Revista europea de historia de las ideas políticas y de las instituciones públicas


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Presidente del C.R.: Antonio Ortega Carrillo de Albornoz
Director: Manuel J. Peláez
Editor: Juan Carlos Martínez Coll


José Luis Monereo Pérez, La democracia en crisis: Harold J. Laski, Ediciones El Viejo Topo, Madrid, 2005, 135 págs.

Luis Ángel Triguero Martínez

ABSTRACT: Harold J. Laski es un intelectual de primera magnitud, que fue profesor de la London School of Economics and Political Science, un hombre de izquierdas, laborista, m�s tarde comunista, y de nuevo vuelto al redil del laborismo. Jos� Luis Monereo P�rez ha publicado recientemente una de sus obras m�s significativas, A Grammar of Politics (1925), que apareci� en 1932 en castellano traducida por Teodoro Gonz�lez Garc�a como El Estado moderno. Sus instituciones pol�ticas y econ�micas. En 2002, Monereo recoge la traducci�n de Gonz�lez Garc�a, ahora bajo el t�tulo La Gram�tica de la Pol�tica. El Estado moderno. Monereo acompa�� a su edici�n en Comares de un estudio preliminar documentad�simo bajo el t�tulo de �La filosof�a pol�tica de Harold J. Laski�. Ese mismo estudio preliminar ha aparecido ahora como un libro de Ediciones el Viejo Topo. Ser�a muy deseable que los estudiosos espa�oles de la Historia de las instituciones pol�ticas, para enriquecerse conceptualmente, se leyeran A Grammar of Politics, particularmente lo que dice sobre los fines del Estado, la naturaleza del poder pol�tico, la soberan�a, las formas del poder pol�tico, la organizaci�n de los ciudadanos, el Parlamento y el control de la Administraci�n.

PALABRAS CLAVE: Harold J. Laski, L�on Duguit, Georges Gurvitch Jos� Luis Monereo P�rez, Laborismo, Comunismo, Pensamiento pol�tico pluralista.

Queda publicada en las ediciones El Viejo Topo una obra sobre un autor cl�sico ingl�s de la filosof�a pol�tica y social de finales del siglo XIX y la primera mitad del siglo pasado, que no es otro que Harold Laski, realizada por el catedr�tico de Derecho del Trabajo y de la Seguridad Social de la Universidad de Granada, Jos� Luis Monereo P�rez.

En ella, se aborda de forma monogr�fica y queda tratado de una manera cient�fica muy rigurosa y anal�tica todo el conjunto del pensamiento social y pol�tico del protagonista de la obra. Igualmente y a la vez, se pone de manifiesto la obligada referencia y observaci�n de todo el contexto hist�rico, pol�tico y social de la �poca por un lado, y del contexto hist�rico-intelectual por otro lado, quedando reflejada la influencia del pensamiento de otros autores coet�neos a Laski o bien de �pocas precedentes. Todo ello para que el lector o investigador que se acerque al libro comprenda el pensamiento de este cl�sico en su plenitud, circunstancia que se encuentra m�s facilitada por el estilo sencillo, claro y directo utilizado por el autor del libro.

Para ello, nos encontramos con tres partes bien diferenciadas que van profundizando de manera paulatina pero a la vez progresivamente sobre el pensamiento pol�tico-social de Laski y su evoluci�n con el paso de los a�os, as� como la manifestaci�n de �sta en las distintas obras que componen el relevante y amplio elenco bibliogr�fico del mismo. De esta forma, nos vamos a encontrar con una primera parte que se dedica a la filosof�a pol�tica de la democracia en crisis. Una segunda en la que se va a hacer referencia a la corriente pluralista, puesto que Laski se integraba en ella, y su relaci�n con el concepto de soberan�a estatal. Y una tercera en la que se realiza un an�lisis de la democracia en Am�rica pero en su segundo momento, una vez que el autor que nos ocupa ha experimentado una evoluci�n en su pensamiento.

En el primer cap�tulo, Monereo P�rez nos presenta una esclarecedora semblanza tanto personal como profesional de Laski que posteriormente, conforme se vaya profundizando y avanzando en la obra, va a adquirir tintes indispensables su comprensi�n, puesto que la trayectoria expuesta magistralmente en esta parte es fundamental para llegar a entender todo su pensamiento y sus l�neas propositivas. De este modo, se nos presenta al protagonista que nos ocupa como un intelectual gran renovador de la filosof�a y ciencia pol�tica de la primera mitad del siglo XX que vincul� su actividad de reflexi�n te�rica y cient�fica con las exigencias puestas de manifiesto por el movimiento obrero, la pr�ctica pol�tica de la corriente laborista brit�nica y el pensamiento socialista. Es as� porque se insert� en esa l�nea pol�tica y defendi� una democracia social en la que identificaba al socialismo con la democracia a la vez que apostaba por el parlamentarismo como v�a hacia la instauraci�n del mismo.

Es en este marco en el que como autor que se incluye dentro de la corriente pluralista negaba que en el Estado hubiese una asociaci�n de hombres que llevase consigo una supremac�a respecto al resto, con lo que niega que fuese �ste una voluntad general. De esta forma, su concepci�n pluralista y federalizante del Estado le lleva a una filosof�a pol�tica pluralista. En clara conexi�n, propuso la afirmaci�n de la supremac�a del Derecho Internacional sobre el derecho de todo Estado individual, abogando pues a favor de una civitas maxima y un derecho cosmopolita en el que los juristas deben de intentar que sus doctrinas vayan de forma paralela al esp�ritu de la �poca.

