmoller.

En referencia a los más importantes partidos políticos de la época, o en otras palabras, los que contaban con mayor representación institucional y social, eran en sus inicios principalmente prusianos, pero tras la unificación se transformaron en partidos nacionales. Los más importantes y destacados eran el Partido liberal, el Partido conservador, el Partido del centro y, como no, el Partido socialdemócrata.

Podría establecerse una nueva división entre los partidos liberal y conservador, ya que los liberales se dividían entre el Partido liberal nacional y el Partido liberal progresista, este último es el que mayor peso poseía dentro de la organización del propio partido. El Partido conservador por su lado se dividía entre los conservadores y los conservadores libres. Esta escisión surgió por las discrepancias internas en relación a las políticas llevadas a cabo por el canciller Bismarck. Los liberales nacionales sí se mostraron conformes con las políticas del canciller, en cambio, los liberales progresistas se mantuvieron en la oposición, o lo que podría denominarse como el sector ideológico ubicado a la izquierda del Partido liberal.

El principal apoyo de estos partidos provenía generalmente de las clases medias urbanas e industriales. Al contrario que el partido liberal, el conservador estaba mantenido y formado por los grandes terratenientes y empresarios prusianos. Estos nunca estuvieron de acuerdo con las políticas de unificación de Bismarck, y por lo tanto, con la entrada de Prusia dentro del Imperio. Los votos y los apoyos que sustentaban al Partido conservador provenían sobre todo de las clases medias-altas urbanas dedicadas a la industria y a actividades mercantiles.

En 1875 vio la luz el Partido socialdemócrata tras la fusión de los dos principales partidos obreros: el Partido Socialdemócrata de los Trabajadores, fundado por August Bebel (1840-1913) y Wilhelm Liebknecht (1826-1900), y, por otro lado, la Asociación alemana de Trabajadores, que fue fundada por Ferdinand Lasalle (1825-1864). Este nuevo partido nacido tras la unificación de los dos anteriores, adoptaría las tesis marxistas a partir del año 1891 como programa oficial del partido.

Por último, un grupo de católicos crearon el Partido del Centro, con el objetivo de defender determinados intereses asociados a sus ideales y creencias. Su presencia estaba mucho más extendida por aquellas zonas y estados que contaban con una confesión religiosa más extendida entre la sociedad. Konrad Adenauer milutó en esa formación política.

La fuerza, el predominio y la capacidad de influencia que el Partido del Centro demostraba en el estado y en amplios sectores de la sociedad supusieron un gran problema para Bismarck y su gobierno. Debido a los ideales de este partido se reavivó el clásico enfrentamiento entra la Iglesia y el Estado. En 1870, el Concilio Vaticano I aprobó la infalibilidad pontificia, lo que encontró en determinados sectores católicos alemanes su contraposición y negación, dando lugar a un contencioso saldado con la creación de una Iglesia nueva, que subsiste en nuestros días, aunque completamente radicalizada. El líder ideológico de la misma fue Johann Friedrich von Schulte (1827-1914).

El canciller Bismarck se negó rotundamente a que la iglesia pudiera intervenir en la política educativa que llevaba a cabo su gobierno, oponiéndose, entre otras cuestiones, a la destitución de su puesto de trabajo de numerosos docentes a petición de la propia iglesia católica.

Todas estas tensiones y confrontaciones llevaron a que el representante alemán en el Vaticano fuera retirado, y entre otras medidas drásticas, se procedió a la expulsión del imperio de los jesuitas, ya que una de las características principales de esta orden era su alta fidelidad al pontificado y sus designios. A este conflicto se le conoció popularmente como „Kulturkampf“. Desde el estallido del conflicto, el gobierno se esmeró en que sus políticas se basaran en la separación entre iglesia y estado, esta división llegó a la propia sociedad. Para Bismarck el Partido del Centro siempre supuso una amenaza, ya que su posición católica podía llevarlo a extender una red de compromisos y encuentros con Austria, pero también con Francia.

Al final de la década que cubre los años setenta del siglo XIX el panorama se complicó, mientras el Partido del Centro duplicó su presencia en el parlamento con el doble de diputados. Tras la proclamación de León XIII como Papa en sustitución de Pío IX se abrió una nueva era con mayor colaboración, basado en un aumento considerable de la actividad diplomática por parte de Bismarck, tras el cambio experimentado en la cabeza de la Iglesia católica. Un nuevo Papa, una política diferente.

A partir de 1880 fueron desapareciendo todas las restricciones impuestas por el imperio hacia la iglesia católica. El 18 de diciembre de 1883 el Papa recibió en el Vaticano la visita del príncipe imperial, lo que significó y escenificó de forma definitiva las paces entre Prusia y el pontífice romano. Cabe destacar el hecho de que el propio Bismarck invocó el arbitraje de León XIII en el conflicto creado entre España y Alemania por la posesión de las islas Carolinas.

Tres décadas después de la muerte de Gustav von Schmoller, el estado social y de bienestar empieza a cobrar un mayor protagonismo político. El sociólogo Sping Andersen estableció tres modelos diferentes de bienestar: el continental (Alemania y centro Europa), el anglosajón y el nórdico. Existiría un cuarto modelo, el mediterráneo, que es considerado como un modelo heredado y algo rezagado del modelo continental. El sistema de bienestar, y los modelos que de él se nutren, se han calificado como “sueco centrista”, ya que toma a Suecia como modelo de país, y se compara al resto de países con este. El gran desarrollo de la socialdemocracia se produce en la década de los años cincuenta del pasado siglo XX, y con él, el nacimiento y crecimiento de los partidos socialistas por toda la geografía europea, principalmente en Alemania con el Partido Socialista Alemán y en Reino Unido con el Partido Laborista.

Bismarck definía el modelo de Estado de Bienestar como un sistema contributivo basado en el principio generalista de cotización de los trabajadores. El modelo continental se caracteriza por la prevalencia de la política cristiano-demócrata, instaurado principalmente en Alemania y los países de su entorno (Bélgica, Holanda, Luxemburgo, etc.).

El modelo continental, también conocido como modelo centro-europeo, tiene su origen en las políticas del canciller alemán Otto von Bismarck. El canciller defendía que, para mantener la paz en la sociedad, eran necesarios unos servicios sociales mínimos para la ciudadanía. A través de este modelo se implementa un modelo con un sistema contributivo en el que participan tanto los empresarios como los trabajadores, ambos deben de realizar contribuciones al sistema mediante cotizaciones a un fondo de previsión y garantía social que es gestionado por el propio gobierno federal.

El papel de la Seguridad Social es cubrir las diversas contingencias que puedan suceder a lo largo de la vida laboral del propio trabajador, como es el caso de la invalidez, jubilación, desempleo, viudedad…, así como algunos aspectos en prevención de riesgos laborales. A raíz del desarrollo de los partidos políticos de corte socialista y de la propia socialdemocracia, nace el neo-corporatismo social o el modelo de Renania-Palatinado. Se trata de un fenómeno político, económico, social y cultural que tiene lugar en sistemas democráticos y que se caracteriza por prácticas sociolaborales entre los principales agentes sociales, sindicatos y empresas.

