Revista europea de historia de las ideas políticas y de las instituciones públicas
ISSN versión electrónica: 2174-0135
ISSN versión impresa: 2386-6926
Depósito Legal: MA 2135-2014
Presidente del C.R.: Antonio Ortega Carrillo de Albornoz
Director: Manuel J. Peláez
Editor: Juan Carlos Martínez Coll
Enrique González Matas, Los Estados Unidos del Mundo. Un ideal de siglos ya posible, Editorial Arguval, Málaga, 2010, 160 págs.
Enrique del Pino
ABSTRACT: Enrique Gonz�lez Matas, que ha sido profesor de Sociolog�a de la Universidad de M�laga y es doctor en Historia, y cuenta con un amplio n�mero de publicaciones, nos sorprende una vez m�s con un libro interesante, donde plantea, partiendo de la experiencia hist�rica, constituir una Rep�blica universal con poderes, distinta de los antiguos imperios y mejor adaptada a los tiempos que corren. Aunque el autor considera que ha llegado el momento posible, son no pocos los que resaltan los valores de lo nacional, de los hechos diferenciales, del comarcalismo y del localismo. Otra cuesti�n ser�a la de saber si es un ideal o una especulaci�n de mentes dispersas que han dejado volar su imaginaci�n, como los poetas o los redactores de cuentos.
PALABRAS CLAVE: Rep�blica Universal, Solidaridad, Imperios, �tica mundial cosmopolita.
Hace a�os que Enrique Gonz�lez Matas inici� la peregrina andadura de �construir� una utop�a con sello propio. Ni era la primera ni ser� la �ltima de las que en el mundo son, pero, para un especialista como es �l, que ya tiene en su haber varios t�tulos sobre la tem�tica, aparte la que fuera tesis doctoral a�os ha, su pretensi�n de dotarla con toque personal es digna de m�rito, y solo hay que fijarse en el que llamar�a subt�tulo del ensayo para darse cuenta de ello: �Un ideal de siglos ya posible�. He aqu� la m�dula del asunto.
La introducci�n del adverbio �ya� en la frase opera enf�ticamente, de modo y manera que, tal vez contra todo pron�stico, elimina una de las singularidades que toda utop�a ha tenido a lo largo de la historia. Porque, para que lo fuera, ten�a que ser posible al final de la escalada, por lo general impidi�ndole al pensador verla realizada en vida. Que nunca se diera el caso, como as� ha sucedido en siglos, es otra cuesti�n pero que en el que nos ocupa no tiene validez, pues el �ya� �ahora, ma�ana, pasado ma�ana� descansa en elementos fiables, es decir comprobables, como detalladamente el autor nos ilustra p�gina tras p�gina, al punto de hacernos creer que nos espera a la vuelta de la esquina.
Porque las alteraciones estructurales acaecidas en, sobre todo, el �ltimo siglo, han dado la vuelta al planteamiento. Hoy se dispone de lo que nunca fue posible siquiera imaginar, un astro entendido como planeta unitario en casi todas sus funciones y posibilidades, en el que las distancias (de todo tipo) han desaparecido, lo cual, al revertir en simultaneidad, da a la Tierra condici�n de ente en la pr�ctica irreversiblemente intercomunicado. Cualquier comunicaci�n, acuerdo, cuesti�n o fen�meno, con independencia de sus factores intr�nsecos, ha dejado de ser hecho aislado, lo que involucra y concierne a todos y en todas las esferas. Esta que se podr�a llamar �unificaci�n de espacio y de tiempo� es �ya� vital. Ignorarla es, a juicio del autor, error craso.