Pero es que tambi�n, en clara conexi�n, se encuentra dentro de la tendencia del reformismo social consecuente, ya que defend�a la implantaci�n de un capitalismo del bienestar que pusiese l�mites de car�cter social y pol�tico al desenvolvimiento del mercado, pretendiendo el cambio de la sociedad mediante la actuaci�n de la raz�n en el desarrollo econ�mico y social dentro de una democracia social en el campo de la econom�a como medio para hacer efectiva la igualdad de oportunidades.

El segundo cap�tulo se encuentra dividido en dos grandes ep�grafes. Uno dedicado a la soberan�a y a las teor�as pluralistas en el primer Laski y otro que se ocupa de la teor�a del estado y la superaci�n del pluralismo extremo en el segundo Laski.

En el primero de ellos, partiendo de la concepci�n del Derecho Internacional del autor, defiende que la Teor�a del Estado debiera de ser una filosof�a del Derecho internacional que superase la perspectiva limitada de la soberan�a nacional y que prosperase hacia un orden de paz y de justicia que tuviese por fundamento y por pilares a los principios socialistas. Todo ello desde una teor�a pluralista con expresiones concretas en el pluralismo jur�dico y pol�tico y en la que hubo una influencia rec�proca entre el pensamiento de autores de la talla intelectual y social de L�on Duguit (1859-1928) o Georges Gurvitch (1894-1965), que es explicada y desarrollada magn�ficamente por Jos� Luis Monereo.

Todo ello tiene como resultado que Laski defendiese que, en una sociedad compleja, la soberan�a deb�a de quedar descentralizada, dejando el Estado a los grupos su autorregulaci�n en el aspecto de sus intereses econ�micos y sociales, con lo que se convierte en el m�ximo exponente de la defensa de la supresi�n de la teor�a unitaria del Estado en el interior de sus fronteras. Esto conllevar�a un constitucionalismo democr�tico-social en el que los distintos grupos participasen en procesos de decisi�n pol�tica, que deber�an de ser completados, seg�n nuestro autor, con representaciones corporativas y organizaciones profesionales, dejando el espacio de decisi�n estrictamente pol�tica a agrupaciones decisorias funcionales. Todo ello con la intenci�n de poner en pr�ctica una democracia pluralista que tuviese como principal funci�n la integraci�n en el sistema pol�tico institucional, a la vez que evitar�a una disgregaci�n social. Democracia que ser�a conseguida mediante la realizaci�n de una revoluci�n consentida que consist�a en llevar a cabo una reforma legal a trav�s del Estado Social, aut�ntico y genuino eje del proceso de transformaci�n democr�tico-social, como posibilidad alternativa para evitar la guerra y la confrontaci�n a nivel mundial.

En el segundo ep�grafe de este cap�tulo, Monereo P�rez nos muestra c�mo Laski, siendo consciente de que su concepci�n pluralista primitiva era muy ingenua, evoluciona hacia un socialismo que presenta el matiz de la concesi�n de una importancia fundamental y extraordinaria a la intervenci�n estatal, sin perjuicio, claro est�, de apostar por una democracia descentralizada.

Como resultado, este pensamiento s� pod�a asumir la idea de un Estado Social democr�tico en el que imperativamente ha de destacar la funci�n administradora de los servicios p�blicos y de las empresas nacionalizadas, si bien con la importante puntualizaci�n realizada en el sentido de que cada uno de los grupos sociales ampliase su �mbito mediante lo que �l denomina capacidad de iniciativa continua.

Es en este contexto en el que se enmarca una de las obras maestras de Laski, La Crisis de la Democracia, en la que pone de relieve que todas y cada una de las instituciones democr�ticas, a medida que intentaban hacer dom�stica la econom�a, se hac�an incompatibles con los intereses de cada uno de los grandes grupos econ�micos. Y para superar esta circunstancia, de nuevo repite y se apoya en que la �nica soluci�n posible es la revoluci�n pac�fica y legal. Por tanto, es de resaltar que desde aqu� es desde donde Laski va a destacar las contradicciones que ten�a la democracia.

El cap�tulo tercero se dedica de forma �ntegra al an�lisis realizado de la democracia en Am�rica por Laski, pero desde una perspectiva evolucionada en el pensamiento del autor. Tuvo la nada desde�able intenci�n de realizar un estudio total del sistema social americano, su cultura y su esp�ritu, pero desde una influencia de la teor�a marxista del Estado y desde la visi�n marxiana de la formaci�n social como un conjunto integrado condicionado por la evoluci�n del desarrollo econ�mico y tecnol�gico y la conformaci�n de estructuras de poder. As�, va a defender que una sociedad democr�tica necesariamente ha de exigir el pleno disfrute del derecho al libre disentimiento, la defensa de las libertades civiles y religiosas y el derecho de las organizaciones obreras a la negociaci�n colectiva, estando en el resto de �mbitos presente la igualdad por la mera circunstancia de la democracia que tambi�n deber�a de incrementar por s� misma el bienestar de todos los ciudadanos.

El libro se completa con un �ltimo cap�tulo que se dedica por completo a rese�ar y destacar un elenco important�simo de obras seleccionadas y traducciones realizadas al castellano de Harold J. Laski. De esta forma queda lo suficientemente resaltada una completa y desarrollada bibliograf�a que, sin duda alguna, se ve completada por las abundantes y explicativas citas a pie de p�gina existentes a lo largo de la obra. En suma, tras las sucintas observaciones y manifestaciones puestas de relieve, podemos afirmar que estamos ante una obra de referencia obligada sobre el pensamiento de Harold Laski y a la que, imperiosamente, se ha de acudir por parte de aquel investigador y/o lector que pretenda adentrarse en el conocimiento de autores de la historia pol�tico-social del siglo pasado. [Recibido el 26 de diciembre de 2010].



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