Este concepto no debe de ser confundido con el corporativismo, que es más característico de los regímenes autoritarios, como es el caso de la Italia de Mussolini y también afectó a la España de Primo de Rivera, a Polonia, etc.

Algunos autores consideran que el éxito de este modelo alemán y del sistema de bienestar, ha sido la principal razón de la rápida y sorprendente recuperación de la economía alemana tras la segunda guerra mundial.

La función del propio Estado, en su campo de actuación y su nivel de responsabilidad tiene un segundo lugar después de la Iglesia. El Estado deja libertad de actuación a la institución religiosa en materia educativa y sociosanitaria. En Alemania la Iglesia tiene un papel muy importante como institución, ya que han mantenido un papel fundamental en el ámbito educativo. En la encíclica Rerum Novarum, León XIII ya manifestaba una profunda preocupación por los problemas sociales, pese a la creencia medieval y moderna de la diferencia de clases como algo intrínseco a la naturaleza humana y la propia religión. Dentro del propio seno de la Iglesia hay una tendencia hacia la doctrina social que defiende que quienes tienen el poder deben tomar cartas en el asunto y hacer lo posible para paliar la pobreza.

En relación con la pobreza, el modelo continental responde a una cultura de integración mediante la cual se establecen unas rentas mínimas, que forman parte de la última red de protección social y cuyo objetivo es que haya el menor número de personas fuera del sistema. Estas rentas son unas cantidades mínimas de subsistencia para garantizar la vida de las personas más vulnerables, pero que buscan que el sujeto sea activo y no quede fuera del sistema.

Schmoller hace una crítica a la literatura socialista, es decir, las obras científicas escritas por pensadores socialistas, indicando que ninguno de los autores del socialismo ha sido capaz de escribir una obra que esté por encima de la obra Wealth of Nations del escocés, originario de Kirkcaldy, Adam Smith (1723-1790), precisa además Schmoller que se equivocan los discípulos de Karl Marx al situar al mismo nivel el capital con las riquezas de las naciones46. Sin embargo, conviene hacerle aquí la precisión a Schmoller de que la influencia de Karl Marx en el siglo XX ha sido infinitamente superior a la de Adam Smith. Lógicamente Schmoller falleció sin llegar a apercibirse de ello, y del alcance real del marxismo en el mundo. Además, señala que las teorías elaboradas procedentes del socialismo tienen todas «un tinte de utopía y se asemejan siempre a los panfletos y a las obras de propaganda»47.

Critica también la teoría del valor de Marx, ya que, según piensa, está fundada en interpretaciones, bien conocidos de los fenómenos económicos y sociales, y concluye que «El capital en la obra de Marx está representado como el vampiro que succiona la sangre de los obreros». Se detiene igualmente Schmoller contrastando las ideas de Hildebrand, Roscher y Friedrich List48.

Igualmente, Ferdinand Tonnies, con un sentido crítico y científico verdaderamente impresionante, elabora una construcción asociativa con rentabilidad económica y social que se denomina «otras importantes relaciones societarias, que también pueden tener cierta semejanza con la de trabajo, son la relación de alquiler o arrendamiento urbano y la de arrendamiento rústico. La primera, igual que el trabajo asalariado, contiene en gran medida una contradicción social dentro de su carácter societario. De la misma manera que en el capitalismo la relación de trabajo está condicionada por la posesión de los medios de producción en los menos, y por la carencia de grandes medios en los más, así también la relación de arrendamiento está condicionada por la posesión de un objeto indispensable: el terreno y la casa levantada sobre el mismo, por un lado, y su carencia, por otro»49. Es significativo el planteamiento de Tonnies, aunque no novedoso.

Sin embargo, en relación con el tema, hace Henry Noguès una definición de la política social que sí encontramos, en bastantes lugares dadas por otros autores, lo que no impide que lógicamente la Política Social sea un instrumento para la teoría y también para la acción política.

Ferdinand Tönnies con clarividencia proverbial señalaba que «la clase obrera es libre allí donde toma una parte activa; su trabajo constituye solo la ejecución de su contrato, es decir de un intercambio que acomete a partir de la necesidad… De ello entiende que la clase obrera es pseudolibre y capaz formalmente de acciones deliberadas, es tanto que diferente de la clase de los esclavos, que tomaría parte en el proceso solo como material y en forma de herramienta. Por el contrario, la clase capitalista es completamente libre y materialmente capaz de acciones deliberadas»50.

Schmoller se opuso a lo que consideraba el enfoque axiomático-deductivo de la economía clásica, y además de la oposición que mantuvo a este enfoque en la Joven Escuela Histórica alemana, más tarde también la tendría en la escuela austriaca. De hecho, Schmoller utilizó este término para sugerir el provincianismo en una revisión desfavorable del libro Investigaciones sobre el método de las ciencias sociales con especial referencia a la economía de 1883 y escrito por Carl Menger, que criticó y atacó los métodos de la escuela histórica. Esto llevó a la famosa controversia conocida como “la batalla de los métodos”, que fue una de las principales razones de la desaparición de la escuela histórica.

El profesor de la Universidad de Yale, de los Estados Unidos de América, Paul Kennedy escribe sobre «el auténtico veneno y odio ciego detrás de muchos de los ataques que ha sufrido el manchesterismo en Alemania. Este término, “manchesterismo” se utilizaba como un calificativo despectivo. Como señalaba Julius Faucher, líder del partido librecambista en 1870, fue inventado por el fundador del socialismo en Alemania, el alemán Ferdinand Lasalle. Luego entró en la rutina de la prensa conservadora, convirtiéndose finalmente, como escribía Faucher, en “el alfa y la omega de la sabiduría política y social”, incluso para el gobierno de Prusia. Durante varias décadas fue incluso en la literatura de investigación supuestamente neutral en los valores progresistas y en los conservadores»51.

Otra consideración muy significativa sobre el pensamiento de Schmoller y sus seguidores es que, siendo liberales, y al tener un arraigado pensamiento social, pasan a denominarse, no a iniciativa propia sino de un periodista, aunque aceptaron ese epíteto, “socialistas de catedra” marcando supuestas diferencias con respecto al Partido Social Demócrata. «Los socialistas de cátedra (Kathedersozialisten), defenderían esa programación de leyes sociolaborales y de control del funcionamiento de la economía (subvenciones a las industrias nacionales y apoyo a las exportaciones, aranceles a las importaciones, regulación por ley de la jornada y condiciones de trabajo, desmantelamiento de las grandes propiedades y apoyo a la propiedad directa de la tierra por parte de los pequeños campesinos, y difusión de la propiedad estatal); y, en el caso, ante todo de Schmoller y de Wagner (aunque también de Schäffle, uno de los más decididos defensores del seguro social obligatorio), confiaban en la autoridad estatal de la monarquía prusiana para conseguirlo. En su opinión el Estado es la gran institución moral de sociedad y como tal debe llevar a cabo una racionalización de los procesos económicos e intervenir en la cuestión social con un programa de reforma social nacional. Como institución ética permitiría superar los intereses egoístas de clase, neutralizando la lucha entre las clases. La visión de los socialistas de cátedra, con Schmoller y Wagner a la cabeza, era, pues, de carácter ético-económico»52.

