Revista europea de historia de las ideas políticas y de las instituciones públicas


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Presidente del C.R.: Antonio Ortega Carrillo de Albornoz
Director: Manuel J. Peláez
Editor: Juan Carlos Martínez Coll


Claude Lévi-Strauss, Lezioni giapponesi. Tre riflessioni su antropologia e modernitá, Introducción y traducción de Lorenzo Scillitani, "Prólogo" de Salvatore Abbruzzese, Rubbertino Editore, Catanzaro, 2010, 148 págs.

Guillermo Hierrezuelo Conde

ABSTRACT: Excelente iniciativa la de Lorenzo Scillitani, de traducir unos trabajos de Claude L�vi-Strauss al italiano, de sumo inter�s para la Antropolog�a, la Historia social, el Derecho comparado y la Francia de la separacion del Estado y de las Iglesias, que est� a punto �seg�n L�vi-Strauss� de convertirse en musulmana.

PALABRAS CLAVE: Claude L�vi-Strauss, Emile Durkheim, Lorenzo Scillitani, Antropolog�a, Stock gen�tico, Evolucionismo.

Salvatore Abbruzzese se�ala que Claude L�vi-Strauss (1908-2009) ten�a una deuda con la sociolog�a de Emile Durkheim, influido a su vez en gran medida por la ciencia positiva de la segunda mitad del siglo XX, que consideraba la cultura como fundamental en las creencias y valores, a partir de los cuales cada sujeto har�a una interpretaci�n particular del universo cultural de la sociedad de la que era parte (p. 8). Con Durkheim la sociedad estaba considerada como autoridad moral, la sede en virtud de la cual cada sujeto habr�a elaborado sus principios y valores y en base a los cuales cada uno ser�a reconocido o rechazado del grupo al cual aspiraba a formar parte. En definitiva, a trav�s del an�lisis de Durkheim la cultura no se presentar�a s�lo como una superestructura. En realidad, el an�lisis sociol�gico de Durkheim habr�a sido decisivo en lo relativo a su reflexi�n sobre los fen�menos religiosos. Por otro lado, la sociolog�a positivista de Durkheim se enmarcaba en la perspectiva evolucionista ya trazada por Comte. Adem�s, cuando L�vi-Strauss divulg� su pensamiento hac�a ya cuatro d�cadas de la publicaci�n del texto de Emile Durkheim sobre Les formes �l�mentaires de la vie religieuse, y el panorama hab�a cambiado.

Lorenzo Scillitani destaca que la relectura de las Lezioni giapponesi tiene a�n hoy �extrema actualidad� (p. 26). En realidad, el autor de esta obra se adelant� a su tiempo. De hecho, ha tratado cuestiones de Bio�tica, planteadas desde el punto de vista de la Antropolog�a. L�vi-Strauss ha sido un autor que ha hecho �poca, y ha creado escuela, en la historia del pensamiento occidental contempor�neo y est� considerado como el padre de la antropolog�a estructural. L�vi-Strauss ha se�alado que �Francia est� en proceso de hacerse musulmana� (p. 48). De hecho, L�vi-Strauss ha propuesto la apertura de las fronteras francesas a un amplio n�mero de inmigrantes musulmanes (p. 51), si bien tampoco ha olvidado las religiones como el budismo y el cristianismo.

En la primera lecci�n (pp. 63-91), L�vi-Strauss ha ofrecido un an�lisis, haciendo numerosas referencias al modo de vida y a la cultura japonesas, sobre la ciencia y la t�cnica que, consideraba, hab�a ampliado prodigiosamente nuestro conocimiento sobre el mundo f�sico y biol�gico. Todo ello sin menospreciar el progreso de la Medicina, que hab�a hecho posible un incremento de la poblaci�n mundial (p. 64). La primera ambici�n de la antropolog�a, se�alaba este autor, era conseguir la objetividad. A continuaci�n concluye que la antropolog�a se presentaba como una ciencia nueva, nacida de la curiosidad del hombre moderno (p. 82). Haciendo referencia a la �poca de Motoori, los japoneses ten�an s�lo conocimiento directo o indirecto de China o de Corea, pero con el Renacimiento el universo humano se circunscribi� al �mbito del Mediterr�neo. Con el humanismo burgu�s del siglo XIX, la antropolog�a dio lugar a un humanismo propiamente universal. Claude L�vi-Strauss ha destacado que en la Francia del siglo XIX, el fil�sofo Auguste Comte formulaba una ley de la evoluci�n humana que distingu�a tres etapas por las que habr�a pasado la humanidad: una religiosa, una metaf�sica y, en tercer lugar, una positiva y cient�fica (p. 87). Destacaba como probable que el hombre elaborase culturas diferentes en virtud de la distancia geogr�fica, de las caracter�sticas particulares y del ambiente en que se encontrase.

En la segunda lecci�n (pp. 93-121), analizaba las relaciones de pertenencia o no al grupo. Ha destacado que la sociedad consideraba el parentesco como anterior y exterior a la relaci�n biol�gica (como la filiaci�n de sangre). Analizando esta cuesti�n hac�a referencia a pa�ses como Estados Unidos, Australia, Inglaterra, B�lgica, Holanda, Suecia, Brasil, Jap�n, Sud�n, etc. Las nuevas t�cnicas de procreaci�n asistida, como la fecundaci�n in vitro, han sido posibles gracias al progreso de la biolog�a y han supuesto notables cambios y transformaciones en el pensamiento contempor�neo. Incluso contemplaba la posibilidad de la inseminaci�n post mortem, a pesar de que los tribunales franceses la prohib�an. En cuanto a la actividad econ�mica ha destacado el autor que la sociedad humana ha llevado a cabo comportamientos muy heterog�neos. En efecto, no ha existido un modelo �nico de actividad econ�mica, sino m�s de uno. En realidad, la agricultura, en muchos aspectos, ha representado un progreso, en la medida en que ha posibilitado una expansi�n demogr�fica (p. 105). Tambi�n analiza los problemas de la industrializaci�n de los pa�ses subdesarrollados. Para el antrop�logo, las religiones han constituido un amplio repertorio de representaci�n que, bajo la forma de mitos y de ritos, se han combinado de muy diversas formas.

En la tercera lecci�n (pp. 123-148) ha se�alado que �seg�n la teor�a evolucionista, la desigualdad de la cultura no tendr�a un origen biol�gico, sino hist�rico� (p. 123). Durante todo el siglo XIX y la primera mitad del siglo XX se ha cuestionado la influencia de la raza en la cultura. Por otro lado, los antrop�logos han sustituido la noci�n de �raza� por la de �stock gen�tico� (pp. 125-126). Adem�s, la evoluci�n humana no se ha podido considerar un subproducto de la evoluci�n biol�gica, sino como algo completamente distinto. El evolucionismo, que ha dominado el pensamiento occidental, ha constituido un intento directo de reducir la diversidad de la cultura (pp. 133-134). [Recibido el 25 de diciembre de 2010].



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