Plantea Enrique Gonz�lez, tras detenido recorrido por las posibilidades reales de su proyecto, las que entiende cinco amenazas terribles de las que la Humanidad debe protegerse; sepan que son: la del cambio clim�tico, la nuclear, la del dominio del espacio, la del desorden en la econom�a mundial y la de los derechos de las personas. Estas espadas pendientes sobre nuestras cabezas no pueden ser combatidas, a su juicio, m�s que con la creaci�n efectiva de un organismo supranacional con poderes ejecutivos suficientes, que, tal vez ingenuamente, considera factibles de desempe�ar por la existente ONU, aunque previamente reformada.
Como f�cilmente se comprende, entiende el autor que dichos Estados Unidos deber�n responder a la idea de Rep�blica, concibiendo en su seno los necesarios mecanismos �tiles para la real divisi�n de poderes, defensa contra supuestos ataques desestabilizadores y, en fin, dominio de todos los resortes democr�ticos disponibles para evitaci�n de rupturas y aberraciones de cualquier signo. Es evidente que el autor no quiere dejar nada al azar y da sus recetas a prop�sito.
Invoca y se rodea de important�simas voces, incluida la de Benedicto XVI cuando en su enc�clica Caritas in veritate reclama �una verdadera Autoridad pol�tica mundial�, cita tambi�n, y se apoya en ellos, testimonios de reconocidos pensadores y te�logos, en un intento de, al parecer, cimentar sus tesis con lo m�s granado del pensamiento actual, as� como otros del pasado, remont�ndose hasta el pensamiento griego cl�sico. Es, en resumen, un condensado ensayo que, si no fuera porque los hechos que cada d�a nos toca lidiar, hasta apostar�amos por verlo convertido en realidad, como ya he dicho, dentro de unos d�as.
Como es natural, no es lugar para contravenir aspectos o afirmaciones de este Estado Mundial maravilloso, por mucho que en su intenci�n sea dif�cil, por no decir imposible, sustraerse a su atav�o de sue�o. Todos queremos, quisi�ramos, que este min�sculo hogar en el universo fuera, en efecto, una isla consciente de su papel c�smico, donde todo brillase por su blancura, franqueza y felicidad; pero este querer tropieza indefectiblemente con, hoy por hoy, grav�simas dificultades. Enrique Gonz�lez las conoce, y aun as� insiste. Es porque est� imbuido de bonhom�a �su pensamiento de hombre de bien le ha guiado siempre� y no se resigna a verse envuelto en un mundo donde la maldad prevalece en amplios sectores de la poblaci�n, en unos casos por falta de voluntad de dirigentes malvados, en otros por la propia incuria de ampl�simos sectores humanos, en otros por la perversa manipulaci�n que de los intereses econ�micos hacen quienes controlan las m�quinas del poder. Contra esta situaci�n diab�lica dirige el autor su proyecto, y no con �nimo destructivo sino, todo lo contrario, d�ndose a contribuir en el progreso ordenado y permanente de la que llama, sin ambages, �sociedad mundial�. Solo fuera esto y ya merecer�a el aplauso y la atenci�n de los lectores, o sea los destinatarios de su mensaje.
Pero es que, adem�s, es un libro que est� bien escrito. No es dado el autor a florituras y devaneos, que con las palabras es f�cil; sus libros, y no son pocos, se �entienden�. Va a las cosas no a los nombres de las cosas. Cuenta lo que ve y asimila con la mente, a veces con el coraz�n, de modo que no hay hueco para el cansancio y menos el aburrimiento. En esta breve rese�a quer�a dejar esto claro.
Por �ltimo, he dejado para el final su referencia, para m� crucial, a la moral que debiera y debe presidir todo acto humano. Porque nos dice: �esa Rep�blica Universal debe tener sus m�s firmes cimientos en una �tica mundial cosmopolita sustentada en los valores fundamentales de la dignidad inviolable de las personas, en la igualdad, la libertad, la solidaridad y la paz como v�nculos unitivos de los individuos y de los pueblos�. Si alguien ten�a alguna duda o recelo intelectual, puede y debe quedar, con estas sus claras palabras, suficientemente apaciguado. [Recibido el 11 de enero de 2011].
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