Ramón Sáenz de Ynestrillas en 1932 definía la Política Social «como el conjunto de medidas que tienden a armonizar, por encima de los intereses de clase, las relaciones entre el patrono y los trabajadores, haciendo comprender a ambos que, por encima de sus intereses particulares, existe un interés mucho más santo y sagrado: el interés de toda la colectividad»53.

«Pero con harta frecuencia se olvida la influencia de los socialistas de cátedra en el pensamiento de un autor tan relevante como Durkheim. Durkheim había recibido la influencia alemana, especialmente de Schӓffle cuya concepción organicista de la sociedad influyó notablemente y vivamente en la formación de su pensamiento. El solidarismo francés mantenía en no pocos aspectos y enfoques análogos a los sustentados por los socialistas de cátedra. Realzaba la necesidad de establecer una nueva forma de Estado y de la organización y políticas de este, y que todos los individuos que componen el organismo social tienen una deuda social o un deber social respecto al resto de la sociedad. Pero realzaban también la relevancia de la Economía Social y el papel de “cuerpos intermedios”, especialmente el papel de las organizaciones profesionales»54.

El concepto de Economía Social es técnicamente algo relacionado con Francia y el mundo francófono. Sin embargo, en otros países como Inglaterra o Alemania ha habido importantes aportaciones a la Economía Social; sin embargo, ha sido Francia la que ha jugado un papel esencial en el nacimiento y en el desarrollo de la Economía Social, notablemente a través de las propias exposiciones universales. Esta afirmación comporta un desprecio consciente o tal no consciente a Gustav Schmoller y a la Verein fϋr Socialpolitik. Señala, a través de una traducción desde el francés a la lengua de Cervantes, que la Escuela histórica alemana aparece en los años 1840, como una clara reacción al universalismo de los clásicos, con los escritos de Bruno Hildebrand, Karl Knies y sobre todo de Wilhem Roscher (1817–1894). Estos autores rechazan la idea de “leyes” económicas disociadas de su contexto histórico, social e institucional. Wilhem Roscher declara que la investigación económica debe ser multidisciplinar, incorporando los métodos de los historiadores, y de los sociólogos, además de los expertos de la Economía.

Otra cuestión relevante es la de que «el mercado de trabajo se encuentra definidamente separado del mercado de mercancías y queda subordinado a éste. Puede llamarse también mercado secreto, cuya preexistencia no ha dejado rastro en el mercado abierto de mercancías. En él, el trabajo se compra y paga como si representara tan sólo servicios futuros que hubieran de ser agotados en la prestación. La ficción que hay debajo consiste en que el fabricante (cualquier capitalista, digamos la sociedad anónima) es el autor y productor auténtico mientras que los obreros son solamente sus ayudantes. Los trabajadores carecen de iniciativa propia; las tareas les son asignadas. Esas tareas se determinan por la configuración del conjunto y mediante un plan y un método muy definidos respecto a la manera de trabajar los materiales dados. El resultado es la división del trabajo en la industria o la agricultura industrializada. Lo que constituye el coste del precio natural del trabajo; condiciones y medios de producción, que en este sentido pueden compararse con una producción y que por tanto representan el valor real determinado en la asociación. El concepto está directamente interesado solo en el trabajo individual que un obrero, para mantenerse vivo, está en situación de ofrecer de nuevo, digamos, al comienzo de la semana siguiente. Sin embargo, si el concepto de mínimo de existencia incluye también el mantenimiento de la esposa y los hijos, se opera una reducción sensible cuando las mujeres y los niños mayores de 10 años pueden también vender su trabajo»55.

A partir de esto, su definición de la economía política es la siguiente: «La ciencia que tiene como objetivo principal describir, definir y explicar las diferentes causas a través de los fenómenos económicos, ya que forman parte de un todo que debe ser coherente».

No obstante, a este respecto del trabajo de los niños en Prusia tenemos un ejemplo que no recoge Monereo, que resulta significativo. Se trata del Real decreto del trabajo infantil de los jóvenes obreros en los talleres prusianos publicado en Berlín, el 9 de marzo de 1839, que está traducido al castellano por Marina Blanca Villalobos y que regula el horario laboral, la edad mínima (haber cumplido los nueve años) y la prohibición de «contratar a jóvenes obreros en horarios laborales anteriores a las cinco de la mañana y posteriores a las nueve de la noche, así como descansos los domingos y los días de fiesta o festividades nacionales o locales» (art. 6)56.

A mayor y mejor consideración, no puramente ocasional, José Luis Monereo Pérez respecto a la valoración que hace, según su propio punto de vista, «Schmoller no veía en la economía una disciplina encerrada en sí misma, ni mucho menos auto suficiente. Pero la misma reconstrucción histórica permite una correcta comprensión de los procesos económicos-sociales y políticos-jurídicos, y puede sugerir soluciones útiles a las políticas de regulación de la coyuntura actual. En realidad, la escuela histórico-ética pretendía estudiar todos los aspectos del fenómeno económico y no exclusivamente su lógica económica»57.

Ello no impide el que Gustav von Schmoller, en su discurso rectoral en la Universidad Federico Guillermo, que impartió el 15 de octubre de 1897, estudie con un cierto compromiso comprensivo las denominadas “teorías cambiantes y verdades estables” que se podían estar desarrollando tanto en el conjunto de las ciencias sociales en Alemania, como particularmente en el ámbito de la Economía Política y la Economía Social, entendida como Social Politik en Prusia.

Schmoller estableció una hipótesis para justificar los servicios públicos para cuando sea necesario asegurar la economía política, e incluye su propia situación metodológica, que resultó bastante ineficaz y engañosa, y después de más de un siglo de estudio de la ciencia económica y su vinculación al medio ambiente y a la naturaleza, así que terminó por asimilar que la combinación histórico-social que hace que el medio ambiente influya en la economía y la forma de vida de las sociedades.

Otto von Bismarck (1815-1898), también conocido como Duque de Lauenburgo o príncipe Bismarck fue uno de los más relevantes y significativos hombres de Estado europeos del siglo XIX. En el año 1862 fue nombrado canciller de Prusia, por Guillermo I. A pesar de que en teoría el sistema político se caracterizaba por un funcionamiento democrático, en la práctica se trataba de un sistema dictatorial o como definió el historiador Carlos Dardé, «una dictadura plebiscitaria de tipo bonapartista». El canciller Bismarck fue uno de los principales artífices de la unificación alemana por lo que su figura e ideas fueron claves en la segunda mitad del siglo XIX.

Bismarck durante su mandato mantuvo un control férreo sobre la política y la propia dirección del imperio. El sistema político del imperio se basaba en una jerarquía muy definida y un respeto fundamental hacia las clases más poderosas, por lo tanto, podría decirse que no se trataba de un sistema absolutista, pero tampoco de un sistema plenamente liberal, sino de un imperio con una estructura política representativa pero también aristocrática.

Su política estuvo fuertemente marcada desde un principio por su propio pragmatismo. Bismarck fue consciente desde sus comienzos que no podía obviar la herencia y aprendizajes recibidos de las revoluciones del año 1848, por lo que optó por asumir una nueva forma y contenidos. Teniendo en cuenta que el canciller provenía de un alto estatus social y que su profesión era la de estadista, no es de extrañar que tras la unificación alemana estableciera un sistema parlamentario y teóricamente democrático.

Su política y gestión estuvo caracterizada por la idea de mantener una política social tradicional con cambios de marcado corte liberal, marcado por el control de las elites económicas, por lo que se vio obligado a realizar una serie de cambios en la sociedad que buscaban apaciguar el espíritu de protesta que había nacido tras la revolución francesa de 1789, así como las posteriores revueltas que se dieron en tanto en Francia como en otros países en el año 1848.

«Durante el gobierno de Bismarck, Schmoller ejerció una gran influencia sobre la ciencia social y europea. Su actitud de carácter ético y social y su interés por las grandes cuestiones sociopolíticas de su tiempo, así como su espontánea inclinación histórica, fueron relevantes a la hora de establecer sus ideas y su propia doctrina sobre la económica nacional y numerosos aspectos sociológicos. Schmoller, y en términos más generales la propia escuela de los socialistas de cátedra, que rechazó las ideas económicas socialistas, aunque aplaudió y reconoció sus vindicaciones morales»58.

Pero detengámonos ahora en aquellos países que quedan al margen de Prusia, Baviera y Austria, dónde «la influencia de Gustav von Schmoller se observaría en los movimientos progresistas que se estaban produciendo en EE.UU. y Japón, y en el trabajo de seguidores suyos como William J. Ashley, Richard T. Ely, Noburu Kanai, Albion W. Small, Seligman. Su obra ha reaparecido en las últimas décadas a raíz de los estudios sobre el desarrollo y de algunas ramas de la heterodoxia económica como el institucionalismo, el culturalismo económico y la economía del comportamiento. Así mismo, su figura permanece siendo de influencia en el campo de la historia económica y la sociología económica»59

De este modo es evidente que, para Schmoller, «los fundamentos de la economía política exigen su puesta en relación con los principios del Derecho y de la justicia social. Debe atender a “la cuestión social”, que en su época no era otra que la lucha de ciertas aspiraciones ideales de justicia y social, ya se presenten bajo una forma precisa o vaga, ya sean prematuras o no, con los principios de la economía política tradicional y las grandes exigencias de las clases capitalistas, que lo que buscan por encima de todo es no ser perturbadas de su tranquilidad. Schmoller no creía, ni pretendía hacerlo, que pudiera encontrarse un concepto de justicia absoluta y definitiva, la justicia es siempre “justicia histórica”, así se establece a lo que se puede aspirar en cada momento, atendiendo a las exigencias imprimidas por la civilización en cada etapa de la historia»60.

No obstante, no debemos perder de vista que a veces se genera un descuido científico considerable al olvidar «la influencia de los socialistas de cátedra en el pensamiento de un autor tan relevante como Durkheim. Émile Durkheim había recibido la influencia alemana, especialmente de Schӓffle cuya concepción organicista de la sociedad influyó vivamente en la formación de su pensamiento (especialmente, en su idea de “solidaridad orgánica”). El solidarismo francés mantenía en no pocos aspectos, enfoques análogos a los sustentados y defendidos por los socialistas de cátedra»61.

Ha sido precisamente Isabelle Lespinet-Moret quien, entre otros, ha puesto de relieve que determinadas «corrientes de pensamiento como el cristianismo o el positivismo, o el solidarismo contribuyeron también a sensibilizar el mundo político con la cuestión social. Los protestantes y los católicos sociales defendieron en la cámara la idea de que la República debe tener en cuenta la cuestión social a fin de evitar la explosión social. Las preocupaciones en este campo de los católicos sociales no han gozado de la aceptación general por parte de los republicanos»62.

Sin embargo, «la cuestión social logró al mismo tiempo institucionalizarse y aseptizarse dentro del marco de las Exposiciones Universales de París, en el seno de la Economía Social»63. Fue con posteridad cuando Francia se definió en la Constitución de 1946 que recogió la idea de que «Francia es una República indivisible, laica, democrática y social»64, aunque también hemos de tener en cuenta que la República de Vichy promovió extraordinariamente la denominada cuestión social, aunque dentro de un modelo establecido y autoritario (no dictatorial).

Schmoller describe la determinación del valor del mercado que se rige por la oferta y la demanda. Él tiene la intención de ofrecer una cantidad determinada de una especie de bienes conocidos o calculados a partir de los interesados, que en un mercado determinado en un momento dado es de compradores que buscan los bienes en los mercados habituales o esperan la entrega de los mismos.

En alguna cuestión de fondo, sin embargo, es posible identificar de forma más específica características sobre su orientación económica. Esto es, una vez más, las cuestiones relativas a la economía dentro de las hipótesis de sus trabajos, en lugar de sus teorías, pero hay que recordar y hacer hincapié a que la solución que Schmoller proponía a los problemas económicos y sociales, en los años siguientes a su obra, se centran en su mayoría en unas perspectivas optimistas de investigación societaria.

Hay que tener en cuenta que la psicología “atomista” de los primeros marginalistas, que se basaban en la hipótesis de un individuo aislado que realizó todos sus cálculos sin ningún tipo de influencia externa, por lo que Schmoller sugirió que lo sustituyeran por un tipo de psicología mucho más compleja, que recibió sus estímulos de la parte individual de un grupo, de las restricciones contractuales y las limitaciones que flanquean a la economía.

«En no pocos aspectos se puede considerar schmolleriano a Francisco Gutiérrez-Gamero, catedrático de la Escuela Industrial de Madrid, que escribió un importante libro, Legislación Industrial, verdadero tratado sobre las cuestiones sociales y las grandes instituciones del trabajo65. Desde el punto de vista de sus pretensiones reconstructivas en esta obra era considerado el mejor intento para abordar el problema de la cuestión y de sus diferentes respuestas institucionales al estilo del conocido libro de Paul Pic en Francia66. Tampoco es irrelevante la recepción de autores distintos a la escuela histórica alemana, pero especialmente sensibles a dicha escuela o críticos lucidos de la misma. Un caso significativo es el de A. Loria, de ideal socialista, y especialmente crítico con las teorías de Schmoller, al cual critica tanto desde el punto de vista científico como desde la perspectiva política, pues destaca fuertemente su ideario conservador, unilateralmente dirigido a legitimar un sistema imperial-burocrático desvinculado del control parlamentario»67.

«En él influye la noción schmolleriana de “justicia” e “injusticia económica” y, desde luego, la exigencia de intervención del Estado en los asuntos sociales. No obstante Gutiérrez Gamero se aleja bastante del enfoque conservador que es propio del socialismo de cátedra como corriente de pensamiento económico jurídico»68, esto según la particular forma de entender el socialismo de cátedra por parte de algunos, como es el propio José Luis Monereo, aunque lógicamente no todos son coincidentes con los resultados a los que llega Monereo y en menor caso su hermano, diputado de Podemos, que también es un personaje de factura intelectual sólida pero no se acostumbra a mover por el espectro de la socialdemocracia y está en muchas cosas más cerca del leninismo.

«Solo conservando una numerosa clase media, elevando a un grado superior de civilización a las clases más inferiores y aumentando sus ingresos, es como se podrá escapar de la evolución política que nos traería la dominación del capital y la del cuarto estado. La reforma social solo puede mantener en el Estado prusiano las tradiciones que la han hecho grande; ella es la única por lo tanto que puede mantener a la cabeza del Estado la aristocracia de la civilización y de la inteligencia, y ella sola nos garantizará el futuro en el imperio reconstruido, en armonía con su poderío y su esplendor»69. Carl Menger tiene una posición paradigmática reconocida por la doctrina que ha examinado sus obras..

Hemos de precisar que Carl Menger llegó a convertirse en un tenaz promotor de las ideas propias del liberalismo económico, lo que hay que considerar que según una opción coherente «había puesto de relieve, lo que, desde su punto de vista, eran los efectos negativos de la intervención estatal sobre el espíritu de iniciativa y la autosuficiencia de los agentes económicos. Carl Menger sostuvo una concepción optimista respecto al progreso económico, llegó a elaborar su propia teoría del progreso económico, basada en el conocimiento tecnológico y del sistema de necesidades y de los mecanismos para satisfacerlas a través de los bienes económicos disponibles»70.

«En el análisis de las esferas social y económica, cabe destacar la especial conexión entre la actividad económica con los demás estamentos de la sociedad. Esa concepción organicista había impregnado de manera nítida a destacados representantes del historicismo catalán, como es el caso de Enrique Prat de la Riba (1870-1917) y su visión generalista no solo de la sociedad, sino también de la propia organización y funcionamiento de la industria y de los procedimientos de solución de los conflictos laborales, o también conocidos como la cuestión social obrera. Defiende una nueva organización de la industria y la creación, consiguiente, de una nueva corporación industrial, creando así una familia del trabajo, y hacer de la industria, un organismo industrial. En este organismo han de tener cabida todos los que concurren de forma conjunta a la producción en cualquier industria, cada cual ocupando su lugar, teniendo en cuenta que el lugar que se ocupa debe ir en función de la responsabilidad que se ocupa dentro de la propia colectividad»71.

La política exterior alemana estuvo centrada en preservar y mantener el Imperio. Las ideas de Bismarck se contraponían a la política de la vecina Francia, pero iban en consonancia con el resto de potencias europeas, por lo que trataba de evitar la formación de coaliciones enemigas al imperio asumiendo un papel de mediador en entre los países europeos. No fue hasta el año 1878 cuando en el congreso de Berlín la situación europea quedó asentada. El principal trabajo de Bismarck consistió en intentar convencer al resto de la clase política de que la unificación alemana reforzaba a Europa, y no la amenazaba como defendían otros políticos europeos, como el líder de la oposición inglesa, Benjamin Disraeli. En la búsqueda de la estabilidad del imperio y del futuro de la unificación, el canciller alemán firmó una alianza con el emperador del imperio Austro-Húngaro. Esta alianza buscaba que el propio sistema político europeo no se desajustase.

«Schmoller desde un planteamiento mucho más abierto en términos de principios económicos, junto a la Nueva escuela histórica ejerció una poderosa y persistente influencia, más allá de la propia Alemania, en el propio institucionalismo americano, dentro del marco también de la crítica a la economía neoclásica. En efecto esta influencia fue especialmente manifiesta en autores tan destacados como Thorstein Veblen (1857-1929), que es considerado como el padre intelectual del institucionalismo en los Estados Unidos de América»72.

Conclusiones

1. Gustav Schmoller propone la conveniencia de que la Economía Política esté en relación con la moral, el derecho y la política. En relación al tema de la moral no debemos perder de vista que el presbiteriano Francis Hutcheson, señalaba que «la importancia moral de cualquier agente o la cantidad del bien público que produzca será proporcional a la suma compuesta de su benevolencia y sus capacidades; o (sustituyendo las palabras por su letra inicial, M = total del bien, μ = total del mal) M = B x A» (Escritos sobre la idea de virtud y sentido moral, traducción española, Madrid, 1999, p. 203).

2. Schmoller fue el principal impulsor de la Verein fϋr Sozialpolitik (Asociación para la Política Social). La Verein fϋr Sozialpolitik fue uno de los más importantes círculos de pensamiento europeo donde se formalizaron e idearon las principales propuestas de reforma social. Los integrantes defendían que la promulgación de una legislación laboral y sociolaboral y contribuiría al bienestar de las clases trabajadoras en la sociedad y a generar un sistema estable y revisado, acorde con los tiempos.

3. Postula que sus valoraciones están arropadas y fundamentadas en la historia y no como las de otros pensadores cuyos principios intelectuales se construyen en base a las abstracciones dogmáticas.

4. Schmoller defiende la intervención del Estado en la política y, más concretamente, en la Política social. Argumenta que, para el desarrollo de la sociedad y la mejora de la vida cotidiana de los ciudadanos, es necesaria una intervención en la economía por parte del gobierno, con el fin de garantizar la subsistencia de la sociedad en las mejores condiciones de vida posibles.

5. Critica de una forma desproporcionada, aunque sujeta a una valoración que no le permitía adentrarse en el túnel del tiempo, tanto el pensamiento de Karl Marx como el de Friedrich Engels, aunque admite que «su sistema de economía política, su doctrina de la plusvalía, su exposición de la producción capitalista y de sus consecuencias sobre la aportación constituyen un gran pensamiento abstracto, lleno de penetración y una rica inteligencia»73. Pero lo demuestra al advertir que David Ricardo le proporciona toda la concepción sobre la que se asienta su sistema ideológico. La cuestión, sin embargo, resulta exagerada.

6. Cree encontrar en la economía mercantilista la verdadera causa del crecimiento y posterior declive de las naciones. Observa detenidamente la estrecha relación que existe entre los poderes políticos y económicos, que, como consecuencia de diferentes factores, ocasionales o no, inciden de forma determinante en los cambios que se realizan en las naciones y que afectan de forma directa a la sociedad y a los propios ciudadanos.

7. El propio Schmoller, con sus mismas palabras, precisa el elemento religioso cristiano (no católico) presente en sus investigaciones y en las de los socialistas de cátedra prusianos, al señalar que «todos los grandes bienes ideales de la humanidad, el cristianismo, el desarrollo del Derecho a través de miles de años, los deberes morales del Estado, tal y como han sido reconocidos en Alemania y en Prusia, nos conducen por el camino de las reformas que nosotros hemos puesto de relieve a través de los discursos del Emperador en 1880 y 1890. La ciencia alemana no ha hecho otra cosa que buscar para asentar sobre sólidas bases sus viejos imperativos ético-religiosos y jurídico-estatales»74.

8. Schmoller cree encontrar, de hecho, en el ascenso y la caída de las naciones un fuerte vínculo entre el desarrollo político y el económico. Una importancia de reconocido prestigio internacional, pero persistente, que destacan de las ideas schmollerianas es la interpretación del mercantilismo como el principal sistema de formación de los estados, por lo que propuso la interpretación de varios escritos y capítulos, especialmente en el ejemplo de la historia de Prusia.

9. No coincide, en absoluto, con las ideas de Adam Smith, que había fijado el ideal de la justicia como algo tan peculiar y particular que puede compararse a la libertad de los contratos. Para el propio Schmoller, la idea de la igualdad natural de los seres humanos parece algo utópico. Schmoller censura que las teorías que defiende Adam Smith no conocen ni las clases sociales, ni las influencias que las instituciones sociales generan sobre la vida económica.

10. Schmoller cree y defiende que «la política social solo puede mantener en el Estado prusiano las tradiciones que la han hecho grande; ella es la única que puede mantener a la cabeza del Estado la aristocracia de la civilización y de la inteligencia; y ella sola nos garantizará para el porvenir, en el interior del imperio reconstituido, un estado de salud en armonía con su poderío y su esplendor»75.

11. Es necesario destacar el predominio que los partidos cristianodemócratas han tenido en Europa, lo que refleja la gran influencia que la iglesia y todos sus estamentos ha ejercido en la sociedad europea durante todos los siglos de existencia de ésta, y como la relación entre la política y la iglesia siempre ha sido fluida e íntima.

12. Schmoller hizo una crítica a la literatura socialista, es decir, a las obras científicas escritas por pensadores socialistas, indicando que ninguno de los autores del socialismo ha sido capaz de escribir una obra que esté por encima de An Inquiry into the Nature and Causes of the Wealth of Nations de Adam Smith; precisa además Schmoller que se equivocan los discípulos de Karl Marx al situar al mismo nivel El Capital con La riqueza de las naciones76. Sin embargo, conviene hacerle la precisión a Schmoller de que la influencia que ha tenido Karl Marx sobre el siglo XX ha sido infinitamente superior en todos los términos a la de Adam Smith. Lógicamente Schmoller falleció sin llegar a apercibirse de ello y del alcance real que llegó a tener el Marxismo en el mundo.

13. Para Gustav von Schmoller, la división del trabajo constituye «el fenómeno más destacado de toda la vida social».

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Recibido el 26 de marzo de 2017. Aceptado el 30 de marzo de 2017

NOTAS

1 Incomprensiblemente uno de los mejores economistas vivos que hay en España, Juan Velarde Fuertes, sitúa la fecha de su nacimiento, equivocadamente, en 1836. Ver Juan Velarde Fuertes “Gustav von Schmoller (1836-1917)”, en Juristas Universales, Madrid, Marial Pons, 2004, vol. III, pp. 448-452. Por otro lado, Velarde se prodiga en críticas, sin mucho sentido, y manifiesta una agresividad impropia respecto a su pensamiento, llegando a escribir: «La lápida del sepulcro de las ideas de Schmoller estaba colocada» (p. 451). El personaje español, que con mayor acierto ha estudiado a Gustav von Schmoller, y su pensamiento es muy probablemente Manuel Reventós i Bordoy (1888-1942), a quien ha dedicado su tesis de Licenciatura de Derecho, su tesis doctoral y 2 libros y 8 artículos María Encarnación Gómez Rojo, en concreto, el principal, Historiografía Jurídica y Económica y pensamiento Jurídico-Público, Social y Económico de Manuel Reventós i Bordoy (1888-1942), Málaga, Universidad de Málaga, 2001, 519 pp. Y además otro trabajo extenso suyo llevaba por título El pensamiento político, económico y social de Manuel Reventós i Bordoy, Barcelona, 1993, 157 pp. Ver igualmente los tres artículos de José Calvo González, “Manuel Reventós i Bordoy (1888-1942). Pensamiento económico (I)”, en Cuadernos informativos de Derecho histórico público, procesal y de la navegación, nº 11 (enero 1990), pp. 2599-2615; “Pensamiento económico (II)”, en Cuadernos informativos de Derecho histórico público, procesal y de la navegación, nº 12-13 (junio 1990), pp. 2991-3006 y “Pensamiento económico (III)”, en Annals of the Archive of “Ferran Valls i Tarberner’s Library”, 11-12 (1991), pp. 489-498.

2 Ver Luigi Amoroso, Le leggi naturali della Economia politica, Turín, 1961, pp. 107-108.

3 Esta idea de Constantin Rossler, lógicamente con unas reflexiones sobre la misma, está recogida por Gustav von Schmoller en el libro Politique Sociale et économie politique : questions fondamentales, París, 1902, p. 24.

4 Gustav von Schmoller, Principes d’Économie politique, trad. del alemán al francés por G. Platon, París, 1905, tomo 1, p. 88.

5 Gustav von Schmoller, Politique Sociale et économie politique, París, 1902, p. 283.

6 Gustav von Schmoller, „Adam Smith„, en Internationale Wochenschrift fur Wissenschaft, 1907.

7 Gustav Schmoller, Politique Sociale et économie politique : questions fondamentales, trad.francesa, París, V. Giard y E. Brière, 1902, p. 222.

8 Gustav Schmoller, Politique Sociale et économie politique : questions fondamentales, cit.

9 Raúl Ruiz Sola, Guía para el análisis de la traducción española de “Política Social y Economía Política” de Gustav von Schmoller, Universidad de Barcelona, 1898.

10 Gustav Schmoller, Principes d’Économie politique, p. 4.

11 Gustav Schmoller, Principes d’Économie politique, p. 8.

12 Ver María Encarnación Gómez Rojo, “Antonio Flores de Lemus (1876-1941)”, en Diccionario crítico de juristas españoles, portugueses y latinoamericanos, Zaragoza-Barcelona, 2005, vol. I, pp. 325-328.

13 Manuel J. Peláez, “Ramón [Regino Manuel Nicolás Mónico] Carande Thovar”, en Diccionario crítico de juristas españoles, portugueses y latinoamericanos, Zaragoza-Barcelona, 2005, vol. I, pp. 193-195.

14 Léon Duguit, Las transformaciones del Estado, trad. de Adolfo Posada, Madrid, 1909.

15 „Die allgemeinen philosophischen Grundlagen der von François Quesnay und Adam Smith begrudeten politischen Ökonomie“.

16 José Luis Monereo Pérez, “Reforma social y ética en Economía Política: La teoría de Gustav Schmoller”, en Temas Laborales,nº 93 (2008), pp. completas del artículo 11-76.

17 Konrad Repgen, “150 años de catolicismo social en Alemania”, en Un siglo de catolicismo social en Europa 1891-1991, Pamplona, pp. 195-198.

18 Walter Kasper, La Misericordia, Salamanca, 2015, traducción al catellano de José Manuel Lozano-Gotor Perona, p. 45.

19 Gustav Schmoller, Politique Sociale et économie politique : questions fondamentales, pp. 232-233.

20 Gustav Schmoller, Política social y economía política, “Prólogo”, pp. 6-7.

21 Walter Kasper, La Misericordia, pp. 44-45 (sobre la historia de la Regla de Oro, pp. 44-47).

22 Georges Gurvitch, La idea del derecho social. Noción y sistema del Derecho Social. Historia doctrinal desde el siglo XVIII hasta el fin del siglo XIX, edición y Estudio Preliminar titulado “La idea del Derecho Social en la teoría general de los derechos: El pensamiento de Gurvitch”, Granada, a cargo de José Luis Monereo Pérez y Antonio Márquez, Editorial Comares, 2005, pp. 575 y ss. Hemos de señalar que sobre Gurvitch, Monereo no tiene en cuenta la amplísima producción escrita por Mikhail Antonov, con sus Écrits allemands, Philosophie sociale et phénoménologie, París, L’Harmattan, 2005. Gurvitch pertenecía a la masonería, al Gran Oriente de Francia. No conviene perderlo de vista.

23 Carmen Alemán Bracho, Políticas sociales, Madrid, Civitas, 2009.

24 Luigi Amoroso, Le leggi naturali della Economia Politica, Torino, 1961, p. 237. Señala además Amoroso que el capitalismo de Estado desemboca en tiranía.

25 Gustav von Schmoller, L’Economia Politica: la sua teoria e il metodo, p. 32.

26 Gustav von Schmoller, Principes d’Économie politique, Paris, 1905, p. 94.

27 Hubert Hugo Hilf, La Ciencia del Trabajo, Madrid, 1963, p. 17.

28 Hubert Hugo Hilf, La Ciencia del Trabajo, p. 17.

29 José Luis Monereo Pérez, “Reforma social y ética en Economía Política: la teoría de Gustav Schmoller”, en Temas Laborales, nº 93 (2008), p. 22.

30 Hubert Hugo Hilf, La Ciencia del Trabajo, p. 482.

31 Georges Gurvitch, La idea del derecho social. Noción y sistema del Derecho Social. Historia doctrinal desde el siglo XVIII hasta el fin del siglo XIX, pp. 575 y ss.

32 Raúl Ruiz Sola, Guía para el análisis de la traducción española de “Política Social y Economía Política” de Gustav von Schmoller, Barcelona, Universidad de Barcelona, 1898, p. 18.

33 Lorenz von Stein, Movimientos sociales y monarquía, traducción de Enrique Tierno Galván, Madrid, Centro de Estudios Constitucionales, 1981.

34 Raúl Ruiz Sola, Guía para el análisis de la traducción española de “Política Social y Economía Política” de Gustav von Schmoller, cit.

35 Adolph Weber, Teoría general de la Economía Política, traducción al castellano de José Álvarez de Cienfuegos y Cobos, Barcelona, Edit. Bosch, vol. II, 1935, pp. 12, 71, 92, 112, 131, 132, 145 y 155, y también vol. I, pp. 27, 31, 33, 43, 44, 56, 99, 100, 130, 131, 142, 189; vol. III, 1940, pp. 5, 74, 255, 262, 359, 396 y vol. IV,1941, pp. 427, 435 y 451.

36 Emil Stutzer, Deutsche Sozialgeschichte, Halle, 1988, pp. 212-215. Ver además Gustav von Schmoller, „Die Jahresversammlung des volkoswirstchaflichen Congresses und des Vereins für Sozialpolitik, im Spätferbst 1882“, en Kleine Schriften zur Wirstchaftsgeschichte, Wirschaftstheorie und Wirschaftspolitik, Berlin y Leipzig, 1985, pp. 359-396.

37 José Luis Monereo Pérez, “Reforma social y ética en Economía Política: la teoría de Gustav Schmoller”, en Temas Laborales, nº 93 (2008), cit.

38 John Rogers Commons, Legal Foundations of Capitalism, New York, MacMillan, 1924.

39 Enrique Fuentes Quintana, “La modernización de los estudios de economía”, en Economía y economistas españoles, Barcelona, 2001, pp. 345 y ss.

40 Estas ideas están recogidas por Raúl Ruiz Sola, Guía para el análisis de la traducción española de “Política Social y Economía Política” de Gustav von Schmoller, Barcelona, Universidad de Barcelona, cit.

41 José Luis Monereo Pérez, “Reforma social y ética en Economía Política: La teoría de Gustav von Schmoller”, en Temas Laborales, nº 93 (2008), p. 45.

42 José Luis Monereo Pérez, “Reforma social y ética en Economía Política: La teoría de Gustav von Schmoller”, en Temas Laborales, nº 93 (2008), p. 36. Sobre Lorenz von Stein ver la semblanza que ha redactado Michael Stolleis, “Lorenz von Stein (1815-1890)”, en Juristen. Ein biographisches Lexikon von der Antike bis zum 20. Jahrhundert, München, C. H. Beck, 2001, pp. 601-602 y, sobre todo, el artículo de Stefan Koslowski (2017): «Lorenz von Stein as a disciple of Saint-Simon and the french utopians», en Revista europea de historia de las ideas políticas y de las instituciones públicas, nº 11 (octubre de 2017). Podrá leerse este enjundioso y magnífico artículo en: http://www.eumed.net/rev/rehipip/11/koslowski.html.

43 Carmen Alemán Bracho, Políticas Sociales, Madrid, Civitas, 2009.

44 Hombre elegante, inteligente y con un manejo fluido de la doctrina alemana. No obstante, su obra Insignis Nobilitas. Estudio sobre el valor social de la aristocracia va en la línea de Lorenz von Stein. El libro publicado en 1950, ha sido reeditado por la Sociedad de Estudios Políticos de la Región de Murcia, con el título de El principio aristocrático. Escritos sobre la libertad y el Estado, Cartagena, 2008, 158 pp. Ver también la importantísima obra de López-Amo, El poder político y la libertad. La monarquía de la reforma social, Madrid, 1952. Dicha monografía recibió muchas críticas desde el ámbito ideológico falangista, con notable virulencia conceptual. Lamentablemente López-Amo perdió la vida de una manera trágica en un accidente de circulación el 20 de diciembre de 1956, en Warfordsburg. Viven todavía los dos juristas notabilísimos que le acompañaban en el coche durante aquel trágico accidente.

45 José Luis Monereo Pérez, “Reforma social y ética en Economía Política: La teoría de Gustav Schmoller”, en Temas Laborales, nº 93 (2008), p. 30.

46 Estas ideas están recogidas en el libro de Gustav Schmoller, Politique sociale et économie politique : questions fondamentales, París, 1902, p. 306.

47 Gustav Schmoller, Politique sociale et économie politique : questions fondamentales, p. 306.

48 Gustav Schmoller, Politique sociale et économie politique : questions fondamentales, p. 307.

49 Ferdinand Tönnies, Comunidad y Asociación. El comunismo y el socialismo como formas de vida social, traducido originalmente al castellano por José Francisco Ivars, en 1887, ed. a cargo de José Luis Monereo Pérez, Granada, Comares, 2009, p. 65.

50 Ferdinad Tönnies, Comunidad y Asociación. El comunismo y el socialismo en la vida social, p. 67.

51 Paul Kennedy, The Rise of the Anglo-German Antagonism, 1860-1914, Londres, 1980, p. 152.

52 Estas ideas están recogidas en el citado libro Comunidad y Asociación, p. 62.

53 José Luis Monereo Pérez, “Reforma social y ética en Economía Política: La teoría de Gustav von Schmoller”, en Temas Laborales, nº 93 (2008), cit.

54 José Luis Monereo Pérez, “Reforma social y ética en Economía Política: La teoría de Gustav von Schmoller”, en Temas Laborales, nº 93 (2008), cit.

55 Política Social, Madrid, 1932 y reedición Ediciones Isabor, Murcia, donde el propio Jerónimo Molina ha publicado dos obras suyas significativas, La Política social en la historia, Ediciones Isabor, Murcia, 2004 y Epítome de la Política Social, 1917-2007, Ediciones Isabor en colaboraión con el Seminario Luis Olariaga de Política Social, Murcia, 2007.

56 Marina Blanca Villalobos, “Traducción al castellano del Real decreto sobre el trabajo de los jóvenes obreros en los talleres prusianos – Berlín, 9 de marzo de 1839”, en Revista crítica de Historia de las Relaciones Laborales y de la Política Social, nº 9 (junio de 2015), pp. 73-75.

57 José Luis Monereo Pérez, “Reforma social y ética en Economía Política: La teoría de Gustav von Schmoller”, en Temas Laborales, nº 93 (2008), pp. 32 y 33.

58 Jerónimo Molina Cano, La Política social en la historia, Ediciones Isabor, Murcia, 2004, p. 107.

59 Raúl Ruiz Sola, Guía para el análisis de traducción española de “Política Social y Economía Política de Gustav von Schmoller, cit.

60 José Luis Monereo Pérez, ed. de Gustav von Schmoller, “Reforma Social y ética en Economía Política: La teoría de Gustav von Schmoller”, en Temas Laborales, nº 93 (2008), cit.

61 Dukheim se ocupó de estudiar a Schäfle, así los ensayos, Organisation et vie du corps social selon Schäfle (1885) y Le programme économique de Schäfle (1888), ambos en Éléments d’un théorie sociale, Presentación de Victor Karady, París, Les Éditions de Minuit, 1975, pp. 355 y ss y 377 y ss. Puede consultarse igualmente con fruto José Luis Monereo Pérez, Cuestión social y reforma moral: las corporaciones profesionales de Durkheim, Granada, Comares, 2006 y en coautoría con José Calvo González, “Estudio preliminar a Duguit”, en Manual de Derecho Constitucional, Granada, Comares, 2005. Una perspectiva crítica al respecto, la de J. Donzelot, L’Invention du social. Essai sur le déclin des passions politiques, París, Fayard, 1884.

62 Isabelle Lespinet-Moret, “La question sociale”, en Vincent Duclert y Christophe Prochasson, Dictionnaire critique de la République, París, 2007, p. 239.

63 Isabelle Lespinet-Moret, “La question sociale”, en Vincent Duclert y Christophe Prochasson, Dictionnaire critique de la République, p. 239.

64 Ver Pierre Lévêche, “La République démocratique et sociale”, en Dictionnaire critique de la République, pp. 291-298, ad casum p. 291.

65 Francisco Gutiérrez Gamero, Legislación industrial, Madrid, Imprenta de F. Moliner, 1914, 2 tomos.

66 Paul Pic estaba especialmente próximo al solidarismo socio-jurídico. Véase la obra traducida de Pablo Pic (sic), Tratado elemental de legislación industrial, Madrid, 1941-1942. Una obra muy significativa, que se dispuso ya de ella en lengua castellana, pero que era conocida y reconocida por los estudiosos españoles a través de sus ediciones en francés.

67 José Luis Monereo Pérez, “Reforma social y ética en Economía Política: La teoría de Gustav von Schmoller”, en Temas Laborales, nº 93 (2008), pp. 50 y 51.

68 José Luis Monereo Pérez, “Reforma social y ética en Economía Política: La teoría de Gustav von Schmoller”, en Temas Laborales, nº 93 (2008), p. 50 y 51.

69 Gustav Schmoller, Política Social y Economía Política, pp. 6 y 7.

70 Carl Menger, Principios de Economía Política, Madrid, 1997, cap. IV, epígrafe 11.6.

71 Enric Miquel Albert Prat de la Riba Sarrà, Ley jurídica de la Industria. Estudio de filosofía jurídica seguido de Bases para la formación de un Código Industrial, Barcelona, 1898, p. 46. Prat de la Riba, como todo el mundo sabe, además de ser uno de los padres del nacionalismo catalán, desarrolló teorías muy interesantes sobre la industria, lo que tenía su punto de partida en la tesis doctoral que defendió en la Universidad Central de Madrid en 1894, titulada como acabamos de precisar. Para el Derecho industrial y para el Derecho laboral, Prat fue un adelantado en la España de su época. Otra cosa ya distinta y que le ha dado más fama pudo ser, sin embargo, la publicación de su libro La nacionalitat catalana, obra que cuenta con multitud de ediciones.

72 José Luis Monereo Pérez, “Reforma social y ética en Economía Política: La teoría de Gustav von Schmoller”, en Temas Laborales, nº 93 (2008), cit., de qua vid. Thorstein Veblen, The place of Science in Modern Civilization, New York, 1919.

73 Gustav von Schmoller, « Théories changeantes et vérités stables dans le domaine des sciences de l’économie politique allemande actuelle [1897] », Discurso de toma de posesión del rectorado en la Universidad Federico Guillermo de Berlín, 15 de octubre de 1897, trad. francesa en Politique sociale et économie : questions fondamentales, París, 1902, pp. 295-323, ad casum 323.

74 Gustav von Schmoller, Política Social y Economía política, Prólogo, pp. 6-7.

75 Ver Gustav Schmoller, Politique sociale et économie politique : questions fondamentales, cit., p. 306.

76 Estas ideas están recogidas en el libro de Gustav Schmoller, Politique sociale et économie politique : questions fondamentales, cit., p. 306.





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